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análisis

Un polvorín en el Institut Valencià de Cultura

La falta de directores adjuntos y jefaturas de sección o el retraso en las ayudas contrasta con la "normalidad absoluta" a la que le supone la Conselleria de Cultura

14/01/2025 - 

VALÈNCIA. En septiembre de 2024, pocos días después del cese abrupto de dos de los tres directores adjuntos del Institut Valencià de Cultura (IVC), la prensa preguntó en una rueda de prensa al Director General de Cultura, Miquel Nadal, cómo valoraba la situación del ente, y este aseguró que la situación era de “normalidad absoluta”. Casi cuatro meses después, se ha normalizado un escenario orgánico ciertamente inusual en un ente que, desde su creación en 2012 como CulturArts, arrastra la herida de la inestabilidad, aunque no se recuerda una disfuncionalidad como la actual.

A los ceses de María Fuster y Joan Cerveró como directores adjuntos de Audiovisuales y Música y Cultura Popular, respectivamente —a las puertas del Festival de San Sebastián y de Ensems, también respectivamente—, se le han sumado dos nuevas bajas. En primer lugar, Marcial Díaz, quien fuera subdirector de gestión, ha sido nombrado gerente del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia. Díaz ha sido una pieza clave desencallando asuntos burocráticos para la entidad y fue una de las personas en las que más se apoyó el director general, Álvaro López-Jamar, en sus primeros meses de gestión.

Por otra parte, Amparo Mallén, que ha sido jefa de sección de ayudas del IVC en los últimos tiempos, ha agotado su comisión de servicios y ha dejado libre la plaza, que según fuentes oficiales, se espera que esté cubierta a finales de mes. Mallén también era una persona muy importante en el funcionamiento normal del IVC, ya que las ayudas es el conflicto eterno de la institución con el sector, y también la promesa siempre incumplida.

Tanto Díaz como Mallén dejan puestos estratégicos en el IVC, que sumados a las direcciones adjuntas aún sin convocar concentran en López-Jamar, cinco puestos directivos en una sola persona —los cuatro más el suyo propio como director general. De la convocatoria de los nuevos concursos públicos para elegir a los sustitutos de Fuster y Cerveró no se sabe nada, desde hace ya semanas se "están revisando las bases"; como si no fuera una urgencia, como si no creara disfunciones en los propios departamentos.

"Las personas pasan, pero al final lo importante es que nos fijemos en las personas que están haciendo la creación”, dijo el Miquel Nadal en la citada rueda de prensa. Fijándonos en la creación, mucho antes de la dana los plazos de las ayudas habían reventado ya en 2024. A pesar de las promesas del entonces conseller de Cultura, Vicente Barrera, y su equipo de que las convocatorias de este año no tocaran ni una coma para que salieran antes y poder abordar una nuevas bases consensuadas con el sector para 2025, ni una cosa ha pasado ni la otra parece que esté tan encaminada.

Algunas de las convocatorias de ayudas a los sectores culturales de 2024 no solo no se han resuelto en tiempo y forma en el año que toca (los últimos años ya iba pasando esto); es que las ayudas al desarrollo de audiovisuales de 2024 se anunció el día 2 de enero de 2025. El departamento es un embudo porque no ha estado bien dotado de personal (cabe recordar que tienen un funcionamiento casi autónomo, siendo los únicos funcionarios —no personal laboral— de la institución, y dependientes de la Generalitat en vez de la empresa pública), y las condiciones que ofrece la institución genera una rotación sistemática que hace que se tenga que rearmar continuamente (solo en 2024 ha pasado dos veces).

A esa rotación, este 2024 se le ha sumado la inestabilidad política, con un cambio de gobierno en la Conselleria, una revolución total en su organigrama, y los últimos ceses, que desmontaron esta revolución. Y claro, la dana.

Mientras, fuentes cercanas a las negociaciones relatan a Culturplaza que, aunque se han visto borradores de las nuevas bases de ayudas, ni mucho menos los textos están cerrados, por lo que ven imposible que las convocatorias se publiquen, como se prometió, en el primer trimestre de este año. El IVC normaliza así que las ayudas se saquen a última hora, con el perjuicio para la organización y puesta en marcha de los proyectos culturales, tal y como han denunciado en diferentes ocasiones las asociaciones profesionales.

Para poner la puntilla de la “normalidad absoluta”, una curiosidad. Hace unos días, el Síndic de Greuges publicó la resolución de una queja remitida a la entidad “por la demora del IVC en resolver la reclamación por el incumplimiento de la normativa sobre derechos lingüísticos y sobre el procedimiento de concesión de ayudas”. Según relata, la persona denunciante puso una reclamación en la institución cultural que no fue atendida. 

Al ser preguntado por el Síndic de Gregues, el IVC admitió que no lo había podido hacer por dos razones: “El reiterado cambio de personas que ocupan los puestos funcionariales del servicio de ayudas y en los puestos directivos, que son los responsables últimos en dar respuesta a los usuarios para los que trabajamos como servicio público” y “La urgencia en las publicaciones, en previsión del cumplimiento de plazos en las convocatorias”. La nueva normalidad del Institut Valencià de Cultura.

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