VALÈNCIA. La actriz Rebeca Valls ha reparado en que no hay rastro de Olga Knipper en la página del Teatro de Arte de Moscú en Wikipedia. Todos los méritos de la puesta en marcha del mítico edificio se le otorgan a sus pares masculinos: Konstantin Stanislavski y Vladímir Nemiróvich-Dánchenko. Pero la actriz rusa no solo fue una de sus 39 fundadoras, sino que al fallecer su marido, Anton Chéjov, por tuberculosis, se quedó sola al mando del proyecto, que no abandonaría hasta su propia muerte. Valls le da vida en una obra que recrea su historia de amor con el dramaturgo responsable de textos capitales como La gaviota y Tío Vania. La propuesta se titula Tu mano en la mía y está programada del 16 de febrero al 6 de marzo en el Teatro Talía.
“Es una gran oportunidad de dar a conocer a esta gran actriz, referente de una manera diferente de hacer teatro y que fue un pilar para Chéjov en sus últimos años. Sin su sostén, no hubiera sido capaz de sacar adelante Las tres hermanas y El jardín de los cerezos, y no sería reconocido como un maestro universal hoy día”, explica la valenciana, que comparte admiración y escenario con el actor Josep Manel Casany en el papel del gran poeta del alma humana, y el músico Víctor Lucas, que les acompaña con una banda sonora original interpretada al piano en directo.
Ambos actores valencianos ya coincidieron en 2016 en una adaptación del maestro ruso, Vània, a cargo de Moma Teatre, donde daban vida a tío y sobrina. En este reencuentro escenifican la relación entre la actriz y el dramaturgo a partir de un destilado de las más de 400 cartas que se intercambiaron. La correspondencia epistolar ha sido sintetizada y dramatizada por Carol Rocamora.
El matrimonio se conoció en una lectura de La Gaviota cuando Chéjov ya era un reputado autor de cuentos. Primero fueron amigos, luego amantes y, finalmente, esposos. Su vínculo se extendió seis años y estuvo marcada por la distancia y la complicidad artística.
“Hay un elemento muy bonita y muy duro al final de los días de Anton: Olga ha continuado con su carrera como actriz a pesar de que la mantiene alejada de su marido enfermo. Él la apoya en su decisión y la disuade de dejar el teatro para poder estar juntos”, detalla Valls.
Cartas de ayer y wasaps de hoy
El material ha hecho reflexionar a la pareja protagonista sobre las similitudes y la diferencias en las herramientas de comunicación. “Humanamente no hemos cambiado tanto, por carta o wasap plasmamos las mismas virtudes y defectos, pero la tecnología nos condiciona en la actualidad, porque todo es más inmediato. El correo postal te daba tiempo a pensar las cosas o a pensarlas bien para decidir y confirmar, pero sobre todo, te exigía ser literariamente más poeta”, aprecia Casany, a quien le ha sorprendido descubrir que la persona a la que interpreta, a finales del siglo XIX, ya manifestaba su preocupación por el cambio climático. “En su personalidad y entre sus objetivos estaba la felicidad de la gente y crear un mundo mejor. Era un ecologista”.
Su compañera lo secunda y añade: “Parece que dialoguemos. No son personajes que estén escritos desde la ficción, sino que reproducimos lo que se dijeron en sus cartas. Es de verdad. Da tanto respeto como pone”, se entusiasma Rebeca Valls.
A la calidad en el texto escrito se suma la revelación de extractos de vida de dos figuras de enorme relevancia en las artes escénicas, con muestras tanto de su intimidad conyugal como de la creación de las grandes obras del autor ruso.
“Chejov incluye la pausa, deja de hacer acotaciones, incorpora contradicciones internas… Cuando estás al lado de un escritor en su día a día conoces las circunstancias que le rodean y lo que está queriendo decir en sus obras; ves donde nace cada cosa que luego escribe; entiendes por qué traslada ciertos hechos a palabras. Este montaje es un privilegio no solo para los amantes de la literatura, sino de la vida”, agradece Valls, quien habla por su propia experiencia, ya que creció junto al dramaturgo Rodolf Sirera, quien prepara una traducción al valenciano que se representará en el Teatro Arniches de Alicante a partir del 8 de abril.
Durante la promoción de Vània, Valls compartió con los medios que los personajes de Chéjov le dan tanta lástima que le hacen reír e, invariablemente, la dejan “tocada”.
A Rebeca, interpretar a Knipper la aflige. Por una parte, por la zozobra emocional que afrontó la pareja de artistas, por otra, por la larga enfermedad que derivó en la muerte de Chéjov, y por último, porque Rocamora se ha servido de fragmentos del diario de la actriz para plasmar sus emociones tras su pérdida: “Olga y Anton se levantan de sus tumbas para darse la mano por un rato y recordar toda su relación y en ese recorrido, el espectador descubre el proceso de creación de las grandes obras de él y la manera de ella de afrontar el hecho escénico. Esta obra es un regalo. El teatro es una experiencia que no se puede comparar con Netflix. Es vida. Nunca tendrá rival”.