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Conversación con Catherine David

Aref El Rayess, un "milagro" expositivo para el IVAM

7/05/2023 - 

VALÈNCIA. El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) abre las puertas la próxima semana a una de sus grandes apuestas del curso en el ámbito internacional, una muestra que mira a la obra del libanés Aref El Rayess (Aley, 1928). Esta supone la primera gran exposición que le dedica un centro cultural europeo, una muestra que se centra en el periodo que comprende de 1958 a 1978. El primer paréntesis se abre en su regreso a Beirut tras su estancia en Senegal o París; el cierre llega con los inicios de la guerra civil. “En muchos sentidos, su obra de ese periodo es la de un sismógrafo que registra los deseos y esperanzas frustrados de una época”, explican desde el museo. Tras esta muestra está la mano de Catherine David. La francesa, exdirectora Adjunta del Museé National D’Art Moderne -Centre Georges Pompidou y jefa del Departamento de Investigación y globalización, es la comisaria de un proyecto que construye un puente artístico entre dos extremos del mar mediterráneo. 

Son dos capas, la que tiene que ver con la propia obra del artista y la que se refiere a esa conexión entre las instituciones culturales europeas con el resto del mundo, las indispensables para comprender un proyecto que pone tanta atención a la primera como a la segunda. "Cada vez nos interesamos más por artistas modernos que no pertenecen al 'Top 100’. Intentamos tener una visión más compleja, más abierta e inclusiva”, relata la comisaria , que se encuentra en València ultimando los detalles de la exposición, en conversación con Culturplaza. Este acercamiento a distintos artistas, en este caso, de la otra orilla del mediterráneo, no es en ningún caso un proceso sencillo ni se puede hacer en bloque, sino que se debe hilar bien fino. Es precisamente esta una tarea que, con especial ímpetu en los últimos años, se ha estado llevando a cabo desde las instituciones culturales, aunque, apunta David, generando en ocasiones “lecturas superficiales [que] sin darse cuenta reproducen ese tipo de dicotomía que no funciona”. 

Cuando la comisaria habla de esa dicotomía con la que los estudiosos europeos miran al arte más allá de sus fronteras se refiere al uso -erróneo- del mismo esquema que construye la Historia del Arte occidental sobre otros territorios, marcados por procesos históricos que nos pueden resultar ajenos, así como por contextos espirituales, religiosos y culturales muy concretos que obligan a un estudio específico. "Cada vez más y más estamos en contacto con representaciones y figuras muy diversas. Ahora la situación es más compleja, por eso hablaría más en términos de una modernidad más inclusiva. Lo moderno no es una división entre figurativos y abstractos”, expresa. Esto provoca que hoy en día nademos en un mar que puede resultar “paradójico”, un momento en el que toca repensar la relación y acercamiento de las instituciones europeas con el resto del mundo, desde el ámbito expositivo y del propio proceso de investigación. 

“Me pone nerviosa cada vez que se habla de cubismo cuando un artista presenta formas geométricas. No. Yo hablaría de geometrización del espacio. Esto es muy interesante porque se da en muchos culturas con tradiciones diversas”. Dos palabras se repiten a lo largo de la conversación: inclusividad y complejidad. Ambos conceptos tienen que ver con la propia construcción de colecciones de museos, una cuestión sobre la que tiene una idea clara: no se pueden explorar otras miradas artísticas a través de compras aisladas, lo que Catherine David califica como una suerte de “tutti frutti” al que, insiste, se opone. “No se puede entender a un artista con una obra y menos cuando se pretende presentar un espacio geocultural”.

Estas reflexiones son clave para entender la manera en la que se ha configurado la muestra, que se inaugurará la próxima semana en el IVAM, un gran proyecto expositivo que ahonda en la relación del museo valenciano con el mundo árabe. Fue en 1948 cuando El Rayess realizó su primera exposición en Beirut, el pistoletazo de salida a una década en la que se formaría en Senegal, Italia o París, donde estudió arte en la Academia de Bellas Artes y se formó en los estudios de Fernand Léger y André Lhôte, entre otros. Es a partir de este momento que se marca el primer paréntesis de la exposición, que abarca dos décadas de trayectoria, una carrera marcada por la “libertad” y la “osadía” y que, explica la comisaria, es “entre una sorpresa y un milagro”, pues gran parte de su producción estaba guardada en cajas que hasta después de su muerte no volvieron a ver la luz. 

"Hay momentos [de su carrera] que siguen muy poco documentados o cuando hay documentación no está organizada”, relata Catherine David. Aunque con espacios sobre los que seguir investigando todavía, la exposición reúne no pocas obras y material documental, piezas que dan cuenta de una obra que se construye de manera heterogénea y afectada tanto por sus viajes como por su contexto social y político, que no escapará de su obra. Así, la muestra presenta desde retratos de los combatientes drusos a las “brutales” alegorías de la guerra del Líbano pasando por los dibujos que acompañan a los poemas de su amigo Kamal Joumblatt, filósofo y político asesinado en 1977. “No es un artista fácil”, desliza durante la charla Catherine David. Y es justo eso lo que no tiene que ser. 

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