el dedo en el ojo

Botànic III: entre la duda y la incertidumbre

El PSPV lanza el mensaje de alcanzar una mayoría ahora mismo inviable. Si gobierna la izquierda se reeditará el gobierno de coalición

15/05/2023 - 

VALÈNCIA. Dice José Muñoz, secretario de Organización del PSPV, que manejan datos que les hacen ser optimistas del triunfo de su partido el 28M. Entendemos que han encargado encuestas que vislumbran esa victoria que, por su entregado optimismo, les daría para rozar una mayoría en la que Compromís sería necesario, pero sin el mismo poder para negociar el futuro reparto de carteras. 

No parece plausible; más bien suena a querer insuflar un mensaje para que los suyos se movilicen o bien, para aquellos votantes centrados, que ven en Ximo Puig la figura de un presidente prudente al que votarían muchos tradicionales votantes de derechas «si no fuera porque va de la mano de Compromís y Podem». Un clásico. Y por ahí andan, transmitiendo o pretendiendo lanzar ese mensaje de centralidad. El que lanza Puig no solo a través de sus discursos, sino por sus hechos. En público no se ha salido del tiesto. Ha sabido compensar, mantener un equilibrio, al menos en público, guiñando ojos tanto a la cúpula empresarial —repito, cúpula— como a la clase media trabajadora, que es así como los socialistas llaman ahora a los curritos que más sufren los avatares de la gestión política.

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Por su parte, Compromís llega en condiciones muy diferentes a con las que compareció en 2019. Por tantas razones, aunque eso no signifique, necesariamente, que vaya a obtener un peor resultado. Lo cierto es que, con el desgaste sufrido en la legislatura, pueden darse con un canto en los dientes con que, en las encuestas, mantengan, en muchas de ellas, el resultado alcanzado cuatro años atrás, cuando Puig les ‘traicionó’ al adelantar las elecciones, vinculándolas a las generales para ir de la mano de Pedro Sánchez, algo que también benefició a Podem. En cualquier caso, los obstáculos han sido numerosos en Compromís. Por resumir: la marcha voluntaria de Fran Ferri, que volvía a la esfera privada; la retirada de Vicent Marzà del Consell, aduciendo que se buscaba reforzar las bases del partido, sorprendiendo a extraños más que a propios, pero, sobre todo, el mayor golpe fue el de la traumática dimisión de Mónica Oltra por la investigación judicial que sigue su curso. Tras ello, llegó la irrupción de Aitana Mas, marcando territorio desde el principio, y hasta cesando, abruptamente, a la consellera Mireia Mollà, para gozo de sus compañeros y compañeras de la familia de Més Compromís. Y como consecuencia de todo esto, se tuvieron que poner a la búsqueda del sustituto de la exvicepresidenta para la candidatura a la presidencia de la Generalitat, que por cuestiones naturales, mediáticas y orgánicas, fue para Joan Baldoví. Pues, a pesar de todo, aún mantienen expectativa de voto decente y, por lo tanto, si hay Botànic, será con ellos o no será. Y es que la coalición tiene, si no amarrado, sí bien cogido el voto de la izquierda a la izquierda del PSOE en territorio valenciano. Y lo poseen desde 2015. 

Algo a lo que ha contribuido enormemente Podem, con sus constantes intentos de autodestrucción masiva. En este sentido, la formación morada que concurrirá a las elecciones junto a Esquerra Unida, poco o nada tiene que ver con la que se presentó en 2019. El candidato era Rubén Martínez Dalmau, tras haber llegado a un acuerdo con el entonces líder de Podem en la Comunitat, Antonio Estañ, el creador del ‘Ximoanuncios’. Este se largó, harto de la política. Era de los que creía que se podían cambiar las cosas y no caer en los defectos de la casta, hasta que fue abofeteado por la realidad y por las brutales luchas entre corrientes de la familia morada. Al primero se lo cargaron. Víctima de la porfía con la ahora secretaria general, Pilar Lima, que también apartó de la primera línea a la entonces síndica Naiara Davó. Por el camino, para sustituir a Dalmau llegó Héctor Illueca, quien dejó la dirección de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno de España. Illueca será el candidato. Y como él mismo advertía hace unas semanas, a Podem siempre lo enterramos, lo damos por muerto, pero ahí está. Gobernando en coalición tanto en la Comunitat como en el Consejo de Ministros.

Con todo este panorama, Puig se siente fuerte. Tanto que ha marcado un perfil muy bajo en esta campaña. En ese camino, sonado fue su rechazo a participar en el debate de Editorial Prensa Ibérica (Levante-EMV, Información y Mediterráneo), vamos, a la que es su ‘casa’, en la que se siente tan a gusto. Perfil bajo en el que no quiere dar cancha a su ‘desconocido’ rival, Carlos Mazón. El PSPV, como cualquier hijo de vecino político, fantasea con gobernar alone, pero como le ocurre al PP, eso no es factible en este momento. Así que Puig si continúa haciendo ‘Ximoanuncios’, lo hará flanqueado de Baldoví y quién sabe si de Illueca. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 103 (mayo 2023) de la revista Plaza

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