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coloquio en la libreria pynchon & co

Camps invita a Sonia Castedo en su fiesta de Alicante 

6/09/2024 - 

ALICANTE.  En una mesa como en la de la última cena, en esa en la que Jesús le lanzó a Judas el mayor zasca de la historia echando a sus espaldas la cruz de ser el que le traicionó. Allí, entre caras conocidas y algunas no tanto, es donde protagonizó Francisco Camps un coloquio en la librería Pynchon & Co

Si en el santo convite de hace dos mil años el traidor estaba en la mesa, en la cita del primer jueves de septiembre el invitado era el que había sido traicionado. Con pesar, pero con alivio, aseguró en un momento de la conversación que lo que más le había costado y decepcionado había sido el silencio de los corderos del redil de su partido; lechales con complejo de oveja que censuran a sus allegados utilizando el criterio partitocrático de la lealtad a unas siglas por encima de la integridad hacia las personas. Elección oficialista que pasó por encima de Rita Barberá y la huida hacia adelante de sus compañeros hacia su propia indiferencia. 

Sentado al lado de la ex alcaldesa Sonia Castedo, se miraban empáticamente al hablar de lo que han sufrido los dos ante el escarnio mediático, ese con el que la antigua regidora alicantina también tuvo que lidiar cuando fue imputada en un proceso judicial; ahora al igual que Camps se ve liberada, despejada después de la inquisitorial cruzada en nemesis con el ex president. Se llamaron, no todos los días, pero hicieron terapia de pareja de hecho en el marco de una imputación judicial. El antiguo inquilino del Palau parece estar de una pieza aunque con los estigmas propios de quien lleva quince años fogueandose con la presión de la opinión pública en la hoguera de las vanidades mediáticas. En cuanto a Castedo parece que todavía le pesan las penurias sufridas, con una excesiva prudencia desconfía del ecosistema y de cualquiera que trabaje para un medio de comunicación; se entiende, como un servidor le dijo al propio Camps, teniendo en cuenta la manía persecutoria que algunos grupos como Prisa emprendieron contra él.   

Confesó su escepticismo con los cálculos demoscópicos y reseñó la necesidad de que el Partido Popular aglutina todo el voto de la derecha para que haya un cambio de gobierno. En un éxtasis outsider levantó la bandera de acicate de las élites a favor del Partido Popular. Es más, desdeñó su maquiavélica teoría sobre la creación de Ciudadanos por los poderosos para que el PP no pudiese gobernar; un instinto natural del establishment que le ha llevado también a concebir a Vox y a sus sucedáneos con el fin de dividir a la derecha. Una oposición que debe posicionarse, encontrar los motivos que hicieron florecer las plantas carnívoras que se han comido votos que iban destinados al Partido Popular.   

Castedo permaneció en segundo plano, con humildad, siguiendo esa corrección fraterna evangélica de rechazar ponerse en los primeros puestos del banquete a la hora del brunch.        

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