Cuentan los volúmenes clandestinos de la historia que Josef Stalin durante los últimos compases de su tiranía se obsesionó tanto con su posible asesinato que ejecutó a varios de los médicos que le suministraban sus tratamientos. A Adolf Hitler durante un tiempo de su dictadura supremacista también se le despertaron los instintos supervivientes ante los rumores que amenazaban a su vida y que se materializaron en celebres operaciones como Valkiria. Kim Jong-un condenó a la pena capital a su tío ante las imaginaciones de una posible conspiración encabezada por este para derrocarle del poder.
Cuando uno atesora un bien siempre se tiene miedo de perderlo, de que se lo despojen de las manos tras haber costado sudor y lágrimas conquistarlo. Cuando los líderes se ven amenazados ante los intentos de robo ajenos un elemento conseguido tras una feroz lucha, el miedo se apodera de su interior estimulando a una quimera fruto de las amenazas externas, -a veces creadas por la misma imaginación del subconsciente-, causantes de las inseguridades que despiertan esas sensibilidades infantiles. Algunos residentes de los barrios del sur de Madrid han salido a la calle ante el temor de que la derecha les catalogue arrebatándoles la libertad por ser pobres, Díaz Ayuso insinúa estar siendo utilizada como cabeza de turco de la izquierda para tapar sus vergüenzas e intentar arrebatarle la capital, y algunas voces de la Iglesia Española atacan a la Comunidad de Madrid u a otras instituciones por reducir el aforo en los lugares de culto.
En los tres casos se produce una aparente violación potestativa por parte de un interesado. En el caso de los madrileños que encabezan las protestas vecinales existe el temor a una especie de sociedad imaginaria en las cabezas clasistas de los obreros en la que los más desfavorecidos gozarán de menos libertad que los ricos por el simple hecho de tener menos capital en la cuenta corriente. Se sienten amenazados ante el principio liberal promulgado por la derecha de prescindir de ayudas sociales ante el prisma de constituir bolsas de precariedad. Hablando claro, tienen miedo de que les quiten la paguita, de que dejen en el olvido todo tipo de prerrogativa con los que cubrir sus intereses. No se dan cuenta, todos estos que ahora protestan en las urbes, cuando meses atrás llamaban imprudentes a los cayetanos por hacer exactamente lo mismo, que los mesías evocadores del maná más sabroso lo único que están haciendo es ganarse su fidelidad mediante ayudas sociales que en ocasiones no fomentan el progreso sino más bien el estancamiento y su regresión acomodada de forma crónica. Esa visión es de todo menos progresista, el progresismo de verdad es el cimentado por grandes dosis de liberalismo que sirva como palanca para mover la economía individual a través del desarrollo personal. Avance inexistente en todos los casos en los que esperan con resignación una ayuda de estos que los han llevado a la miseria mientras ellos se han hecho ricos a costa de sus esperanzas rotas. Vean si no a una Irene Montero ataviada de los mejores modelitos posando para la revista Vanity Fair. Surrealista. Igual de irónico que ver a Juan Carlos Monedero apoyar a los obreros poco antes de irse a un restaurante con más tenedores que dinero tenían los asistentes a las marchas… Ese es uno de los ideólogos de las sociedades en las que se rompe las piernas a la ciudadanía para darles una muleta poco después con el fin de que estos les rindan pleitesía ante su generosidad. Todo mentira. Como es una falacia el confinamiento por razones económicas, se producen las restricciones por las imprudencias vecinales, no por el nivel económico de los paisanos.
En cuanto a las manías persecutorias denunciadas por Isabel Díaz Ayuso, más de lo mismo, ni tanto ni tan calvo. Es cierto que cierto sector sectario bañado de una falsa progresía no cesa en su empeño de hacer de ella una caricatura de sí misma, no hay día en el que alguno de estos mamporreros no diga algo contra la presidenta madrileña, o manipule la maquinaria mediática para hacer recaer el confinamiento de la capital sobre su líder mientras en otras autonomías las informaciones señalan únicamente a la Comunidad en cuestión sin desgastar a la figura institucional. Pero no se puede pasar por alto una deficiente gestión de la dirigente Popular que ha sido contradicha hasta por algunos cargos de su confianza como Antonio Zapatero, viceconsejero de Sanidad. Pese a la influencia indudable que tengan los medios de comunicación, estos no pueden moldear la imagen si no se les facilita materia prima para elaborar un relato. Díaz Ayuso no deja de producir carne para los perros de presa soltados por los radicales por sus deslices microfónicos.
Otros que se sienten perseguidos en este pilla a pilla mediático estrambótico es la Iglesia Católica, una, como algunos miembros de esta me han confesado, sienten que las instituciones van a por ella. Temor fundado dados los últimos movimientos del Gobierno de Pedro Sánchez con los que ha señalado su posible intención de derribar la cruz del Valle de los Caídos, -cuando deberían dejar en paz el monumento y a los clérigos que residen en su monasterio, así como a los familiares de los fallecidos que deseen continuar enterrados en suelo sacro-, pero sin embargo parecen bastante absurdas todas aquellas insinuaciones que alegan un ataque a la libertad religiosa con la reducción del aforo en las Iglesias. Es evidente que al aumentar los contagios se deben tomar medidas para reducir las reuniones, y una de estas, -tiene que ser así también en cines, teatros y museos-, se debe producir en los espacios que concentren a un gran número de personas. Si pudiera existir cierto recelo hacia la Iglesia por parte de Pedro Sánchez, pero es absurdo abanderar una presunta inquina a la institución por parte de gobiernos como el de la Comunidad de Madrid dada la confesión católica de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Dejemos de intuir cazas de brujas inexistentes, mundos imaginarios estimulados por falsos clichés clasistas y atentados personales fomentados por los propios errores cometidos. Seguro que así nos centraremos en los importante, derrotar al virus y sacar España adelante.