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crónica del concierto en alicante 

Ana Torroja, con ella empezó todo

1/08/2021 - 

ALICANTE.  En octubre de 1981, en lo que ahora se llamaría un Late Show, presentado, ni más ni menos, que por Carmen Maura, aparecieron por casualidad (parece ser que no eran el grupo invitado, pero fallaron los titulares y ellos estaban a mano para grabar, en un momento en que el summum de las cadenas únicas era el diferido), ya bajo el nombre de Mecano, José María Cano, Nacho Cano y Ana Torroja, una muchacha de 22 años cuyo aspecto frágil hacía parecer aún una adolescente. La disposición en el escenario, como una pirámide con Ana en el vértice más cercano a la cámara, tenía algo de geométricamente impecable. Desde un fundido en negro, empezó a sonar el punteo que abre Hoy no me puedo levantar, el primer hit tecno-pop hedonista de la historia de la música española. Antes aún de escuchar su voz, el ligero contoneo sinuoso de la vocalista, vestida con una versión particular de la estética new romantic, como una serpiente hipnotizadora, fijaba los ojos de los televidentes en la pantalla, en blanco y negro aún en muchas casas. “Música de lata”, fue la sentencia de muchos padres. Cara de póker y un ligero asentimiento “sí, sí”, de muchos jóvenes, incluso muy jóvenes, de apenas 11 o 12 años.

Coincidieron, en la explosión mediática de eso que después se llamaría “la Movida”, con Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Parálisis Permanente, La Mode, pero Mecano rompió el hielo de la prensa generalista, incluso de los padres del “música de lata”.

Cuarenta años más tarde, la joven Ana Torroja llegaba a la Puerta de Sol de la Plaza de Toros de Alicante en un taxi monovolumen, flanqueada por dos asistentes, medio escondida en el asiento trasero. Faltaba media hora para el horario de inicio establecido. Toque de queda mediante (las 01:00), estaba claro que el concierto empezaría con algo de retraso.

Es difícil, en la situación actual, sin hacer cálculos precisos con todas las variables, saber si la organización cumplía expectativas. Las medidas covid reducen los aforos, y también la disposición del público. El festival Noches Mágicas 2021 tenía que unir esfuerzos con la Plaza en Vivo para acoger la demanda provocada por la ahora solista (“ahora” desde la disolución del grupo en 1992). El efecto llamada fue grande, el resultado final queda un poco en el aire, por las dimensiones del recinto y el aforo reducido. En definitiva, mucho público fan, a veces acompañado de nuevas hornadas adolescentes que tal vez se habrían conformado con un par de vídeos en Instagram o Tik Tok.

Haciendo honor al inicio catódico de Mecano, una escenografía marcada por pantallas que iban reproduciendo momentos icónicos de lo “popular patrio”, y una cuenta atrás en grandes dígitos rojos. A falta de apenas unos segundos, dos músicos vestidos de blanco ocuparon los espacios estáticos del teclado y la batería, 3, 2, 1, los dos guitarristas, también de blanco inmaculado, entraban en la zona central del escenario, flanqueando una figura encapuchada, digna de una novela de misterio ambientada en París. 0… capucha fuera, enfundada en un mono de lentejuelas doradas, saludó desde micrófono central y, aunque todavía sin su contoneo característico, atacó de manera directa el repertorio Mecano con un breve popurrí introductorio, acompañado por los oohs, aaahs y coros del público, al reconocer cada una de las melodías, con Me colé en una fiesta como primer momento álgido.

A partir de aquí, tres Anas Torrojas tomaron el escenario y el auditorio. La autofan, alternando los momentos Mecano como Hoy no me puedo levantar, con los temas de su carrera en solitario, empezando con los de su nuevo disco, Mil razones, y hits propios como el Sonrisa de 2010, uno de los momentos más dinámicos, más guitarreros de la sesión. Los arreglos de los temas clásicos siempre con un toque entre el rock guitarrero, los nuevos, imbuidos de los nuevos ritmos electro-latinos, y un primer momento de diálogo con el público, antes de dedicarle Mujer contra mujer a los fallecidos durante la pandemia, pero especialmente a Samuel, el muchacho gallego víctima de un asesinato de carácter homófobo, “por cosas como esta, sigue vigente esta canción”.

Un par de cambios de vestuario más tarde, en la transición entre Un año más e Hijo de la luna, el momento emotivo de la noche, cuando el público ofreció a Torroja un homenaje en forma de un mar de globos amarillos iluminados por la linterna de los móviles. Somos 3 fans murcianos y os necesitamos para darle una sorpresa a Ana. ¿Nos ayudáis?, se podía leer en la nota que acompañaba una bolsita free-covid sobre cada asiento, en la que estaban los globos sin inflar. Lo que tal vez no esperaban los fans murcianos es que el final de la sorpresa se convertiría en una muy alicantina mascletà de globos. La noche se calentaba, y no solo por la tórrida temperatura. Nuevo speech, llegaba el momento de interpretar Hora y cuarto, uno de los temas más escuchados de su nuevo trabajo. El público mantenía la ilusión de ver aparecer sobre el escenario a Alaska, su partenaire oficial en este tema, pero si en Madrid, en las Noches del Botánico, era la compañía “gentilíciamente natural”, en Alicante no podía ser otro que el oriolano Óscar Ferrer, autor de la canción, miembro de Varry Brava, que, micrófono en mano con actitud de MC, deambuló por el escenario con Ana, en una coreografía cuasi pimpinelesca.

Un Barco a Venus con tintes grunge sirvió para cerrar el bloque del concierto, seguido de la presentación de los cuatro músicos mexicanos que la acompañan como banda en la gira, y la celebración del cumpleaños del batería. “¿Le cantamos, sí, aunque en México se cantan Las Mañanitas… ah, sí, lo intentamos? Y sí, todo el público coreando, casi sin perder el pie de la letra, “Estas son las mañanitas/ Que cantó el rey David / Hoy por ser día de tu santo / Te las cantamos aquí…

A partir de aquí, la tercera Ana Torroja, desprovista del soporte de la banda, volvió a recuperar la naturalidad con la que al tercer o cuarto tema había tenido que parar, al no entrar al pie de la banda, y reconocer que a veces esas cosas pasan, que era una señora mayor a la que el humo que sirve para darle densidad a las luces le afectaba en la garganta. Micrófono en mano, era el momento fan total, a pedir todo aquello que no había sonado en la setlist, “canciones a la carta”, desde Maquillaje a Mes prières, desde No es serio este cementerio hasta Aire, para recuperar el apoyo de la banda para una emocionante Me cuesta tanto olvidarte de cierre, justo a tiempo para que el público pudiera replegarse a sus hogares, antes de el inicio del toque de queda, siempre respetuosa con las imposiciones de la pandemia.

Ana Torroja, con ella empezó todo, allá por los inicios de los años 80 del siglo XX. Había otras, sí, pero la voz de timbre adolescente de la cantante madrileña fue, y sigue siendo, única, a pesar del humo de los focos.

 

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