VALÈNCIA (EFE). Las elecciones autonómicas que la Comunitat Valenciana celebrará previsiblemente el 28 de mayo -junto a las municipales- presentan a falta de ocho meses un escenario muy abierto, donde no solo la política influirá en la posibilidad de que se reedite el Botànic o de que haya cambio de ciclo y vuelva a gobernar la derecha.
La encrucijada económica del otoño-invierno, con la crisis por la guerra en Ucrania y la elevada inflación, y la incertidumbre judicial -con los casos Alquería y Azud y los que afectan a Mónica Oltra y al hermano del president de la Generalitat en marcha- pueden influir también en este proceso, además de las candidaturas y las alianzas electorales.
"Ahora mismo, la radiografía es de un empate técnico entre el bloque Botánico y el bloque de la derecha, y cualquier matiz puede decantar el voto hacia un lado u otro", indica a EFE un experto en demoscopia, que destaca que en este momento "absolutamente volátil" las encuestas son, más que nunca, "la foto de un momento".
Casi ocho años después de que la izquierda acabara con dos décadas de Gobierno del PP en la Generalitat, los partidos que conforman el Consell del Botànic (PSPV, Compromís y Unides Podem) aspiran a reeditar en 2023 un tercer Ejecutivo 'botánico', aunque con una correlación de fuerzas diferente y con otras forma de organización.
¿La clave para lograrlo? La movilización del electorado, que haya unidad en el voto a estos partidos en las dos urnas (en 2019 las fuerzas del Botànic sumaron el 53 % de las papeletas municipales y el 49'4 % de las autonómicas) y que los partidos a la izquierda del PSPV sumen, pues Podemos baja en intención de voto en España y si concurre en solitario, parte de su electorado podría irse a la abstención.
En el PSPV-PSOE consideran que su secretario general, Ximo Puig, volverá a ser el president de la Generalitat por tercera legislatura, pues creen que además de ser un líder conocido le avala la gestión, y las urnas decidirán el "cómo", ya que si obtienen una mayoría más amplia que en 2019 tendrán "más libertad" para configurar el gobierno.
Los socialistas, que están en pleno proceso de primarias para elegir a los candidatos en las grandes ciudades, aspiran a unir "el poder municipal" -tienen la alcaldía de 12 de las 15 ciudades de más de 50.000 habitantes de la Comunitat- con el autonómico el día de las elecciones, y afirman que están muy movilizados.
Admiten que les puede afectar el "ruido" de la política en España -consideran que la "única oportunidad" del PPCV sería el "efecto tirón" de Feijóo, pero que ni aún así sumaría suficiente para gobernar con Vox- y el riesgo de que la desaceleración se convierta en recesión -ante lo que Puig ya ha anunciado una reforma fiscal y próximamente un plan antiinflación-, y descartan que les afecten los casos judiciales en marcha.
En Compromís, creen que la mayoría de izquierdas “se consolidará” en 2023, para lo cual esperan mejorar sus propios resultados, pues pese a la duda de si Mónica Oltra podrá ser candidata -no se sabe si su imputación judicial se resolverá antes del plazo para inscribir las listas- creen que son una marca “consolidada”, “madura” y con otros liderazgos.
Compromís, que frente a la tardanza de anteriores elecciones ya tiene ratificado el protocolo de primarias para estas, sí ha reivindicado ya que un tercer Botànic debe ser diferente a los dos anteriores. Y eso pasa por redefinir algunos aspectos, como trabajar de forma mucho más horizontal y colegiada, para lo que hay que mejorar los espacios de codecisión.
Podem, cuyas primarias serán del 10 de octubre al 4 de noviembre, insiste en que hay que trabajar para que en 2023 no ganen las derechas y vuelva a haber un Ejecutivo progresista, pero con una correlación de fuerzas más favorable a los partidos “alternativos” al PSPV, al que reprochan cuestiones como su resistencia a implantar la tasa turística.
Por el contrario, el bloque de la derecha tiene la vista puesta en alcanzar los 50 escaños que suponen la mayoría absoluta en Les Corts, lo que pasaría por sumar los del PPCV con los de Vox, partido que está "rascando" en el electorado popular por la extrema derecha.
La clave para conseguirlo está en que el PPCV mantenga el "viento de cola" que aportan su nuevo líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, y la marca del partido, ya que su candidato a la presidencia de la Generalitat, Carlos Mazón (al frente de la Diputación de Alicante), lleva dos años en el cargo y es más desconocido que Puig, quien tras dos legislatura al frente del Ejecutivo es un líder consolidado.
De Ciudadanos, que está en pleno proceso de refundación y no tiene aún fecha para la primarias, los expertos en demoscopia señalan que llegar al 5 % de los votos que permite tener representación parece "imposible" a juzgar por las encuestas de ámbito nacional, y que gran parte de su electorado está volviendo al lugar de donde salió: el PP.
Y de Vox, las encuestas nacionales reflejan una bajada en intención de voto, que se está transfiriendo a engrosar las expectativas del PP, si bien ambos partidos se necesitan mutuamente para aspirar a un cambio de ciclo político en la Comunitat.
Con todo, ocho meses hasta la cita con las urnas suponen una eternidad para aventurar qué pasará el 28 de mayo en la Comunitat Valenciana, e incluso hay quien parafrasea a Chuchill para definirlo de forma gráfica: "En estos momentos, es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma".
El PSPV lanza el mensaje de alcanzar una mayoría ahora mismo inviable. Si gobierna la izquierda se reeditará el gobierno de coalición