VALÈNCIA. Una galería de arte tiene el poder transformador de convertirse en cualquier cosa. La galería valenciana Tuesday to Friday puede presumir de haber "convertido" su suelo en césped para albergar el picnic contemporáneo de Gema Quiles y de viajar a las periferias para dar una relectura al concepto de arte. Ahora, ante su nuevo reto, se convierte en una suerte de zoológico a través de la muestra Kingdom en la que catorce artistas recurren a su arte para explicar la presencia de los animales en la naturaleza: desde su propia humanización hasta la crisis climática. En esta muestra, que se puede visitar hasta el próximo 31 de julio, se dan la mano las “mascotas” de Fernando Tinoco, Lou Ros, el artista valenciano Dulk, Adrià Miko y David Surman entre otros, en una lectura en la que la naturaleza tiene tantas expresiones como ojos que la miran.
Tal y como reza el texto de sala, compuesto por Maya Guerrero, la muestra enlaza la historia de los humanos con la de los animales y contempla cómo van evolucionando paralelamente y como se va transformando “la interacción humana con la naturaleza en una experiencia más compleja”, lo que obliga a una continua investigación de las representaciones de estos seres, en este caso a través del arte y la escultura.
Tal y como lo dibuja Dulk (Antonio Segura) -quien retrata a un oso polar abandonado en la antártida al que bautiza como oso glaciar- en su obra pone al animal como protagonista y le dota de facciones más “humanas” llegando así a una reflexión por parte del espectador: “Es una pieza de protesta en la que el oso permanece rodeado de animales que están como congelados en el tiempo. Lo que intento con mi obra es buscar la historia más humana y darle la vuelta”, explica el artista, quien pretende que la humanización del relato acerque al espectador a darle más importancia al problema del cambio climático.
Rompiendo con los tamaños de los lienzos, Surman plantea el vuelo de un águila que se sale de las composiciones para demostrar que “el camino humano no es el único”, con ello critica la jerarquía humana sobre los animales y reflexiona sobre como observa su existencia desde la mirada humana: “Quiero trabajar una imagen que tenga poder, estructura y gracia y que a su vez muestre que existen otros seres vivos. El reino animal y vegetal tiene el mismo derecho al espacio que habitamos”, señala. Junto a su obra se encuentra también la de Miko quien dibuja a un enorme gato rojo que pudiera parecer que se sale del lienzo en busca a lo que hay “más allá”.
En su interpretación propia del mundo animal, con la que trabaja generalmente con su obra, alcanza la representación a través de preguntarse cómo pintar antes de qué pintar. De esta forma, su propio punto de partida comienza a construir su suerte de “fábula artística” en la que los protagonistas con facilidad de movimiento y versatilidad juegan con las formas que se le pasan por la cabeza: “Prefiero llenar el lienzo y trabajar sobre esto, pienso en qué animal podría ser y le pongo ojos, alas y garras y de esta manera genero una conexión emocional diferente”.
De la misma forma que lo hace Dulk intenta también personificar a estos seres para, de alguna forma, explicar o representar los comportamientos humanos, pero liberándolos de este juicio: “Al animal se le atribuyen instintos naturales y eso me divierte, lo que me gusta es “atraparlos” en un formato y contemplar lo que hacen en ese hábitat”, añade. Yendo un paso más allá, y reflexionando desde la parte más humana, es Surman quien considera que el arte -y su fuerza animal- es el que tiene como tarea principal trabajar la conciencia humana y expandir, conformando así un espacio infinito en el que todos tienen cabida.
A lo largo de la sala, lo único que “atrapa” al animal es su propio lienzo, y es labor del espectador reflexionar sobre el espacio ocupado de la naturaleza y cómo a través del arte se expande el terreno. Para Miko esto se refleja más bien en el concepto de fábula en el que los animales viven experiencias humanas: “Yo me los imagino conviviendo en un mundo más de fantasía, me gusta pensar que con esta muestra hacemos una relectura de este espacio y que se amplía a través del arte”.
Dulk, en conexión telefónica desde el Polo Norte, destaca el poder transformador del arte y la capacidad de convertir un espacio en cualquier cosa, a través de la pintura, la instalación y el arte en todas sus formas. En definitiva, la manera de viajar sin moverse mirando a través de la ventana del lienzo: “Creo que para contar paisajes es necesario saber transmitir como vemos el mundo. Es importante crear desde el conocimiento y saber mostrarlo al mundo”, destaca el artista, quien junto a sus trece compañeros se atreve a “enfrentarse a las bestias” para darles un nuevo espacio en el que convivir hasta mediados de verano, o hasta que los glaciares del arte se derritan por completo.