VALÈNCIA. El Circuit Cultural Valencià (CCV) nació, al menos tal y como lo conocemos ahora, en 2016, un proyecto de colaboración entre el Institut Valencià de Cultura (IVC) y distintos ayuntamiento de las Comunitat que tiene por objetivo presentar programación escénica en los municipios participantes. Su reactivación, sin embargo, ha dejado también una maraña administrativa por resolver, una pelota que ahora está en el despacho de la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura. Fue este martes cuando se presentó el Informe Anual del CCV, correspondiente a la actividad de 2023, aunque todas las miradas y los oídos estaban puestos en el futuro del proyecto.
La cosa no es baladí. Hace algunas semanas que las distintas asociaciones representantes de las artes escénicas valencianas emitieron un comunicado contra la gestión del departamento dirigido por Vicente Barrera (Vox) en el que, entre otras cosas, mostraban su “preocupación” por los “rumores” de reestructuración del Circuit. Este replanteamiento, que efectivamente se está dando, no se debe a una cuestión “política”, incidieron desde Cultura, “sino jurídica” a causa de las “irregularidades producidas como consecuencia del pago de facturas sin expediente administrativo, hasta cifras cercanas a los 2 millones de euros”, señalaron.
Efectivamente, el problema del Circuit Cultural Valencià no es nuevo. Hace años que una auditoría de Hacienda censuró el modelo de contratación de compañías y profesionales artísticos al considerar que estos pagos se realizan “sin contraprestación a favor del IVC” y “sin tramitar el oportuno expediente administrativo”. Pocos meses después, en una entrevista publicada por este diario en julio de 2021, el ahora exdirector general del Institut Valencià de Cultura, Abel Guarinos, respondía a este ‘tirón de orejas’ de Intervención General. “No es que sea irregular […] No es una subvención de la Generalitat a los ayuntamientos”, justificó entonces. ¿La solución propuesta? “Que se entienda [esta fórmula]”, defendió. Por tanto, pocos cambios en un proyecto que ahora sí o sí se enfrentará a un cambio de modelo.
En este sentido, desde Conselleria explicaron que se va a iniciar un proceso de “escucha activa” con las asociaciones y ayuntamientos para dar una solución “ajustada a derecho que recabe el máximo consenso”. Cómo no, esta cuestión marcó el ritmo de la presentación del informe anual, un acto que reunió en el Rialto a gran parte de los gestores implicados en el CCV, una jornada enmarcada en las acciones profesionales programadas durante Dansa València. Los gestores culturales miembros de la Comisión del CCV y la antigua coordinadora Chus Piqueras fueron los encargados de desgranar los principales datos del informe, al tiempo que mandaron un mensaje común: el Circuit debe continuar.
“Esto no es una cuestión de legalidad, es una cuestión de modelo. A los modelos hay que ponerles legalidad, pero no se puede interrumpir el modelo”. “No es que la Conselleria ayude a los pueblos, sino que los pueblos ayudamos a la Conselleria a tener una programación a lo largo del territorio”. “La parte municipal cumple la legalidad al 100%. Hay que subsanar la parte jurídico-legal de la gestión del Institut Valencià de Cultura”. Estas fueron algunas de las declaraciones que dejaron los miembros de la Comisión del CCV allí reunidos.
El patio de butacas también tuvo la palabra, entre ellas la de MªÁngeles Fayos, presidenta de AVETID (Asociación Valenciana de Empresas de Teatro y Circo), que estuvo presente en la reciente reunión con Barrera y el resto de miembros de la Conselleria, convocada tras la emisión del mencionado comunicado. En su intervención dibujó un escenario de incertidumbre, “crítico”, en el que, tal y como expresó, ya hay compañías que están dejando de programar ante el incierto panorama. Con todo, la Comisión del CCV dibuja un futuro en el que, tras haberse llevado a cabo distintas reuniones, el modelo definitivo estaría acercándose, aunque todavía está por concretar su forma final.
El Circuit se enfrenta así a su gran desafío por lo que respecta a su gestión, unos meses de incógnitas que llegan tras un 2023 con récord de espectadores, una cifra que “reafirma el proyecto”, tal y como subrayó Chus Piqueras durante la presentación. En total, más de medio millón de espectadores (531.211) disfrutaron de los espectáculos propuestos durante el pasado ejercicio, de los cuales prácticamente la mitad compraron su entrada y la otra accedió mediante invitación o era una actividad gratuita.
El número de representaciones asciende a 2.112, siendo más de la mitad (1.229) de teatro, quedando lejos de las correspondientes a música, danza, circo y cine. El espectáculo infantil Clic, que viaja por los recuerdos de los hermanos Sara y Tomás; la comedia Estimats Pares, y Els Vilallonga, que se adentra en los problemas de la familia desde el humor, fueron las piezas más representadas en un año en el que se destinó al proyecto 10,6 millones de euros, de los cuales casi la mitad procede de la aportación del IVC y de la recaudación en taquilla.