En Lo sabes aunque no te lo he dicho se sirve, de forma muy inteligente, del propio lenguaje del cómic para expresar su crítica. Entre las páginas hay fallos de “raccord” dentro de una misma historia, hay bocadillos que llevan a páginas anteriores para recordar lo que un personaje ya ha dicho y hay conversaciones que se leen en “subrayados” diagonales, mostrando que un personaje no se presta a la escucha. “Para mí a veces llega antes el concepto que la historia que quiero contar, me gusta dibujar pero siempre prefiero leer. No soy una autora que dibuje y rellene muchos cuadernos, lo que me interesa del cómic es explorar esos formatos para que lo que cuente solo se pueda entender alrededor de las viñetas”. Basándose en los recursos gráficos que le proporciona este medio, y explorando los límites de este lenguaje, se sirve de colores, formas y hasta “clones” para contar un mismo relato, en pequeñas píldoras y con una alta dosis de crítica social.
“El recurso del chiste no siempre se emplea en el cómic de la misma manera, para mi el libro es también un objeto en el que el lector puede ir hacia delante y hacia detrás y permitirse una doble lectura. Yo lo que necesito es que la historia vaya acorde con la narrativa y que a la vez resulte en algo entretenido”, añade Sierra. Para componer el relato confiesa que se sirve de ejemplos reales de la calle y de sus círculos más cercanos, aunque también se atreve a explorar dentro de su propio pasado para sacarle punta a sus recuerdos: “Le saco una nueva lectura a cosas que ya me han sucedido, es una manera de transformar y evidenciar esa realidad a través de la exageración y jugando con los límites”, reflexiona la autora, “rescato mis propias experiencias y exploro mucho mis “por si acasos” a través del chiste y entre las páginas”.
La lectura, que se desenvuelve entre diferentes píldoras, se puede disfrutar de forma desordenada y resulta una muy buena lectura para antes de irse a dormir. En vez de contar ovejas el lector puede incluirse dentro del rebaño, adentrarse en sus propios miedos y repasar el "popurrí" de historias en las que el ego salta de valla en valla sorteando la crítica de Sierra, tan acertada como divertida, con una pequeña dosis de "ofensa" y autocrítica entre las viñetas.