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Blanquiazul y franjiverde: 1927, el año que esbozó la leyenda

Foto: Elche CF
7/12/2017 - 

ALICANTE. Este domingo en el estadio José Rico Pérez se vivirá un nuevo capítulo en la enfrentada historia del Hércules y el Elche, un encuentro de Liga, en este caso, de Segunda División B. Pero un derbi lo es en cualquier categoría, el amor a unos colores no entiende de divisiones.

Este encuentro, clásico del fútbol español, tal vez no tenga la repercusión mediática de otros clásicos. Pero para los 14000 espectadores estimados que se citarán en el estadio del Hércules, ilicitanos y alicantinos, o de cualquier lugar de esta extensa provincia, este partido es tan importante como un Real Madrid-Atleti, un Barcelona- Espanyol, un Liverpool- Everton, o un Roma-Lazio. Es su equipo ante su eterno rival. Es la supremacía futbolera. Es el derbi de su vida.

Si en cualquier lugar del sur de España se pregunta por el Elche, rápidamente a la mente del entrevistado acudirá un uniforme blanco con una franja verde en el pecho. De igual manera, si en algún punto del norte se pregunta por el Hércules, una zamarra blanquiazul con un calzón negro será visualizado por el encuestado. Y es que, los aficionados que acudan al Rico Pérez el domingo, no lo harán para ver un encuentro de la tercera categoría del fútbol nacional. Lo harán para defender un escudo, una historia, y unos colores.

Aunque con un historial de parecidas características, Elche y Hércules conviven en un movimiento pendular, donde unos lloran cuando otros ríen. Donde rara vez la alegría es común. Donde no siempre sus respectivas líneas del tiempo se cruzan en el mismo punto. Sin embargo, hay un hecho y un momento determinado, donde los colores de ambos clubes cambiaron a los que hoy son, únicos y referencia en España.

El Natación y un campanario

El Elche, fundado en 1923, fichó en 1927 a un entrenador checo, Anton Fivber. Desde su nacimiento, el club ilicitano jugaba vestido de blanco. Fue este míster el que decidió añadir la mítica franja verde al uniforme. Aunque algunas fuentes apuntan a una medida para diferenciarse de otros equipos, como siempre, la leyenda se engrandece y expande su reinado en el tiempo.

Recién llegado a Elche, desde lo alto de un campanario, Anton Fivber quedó prendado del paisaje de palmeras que ofrecía la ciudad. Líneas verdes hacia el horizonte, contrastando con caminos y casas, resaltando sobre la tierra. Tanto le gustó a este checo que decidió plasmar este fenómeno en la camiseta de su nuevo equipo. Y así, el Elche añadió la franja verde a su blanco habitual. Así nació el mítico franjiverde.

En cuanto al Hércules, desde sus inciertos inicios, allá por 1914, el color de su camiseta fue el rojo y el blanco, en líneas verticales. Tal vez por el color político característico de ese Alicante. O tal vez por usar tela de colchón en la confección de las prendas. Y es que los colchones de antaño eran rojiblancos, así al Atlético de Madrid se le conoce con el sobrenombre de “colchoneros”.

Sea como fuere, en esa época el fútbol en la ciudad lo comandaba el histórico Natación. Un club que ya tenía cierto respeto nacional, que en 1924 disputó los cuartos de final de la Copa frente al Real Madrid, y cuyos jugadores eran pretendidos por los demás equipos de alrededor.

Una sanción administrativa de 1925, que aún hoy cualquier alicantino que se precie bien podría enojarse al leer la historia, fue apagando lentamente la llama de este club, y finalmente desapareció en el año, curiosidad, 1927.

Así, el Hércules, por necesidad y en honor del histórico club, adoptó el escudo cambiando las siglas de CDN por HCF. Y adquirió el blanquiazul para su uniforme. Las cenizas de un club fueron la piedra angular de otro. El Natación vive en el Hércules, el Hércules es el Natación.

Y así, entre finales de Copa del Generalísimo, entre llamar a la puerta de Europa, entre Asensi o Barrios, Kempes o Esteban, Arsenio Iglesias o Fran Escribá; entre Altabix o La Viña, entre épocas doradas en Primera, y tiempos de barro en las tinieblas, entre todo esto, llega el derbi.

Dos ciudades separadas por escasos kilómetros. A cuál más orgullosa de su historia. Dos clubes compartiendo miserias. Pero una ilusión que no se apaga. Una historia de abuelos a nietos. Una leyenda desde las alturas, una herencia de honor. Elche y Hércules, Hércules y Elche. Dos centenarios por escribir.

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