VALÈNCIA. El próximo viernes 18 que llega a los cines El acontecimiento, el film ganador del León de Oro en el pasado Festival de Venezia. Basado en la novela homónima de Annie Ernaux, cuenta la historia de Anne, una joven en la Francia del 63 que se queda embarazada accidentalmente a las puertas de los exámenes finales de la carrera de Letras. “Quiero tener un hijo, pero no uno que me quite una vida”, dice en un momento del metraje: segura de querer controlar su propio destino, no duda un segundo en que quiere abortar, algo que aún no es legal en el país. Audrey Diwan cuenta con crudeza el proceso por el que tiene que pasar, y lo muestra en un abanico que abarca la violencia estructural de los médicos antiabortistas hasta el propio aborto clandestino y doméstico al que se acaba enfrentando.
Diwan y su protagonista Anamaria Vartolomei estuvieron ayer en los Cines Lys presentando el film una semana antes de su estreno, en el marco del Proyecto Viridiana. Antes, atendieron preguntas en un encuentro con medios.
- La película tiene escenas muy duras, ¿te planteaste rebajar la crudeza de estas o siempre tuviste claro ser fiel a la visceralidad del libro?
- No. Creo que el cine consiste en emociones que sacudan, o al menos esa es mi visión sobre el cine. Además, cuando Annie Ernaux escribe, busca ser honesta, no impactante; y yo no quería hacer una película impactante, sino realísticamente impactante. Quería hacerle desde el dolor pero también desde el placer: las mujeres del film hablan de aborto legal, pero también reivindican una vida sexual, y hacerse cargo de su destino intelectual. Así que la película es fuerte porque es fuerte su sensación de libertad.
- ¿Cómo se proyecta esta historia ambientada en la década de los 60 en el presente?
- Cuando estaba escribiendo, era muy consciente de eso. En Francia tenemos una ley del aborto desde 1965, pero hay muchos países en el que el contexto de la película es su presente. Así que buscaba la manera de mostrar los 60, no haciéndolo como un periodo de paz, sino mostrando segundo a segundo cómo era vivirlo desde el prisma de esta mujer joven.
- La cámara está pegada a la protagonista todo el metraje, ¿dónde querías posicionar al espectador?
- Cuando leí el libro, tenía la sensación de estar en una especie de thriller, con una mujer peleando contra el tiempo: la presión de los exámenes, lo que está sucediendo con su propio cuerpo, la gestión de su secreto… Y a todo esto, también la falta de información: no hay internet en esta época, no tiene acceso a ella y no hay posibilidad de hacerse un aborto legal. No le queda tiempo, así que tiene prisa. Yo pensé en subrayar cinematográficamente este aspecto enlazando el personaje de Anne con el espectador para hacer el viaje juntos y tener la experiencia de lo que es vivir su situación.
- El film muestra una sociedad donde la educación sexual está supeditada a las conversaciones informales entre amigas. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que se nombra la palabra aborto. Háblanos de ese aspecto en el film.
- La palabra aborto tampoco aparece apenas en el libro. Mi co-guionista, Marcia Romano, y yo nos planteamos cómo representar el sexo en la película, y nos pareció muy interesante hacerlo de manera gradual: primero hablan de ello, luego se ve una imagen, luego una amiga enseña cómo tener un orgasmo, y finalmente la protagonista tiene la capacidad de tener ese momento. Ha sido paso a paso, y me parecía una manera muy bonita de llegar a ello. Pero también que la historia se sitúa en un momento muy interesante de la historia de Francia: a las puertas de la Revolución Sexual, puedes notar en el aire que los jóvenes están preparados. Bailan juntos, y nunca antes lo habían hecho. Hay una tensión sexual en la primera vez que notan la piel contra otra piel, pero tienes a una sociedad que te dice explícitamente que no debes hacer nada. Es una época de una gran tensión de los cuerpos.
- ¿Cómo fue el proceso de casting para elegir a Anamaria Vartolomei?
- Llegó al casting y fue ella la que me interrogó a mí. Me dijo: “sé que tengo que hacer escenas de desnudo, pero quiero escuchar de ti por qué debería hacerlo”. Ese temperamento, la manera en la que hablaba y estaba. Y a mí me salía una sonrisa porque ya estaba pensando en cómo ese carácter estaba ligado al personaje que yo había entendido de Annie Ernaux.
Luego, técnicamente, necesitaba una persona que ya hubiera estado en un set de rodaje, porque la cámara iba a estar muy pegada a ella y debía olvidarse de que hubiera un equipo filmándola; también quería a alguien que actuara de manera muy minimalista, porque cuando los planos son tan cortos, media sonrisa acaba pareciendo una sonrisa gigante; y por último, no me considero una titiritera que vaya manejando sus personajes, buscaba una compañera intelectual, alguien con quien pueda crear y construir a mí protagonista.
A la protagonista, Anamaria Vartolomei, que también estaba en el encuentro, se le preguntó:
- ¿Cómo te sentiste rodando escenas tan duras como el aborto domestico?
- No diría que fueron duras, sino que eran un reto. Era la primera vez que hacía escenas de desnudez, pero no fueron algo difícil. Creo que estaba cómoda porque me sentía segura. El gran reto era que las escenas de dolor parecieran sinceras, pero tuve la mejor guía que podía tener. No fueron fáciles, pero sí cómodas de hacer. Las presión real la tenía en ser creíble, en que la escena funcionara. No ensayamos casi, pero creo que era importante que nos abandonáramos y nos dejáramos llevar. Otra vez lo digo: la clave es que me encontraba en un espacio seguro para ello.
- El personaje va sintiendo el abandono de sus amigas a lo largo del proceso. La película le enfrenta a sentimientos muy fuertes. ¿Qué te quedas del personaje?
- Yo leí La Place de Annie Ernaux en el instituto, pero fue El acontecimiento el primer libro suyo que me impactó. Me ayudó a sentirme, como mujer joven, más valiente, más segura y más libre de mí misma. Cuando acabé el rodaje, necesitaba mantener el personaje, por eso seguí leyendo mucho de su obra. Me quería quedar con el personaje, para mantener una fuerza que yo no solía tener.