Como en la película de Bill Murray en la que el protagonista revive un día tras otro la misma jornada, el Partido Popular presenta sus cuartos presupuestos de esta extraña legislatura como si nada hubiera cambiado en una ciudad sacudida en solo cuatro años por una pandemia mundial y ahora, por la crisis económica derivada de la inflación consecuencia de la invasión de Ucrania y desde luego, afectada como la que más por un cambio climático que en nuestro territorio se está haciendo notar de forma inequívoca.
La sensación de deja vú constante que Barcala imprime a cada una de sus intervenciones y decisiones políticas es ya un sello de identidad de su gestión, conocida además de por la performática manera de golpearse el pecho ante los agravios que él mismo genera hacia Alicante retrasando cuando no impidiendo la llegada de inversiones de la Generalitat (como los más de quince millones en construcciones escolares, el contrato-programa para reforzar la plantilla de los servicios sociales o las ayudas en materia de vivienda), por no haber sido capaz de siquiera esbozar el rumbo que debe tomar nuestro municipio en los próximos años y no conocerse más proyecto que el de salvar el día a día, a veces incluso vertiendo gasolina a los incendios para ver si el humo oculta su participación en todos ellos.
Con las cuentas que él, junto a la vicealcaldesa Mari Carmen Sánchez y la edil de Hacienda Lidia López, presentaron este mismo mes se pone de relieve la parálisis local que hemos vivido como resultado de una entente PP – Ciudadanos que ha cohabitado feliz por la alegría y el placer que les ha proporcionado desentenderse del devenir de barrios y partidas rurales y el beneficio que con las escasas decisiones que han tomado han otorgado a los suyos. Iniciativas que han ido en la línea de generar más brecha entre distritos y mejores condiciones fiscales a quienes más tienen.
Y es que estos presupuestos del bipartito son para Podemos los de la consolidación de la injusticia fiscal. En ellos se mantiene lo que Barcala ha llamado "fiscalidad moderada", que viene a ser un eufemismo para denominar el conjunto de medidas impositivas que benefician a las rentas altas y a las grandes empresas. De hecho, la ruptura del principio de progresividad ha llevado a que, por ejemplo, en esta ciudad gracias al Partido Popular los grandes propietarios de vivienda y fondos de inversión, que contribuyen de manera directa al aumento disparatado de los alquileres, se ahorren cientos de miles de euros mientras las clases medias, autónomos, micropymes y la mayor parte de las pymes no hayan visto diferencias sustanciales en sus recibos municipales. Y la consecuencia es nefasta, porque el aumento de los costes de materias primas y energía, y la negativa de las derechas a aumentar ingresos haciendo que aporten más quienes más tienen, harán que nuestro ayuntamiento no tenga capacidad para afrontar ningún reto de futuro.
Por esta razón son además unas cuentas de repetidor de curso: los grandes proyectos de transformación urbana que el bipartito expone son los mismos que viene anunciando desde hace cuatro años. Con un treinta por ciento de ejecución por ejercicio, la sensación de parálisis se acentúa cada vez más. Mención especial para la pasarela ciclopeatonal de Urbanova, reiteradamente publicitado el inicio de unas obras que nunca han tenido lugar e incluso, la reforma de la plaza de San Blas, unos trabajos que comenzaron este año y llevan paralizados al menos quince días y quién sabe cuántos más, pero que se presentaron como novedad en la rueda de prensa del alcalde.
Estos presupuestos de Barcala rechazan apostar, no ya por el cambio de modelo productivo que es algo que el Partido Popular ni contempla, volviendo a fiar el futuro de Alicante el binomio ladrillo-turismo (de baja calidad), sino que tampoco muestra empatía por nuestro tejido comercial de proximidad, olvidando que la economía de nuestros distritos la mueve el autónomo y la pequeña empresa y no valorando la importancia que las ayudas en tiempos de inflación tienen para evitar el desastre de otras crisis y su impacto en el empleo.
Y por último, en la vertiente social. Estos cuatro últimos años de gobierno del Partido Popular han sido nefastos para los servicios públicos. El desmantelamiento, las externalizaciones y las privatizaciones tuvieron mucho que ver en la torpe, lenta e ineficaz respuesta de Barcala durante la crisis sanitaria del covid-19 y, especialmente, durante los confinamientos. Lo antisocial de estas cuentas se traduce en nuevos retrasos para planes imprescindibles como el de Inclusión o el de Zona Norte, pero todavía fue más sorprendente cuando la vicealcaldesa Mari Carmen Sánchez se dirigió públicamente a Barcala para preguntarle sobre las partidas que gestionan los... ¿suyos? de Ciudadanos en Igualdad, LGTBI, Cooperación o Inmigración. Áreas que ahora ya confirmamos liquidadas en el borrador. Y no, no es un peaje a Vox: Es la apuesta del PP alicantino por imitar las medidas ultraconservadoras y de regresión de derechos contra la diversidad y los vulnerables que aplican en otros territorios del Estado.
Es posible que Barcala y Mari Carmen Sánchez se miren diciéndose a lo Shakira que "no fue culpa tuya, ni tampoco mía", seguramente será culpa de verdad de la monotonía. Una monotonía que convierte al bipartito en los protagonistas de Atrapado en el tiempo. El clásico navideño es de 1993, el último año en el que las derechas que nos gobiernan pudieron tener alguna idea nueva para Alicante.
Xavier López, portavoz municipal de Unides Podem EU en el Ayuntamiento de Alicante