ALICANTE. Carmen Mola ha vuelto al ruedo con una nueva novela. El trío de ases que se hizo en 2021 con el Premio Planeta, para sorpresa de todos al desvelarse quién había tras el seudónimo, regresa con El infierno. Se trata de un thriller histórico cargado de primeras veces, como casi todos sus libros. Por primera vez salen de Madrid y fuera de las fronteras españolas. Por primera vez se centra la trama en una historia de amor. Por primera vez utilizan una narrativa de folletín… El objetivo de Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez es sorprender siempre al lector ofreciendo no solo giros inesperados y contrastes, sino algo diferente también en el formato. Alicante Plaza habla con ellos de todo esto, antes de su paso por las Veladas literarias del restaurante Maestral, donde participarán el próximo viernes, 12 de enero, para entablar una charla con el público alicantino, con el que ya se encontraron hace justo ahora dos años.
— En esta novela hay varias ‘primeras veces’. De hecho, en cada libro que escribís, siempre hay muchas primeras veces…
— Jorge Díaz: Cada novela debe ser un reto. No nos interesa repetirnos una y otra vez, aunque sí queramos mantener nuestras señas de identidad; queremos que cada novela sea distinta y probarnos en cada una de ellas. Al principio se trataba de escribir una novela entre tres, después de ir explorando temas, ahora de ir mezclando géneros. En La bestia ya probábamos con el thriller histórico y lo mezclábamos con la novela costumbrista y la de terror; ahora, en El infierno, repetimos el thriller histórico, pero nos vamos también a la novela gótica y al folletín. Procuraremos seguir haciendo estos experimentos.
— Lo que sí mantenéis, como decís, es el ambiente histórico, que precisamente abordabais por primera vez en la anterior novela. Ahora dais un salto de tres décadas. ¿Qué os ofrecía la recta final del siglo XIX en España y Cuba?
— Jorge Díaz: El siglo XIX es un gran desconocido en la historia de España, una época apasionante. Empezamos el siglo siendo todavía un imperio, aunque renqueante, y lo acabamos como un país deprimido que ha perdido todo su poder. Un siglo entero de crisis y fracaso: guerras civiles, guerras de independencia en América, golpes de estado, magnicidios, cambios de régimen. Vamos, todo lo que un escritor busca para situar sus novelas. Y Cuba es el último vestigio de esplendor de lo que algún día fuimos. Nos parecía fascinante todo lo que nos encontrábamos.
— No suele ser un periodo escogido habitualmente para la ficción audiovisual, de donde venís originariamente, ni tampoco para la literatura. ¿Los creadores ven más atractivas otras etapas de la historia de España más triunfalistas?
— Jorge Díaz: El escritor, igual que el guionista, busca el conflicto. Los tiempos en los que todo va bien son mejores para vivirlos que para escribir sobre ellos. Es verdad que se ha tratado poco en el mundo audiovisual; conocemos más la historia de otros países que la nuestra, pero en literatura sí que hay algunos ejemplos en los últimos tiempos. Muchos autores están (estamos) volviendo la vista hacia ese siglo XIX tan convulso en España.
— ¿Ha influido eso en el proceso de documentación? ¿Cuál ha sido el descubrimiento más llamativo para vosotros?
— Antonio Mercero: Lo más llamativo en la documentación ha sido descubrir hasta qué punto España era una potencia esclavista en esos años, algo que no se estudia en los libros de texto. Fuimos el último país europeo el abolir la esclavitud y el penúltimo del mundo occidental, solo aventajados por Brasil y solo por dos años. No sé si es un sesgo histórico por no empañar el esplendor imperial o un sentimiento de culpa por el hecho de que muchas familias importantes de la época cimentaran su fortuna en el negocio de los esclavos, pero alguna razón debe de haber para justificar la ignorancia general en este capítulo de nuestra historia.
— En ese sentido, ¿os ha cabido todo lo queríais en la novela u os habéis visto obligados a tener que dejar algo en el tintero?
— Antonio Mercero: Una de las partes más complicadas del proceso de documentación consiste en digerir todo lo aprendido y seleccionar aquello que es importante para la historia y dejar fuera lo demás. Existe el riesgo de exponer la documentación y convertir la novela en un tratado. Así que, por supuesto, hemos descartado muchos hallazgos que solo suponían un desvío del argumento principal.
— Esa época de opulencia en Cuba contrasta con el lado oscuro y crudo de la esclavitud. ¿Se puede observar ese infierno de aquella época con los ojos del siglo XXI?
— Antonio Mercero: Un aspecto interesante de la novela histórica es que establece un diálogo entre el pasado y el presente. La esclavitud del siglo XIX tiene su traslación al tiempo actual en la trata de personas con fines de prostitución, en contratos inhumanos a inmigrantes temporeros, en niños explotados para fabricar camisetas o incluso en formas más sutiles del mundo capitalista. Solo hay que sentarse a pensar un minuto para comprender que la esclavitud no ha sido erradicada, más bien está muy en boga.
— ¿Buscabais recordar y destacar errores históricos para meter el dedo en la llaga o ibais en busca de la decadencia que ambientara un buen thriller?
— Agustín Martínez: En nuestras novelas no pretendemos hacer apología de nada, tampoco emprender un camino revisionista de la Historia. Sin embargo, los hechos históricos son los que fueron y no intentamos más que hacer un retrato lo más realista posible de aquel contexto.
Es verdad que, en el proceso de documentación, nos sorprendió la violencia de la esclavitud española en Cuba, el hecho de que fuera el último país europeo en abolirla y, al mismo tiempo, que tuviéramos tan poca conciencia de esa realidad. Sin embargo, en nuestra intención no estaba escribir un thriller "sobre la esclavitud", sino contar la historia de Mauro y Leonor, que son nuestros protagonistas. Para hacerlo, nos parecía que la mejor manera de enfrentar sus caracteres (el primero es un personaje idealista y la segunda, una egoísta) era hacerlos viajar a Cuba. De esa forma, hablar de la realidad histórica es, también, una manera de hablar de nuestros personajes.
— ¿Tenéis pensado cuál será esa próxima ‘primera vez’ en el siguiente libro? ¿Hay algo que se os resista?
— Agustín Martínez: Es verdad que intentamos luchar contra la "autocomplacencia". Es decir, no nos gusta quedarnos en nuestra zona de confort, sino probar nuevos géneros, darle una vuelta de tuerca a lo que hemos hecho antes. No queremos aburrirnos con la escritura. Ahora mismo estamos inmersos en nuestra próxima novela, que retoma la serie de Elena Blanco. Aunque en este caso hay una serie de constantes en todos los libros, también intentamos buscar un punto de vista diferente, tocar algo que no hayamos tocado en los anteriores, ya sea a nivel temático o formal. De todas formas, es demasiado pronto para contar qué será ese elemento nuevo, aunque creo que es una historia que sorprenderá.