VALÈNCIA. La comedia negra y coral Bodegón con fantasmas, dirigida por el conquense Enrique Buleo, ha sido la gran sorpresa de la categoría de Mejor Comedia en los Premios Feroz y un hito para el audiovisual valenciano de este año. El director estaba viendo la lectura de nominados y cuenta cómo esta se convirtió en la penúltima sorpresa del largo camino que ha tenido el proyecto: “Siempre hemos tenido o acogidas muy buenas o muy frías. Cuando no dijeron el nombre de Sergio Bertrán en la categoría de Mejor Música, pensé que no teníamos nada que hacer. Cuando llegó la de Mejor Comedia, fue una sorpresa brutal. Solo teníamos una nominación pero era la mejor que podía pasar”.
Bodegón con fantasmas es el retrato peculiar de un entorno rural donde lo paranormal se acepta con absoluta naturalidad. La película transita entre el drama y el esperpento con una delicadeza que Buleo describe como el gran desafío creativo: “Me encanta moverme en ese límite complicado entre la tragedia y la comedia. Quiero que el público esté entre la sonrisa y el suspiro, que se rían de situaciones terribles pero sin caer en la parodia”. Este equilibrio es la fórmula mágica de las historias que conforman la película y que le valió críticas muy positivas en el pasado festival de Sitges.
La obra, que reúne un reparto coral donde destacan actores como Consuelo Trujillo o Enric Benavent, presenta historias interconectadas que giran en torno a la vida, la muerte y lo sobrenatural en un pueblo de La Mancha: “Crecí en un lugar donde lo paranormal se aceptaba con normalidad. Hacer la ouija al salir del colegio era algo casi natural”, explica Buleo. La película es, en realidad, un homenaje a las creencias con las que creció en su pueblo natal.
Lo hace a través de historias a las que les une la interacción entre vivos y muertos. Por ejemplo, Tere enfrenta la aparición de su padre fallecido tras meses de aislamiento; o Don Manuel, un cura sin fe visitado por fantasmas en busca de ayuda. “Quería mostrar cómo las personas se enfrentan a los miedos más profundos, pero siempre desde un prisma humano y, por qué no, humorístico”, apunta el director.
“Me di cuenta de que llevaba tiempo escribiendo sobre la muerte y la necesidad de transgredirla. Bodegón con fantasmas es mi forma de desdramatizarla”. Los fantasmas son la figura clave que articula el tono de la película que conectan con los miedos humanos más profundos, pero también con ritos que, vistos en pantalla en vez de en la intimidad, parecen absurdos. “Creo que el humor es la mejor forma de enfrentarnos a nuestros miedos. Y en mi caso, también fue una forma de reconciliarme con los míos”, apuntala el director.
Una de las decisiones más arriesgadas de Buleo es la de optar por una narrativa episódica para su primer largometraje porque muchas veces acaban siendo muy irregulares. Buleo no tiene miedo al material inflamable: “Soy un enamorado de las películas episódicas, pero no fui consciente del prejuicio que existe hacia ellas hasta que llevamos el proyecto a programas de desarrollo. Nos enfrentamos a comentarios como ‘¿Es una película o cinco cortos?’”. Al final, la buena recepción del público y la crítica le ha dado la razón. “Películas como Relatos salvajes demuestran que lo episódico puede funcionar de maravilla”, señala.
Buleo defendió su propuesta hasta el final: “Que una película sea episódica no la hace ni mejor ni peor. Muchas películas lineales también son irregulares, pero parece que a las episódicas se les castiga especialmente”.
Todas las historias están unidas, en realidad, por un pueblo en el que los diferentes fantasmas pululan. El lugar en concreto es su tierra natal, Villanueva de la Jara: “Es el lugar desde el que miro el mundo. Necesitaba que las historias transcurrieran en un sitio con una idiosincrasia particular, donde el qué dirán y la vergüenza tienen un peso que no podrían tener en otros lugares”.
La película ha tenido un largo recorrido de desarrollo, participando en varios laboratorios y foros internacionales en varias fases del proyecto. Preguntado por la experiencia, Buleo evalúa: “Si eres inseguro, pasar por tantos procesos puede destrozar tu proyecto. A veces parece que buscan uniformizar las obras en lugar de potenciar su singularidad”. En su caso, sabiendo que la película tenía potencial, estas oportunidades le han permitido desde afinar la película hasta encontrar aliados para sacarla adelante e incluso darle una dimensión internacional, tal y como ha ido relatando este diario.
El test en pantalla grande llegó el Festival de Sitges, y lo pasó con creces: “El público de Sitges es muy entusiasta. Te dejan claro si les gusta, pero también si no. Por suerte, las reacciones fueron súper positivas. En cada proyección notábamos que el público se reía y conectaba. Ha sido algo muy gratificante”. El siguiente nivel a superar, el más exigente, es el de los premios.