En plena ofrenda a la Mare de Déu del Remei sentí la llamada. Esta vez no era mi nunca bien ponderado y pagado Herr Direcktor Miquel González. Era muy al fondo, mi yo interior. ¡Huye! Luces en la oscuridad brumosa del bosque del valle. Les Santes Creus.
Sí, me he retirado a un monasterio. A pelo y sin cobertura. Refrectorio. Sala Capitular. Claustro. Vidrieras. Baldosas. El principio del que som en su esencia monacal: Poblet. Una sirena. La oca. El claustro en el que se recreó Gaudí y está enterrado Jaume I, Jaumet. He levitado con el canto de les vespres de las monjas de Vallbona y extasiado ante la tumba de Na Violant d’Hongria. 3 monasterios y un ciervo del Císter. La regla. Paz interior. Libre albedrío. Mendicantes y cátaros. Me perdí la Palmera del Benacantil, la Nit del Foc y casi diez días después he renacido, a lo Pedro Sánchez. Que, tras el fiasco de RTVE, inicia una ronda de reuniones itinerantes con Quim Torra. Caminante no hay camino. Fer pais. Irene Montero y Pablo Iglesias están pasando un momento difícil. Felipe VI le explica El Guernika a Barack Obama. Letizia Ortiz no sabe donde veraneará.
Retorno y no va la Wikipedia. Fashion drama. El abismo. Los legionarios de Cristo y el Opus. Gana, de momento, Soraya Sáez de Santamaría. O sea, los Arenas&Císcar. Los abogados del Estado y los caimanes de la ciénaga. El CNI y el aparato. El poder por el poder. Pero tras la batalla de compromisarios el presidente del neoviejuno Partido Popular será el renovador Pablo Casado -si no vuelve a actuar el lado oscuro- con ayuda de los fans de María Dolores de Cospedal y de los cabreados. El PP, un partido sin bases, unos barones sin territorio, miles de candidatos en el aire, ha perdido la oportunidad de explicarse a los españoles como reclamó y profetizó sin éxito García Margallo, el, ahora, repudiado. El desprecio a la inteligencia, a la cultura y a la experiencia. Quizás ahora sí haya un debate a dos. Catarsis o desaparición. Una nueva religiosidad. El vampiro Albert Ribera, la brisa del mar en la cara, se siente El Doríforo de Policleto en la puerta de la Moncloa. Inés Arrimadas, la madrastra con la lanza ante el espejo. Blancanieves y los siete enanitos. La nueva derecha vive del cuento.
El retorno a la magia. Efectivamente el PP ha entrado en el túnel del tren de la bruja y nunca jamás se volverá a cerrar la caja de Pandora. Hasta finales de julio, la sacudida, los realineamientos, los cambios de banderas y plumajes van a ser espectaculares. Por eso es prematuro pedir la dimisión como diputado de Margallo, condenar a César Sánchez al eterno rincón de pensar, encumbrar a Pablo Ruz o exaltar la inteligencia e intuición política de Isabel Bonig. Que, eso sí, debe cesar inmediatamente al zombie Emilio Bascuñana en Orihuela. Luis Barcala, haz algo, por Snoopy, déjate llevar por la sapiencia de Mari Carmen de España y recolócate, que los alicantinos te necesitamos te quiero a morir. Toda la derecha alicantoniana auténtica y nostálgica ha echado mucho de menos a Luis Díaz Alperi y a Sonia Castedo. Y a su caballo blanco cabalgando por la arena y los yates del postiguet. José María Aznar ha hablado: la única solución es la refundación. Eduardo Zaplana, Mariano Rajoy, Juan Cotino, JJ Ripoll y el cautelarísimo Enrique Ortiz no han abierto la boca. Alfonso Rus tampoco. Las listas, los conflictos arancelarios, los tiroteos en la noche de Benidorm, los flujos migratorios incontrolados han llegado a las filas populares para quedarse. Los niños siguen encerrados en la cueva.
La Ilustración. Las cosas por su orden. Primero Vicente Boluda recibió al ministro de Fomento. Después, Ximo Puig a Jose Luis Ábalos. Hielo turolense en el corredor mediterráneo-cantábrico en el Palau. Huelga de ambulancias. Tranquilidad, chicas, nada reseñable: quedan inaugurados los primeros incendios no declarados en el largo verano socialista. Ábalos sigue cercando el cordón sanitario sanchista con el nombramiento de la nueva sudelegada del Gobierno en Alicante, María Araceli Poblador. Es reconfortante volver a casa y ver que todo sigue en su sitio. Quizás deberíamos cambiar de sitio la mesa del ordenador. O suprimir las diputaciones. Amén. No, no, lo que tú quieras, corazón.
El post marxismo. La tierra no es plana, sigue girando y quizás por eso dimitió el socialista Jorge Rodríguez en la diputación de València. Y en Ontinyent. En Compromís las responsabilidades se asumen mal y tarde. Los límites del consentimiento. La baja de Agustina Brines ha dolido en el Bloc. Seguir cobrando. Mónica Oltra ha contraprogramado el inicio del congreso del PP el 20 de julio con un ple del Consell en Castalla. Transparència à la Generalitat. Enric Valor nos hubiera escrito una dulce y maravillosa rondalla con la trastienda del espionaje en La Cigüeña. Alfons Puncel, el instagramer de Manuel Alcaraz, será un buen fotógrafo oficial de Alicante ahora cuando nos deshagamos de Natxo Bellido. El Consell necesita vacaciones.
La fotoperiodista Pilar Cortés va a tener una calle en su ciudad. Ya la tenía en mi corazón. Casi ni se siente la bajada del IVA en el cine, me apunta el maestro Gonzalo Eulogio que está en el Festival de l’Alfàs del Pi. Van Gogh, Murillo, Lorenzo Lotto. Y el cadáver de Francisco Franco. Podéis ir en paz.