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socialmente inquieto / OPINIÓN

Alicantinos contra la guerra

7/03/2022 - 

Lo que hasta hace unos días era impensable, se ha producido fruto de la decisión de un dictador fanático. Europa está en guerra, en pleno siglo XXI. Ucrania ha sido invadida por la Rusia de Putin intentando anular una democracia por la fuerza y la tiranía de una potencia militar opresora. Ya ve que siempre hay un loco, ciego por su codicia, que es capaz de emprender una guerra por su ambición personal.

Muchas son las manifestaciones de apoyo al pueblo ucraniano. El Parlamento Europeo, el Congreso de los Diputados español, ayuntamientos... algunas de ellas se realizan al aire libre recorriendo calles y plazas reivindicando la libertad, la paz, la fraternidad entre los pueblos.

En esas manifestaciones populares echo de menos las de la izquierda española. ¿Dónde están? No escucho su grito de "no a la guerra". No inundan las calles como en otras ocasiones. ¿Por qué será? Criticaron a EE.UU. por la guerra de Irak, pero no lo hacen cuando Rusia ataca e invade Ucrania. Puro cinismo. La reivindicación de la paz no tendría que ser ideológica, sino un valor universal de los pueblos del mundo. Todas las guerras son malas, vengan de donde vengan y las lidere quien las lidere.

España nunca ha sido una nación belicista. No participó ni en la Primera ni en la Segunda Guerra Mundial. Y ahora tampoco lo es, aún siendo miembro de la OTAN. Pero en esta ocasión no puede ser neutral. Aunque se limite a cumplir con los acuerdos de sus aliados europeos, no todo lo bien que debiera hacerlo, con decisiones a favor o en contra según le dé al presidente del Gobierno presionado por sus ministros comunistas.

Muchos son los alicantinos que han manifestado su no a la guerra. Lo hicieron, lo han hecho y lo volverán a hacer. Ya sabe eso que dijo Einstein cuando afirmó que "hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana".  Y guerras van a seguir existiendo para desgracia del ser humano.

Alicantinos contra la guerra los ha habido siempre, como aquella manifestación multitudinaria que recorrieron las calles alicantinas a principios del siglo XX.  Ocurrió el 10 de diciembre de 1922. Los alicantinos se echaron a la calle. El todo Alicante se manifestó con un éxito rotundo de participación, superando todas las estimaciones previstas. Asistieron unidos "hombres de la extrema izquierda como de los partidos de la derecha", en palabras del cronista Enrique Cerdán Tato en uno de sus artículos de La gatera.

Entonces Alicante se unió a las capitales de provincia de España para clamar a los dirigentes del país que parasen la guerra después del desastre de Annual en Marruecos del año anterior. El llamamiento al pueblo alicantino para esta manifestación popular partió de la Federación de Empleados Mercantiles. Sus dirigentes encabezaron la manifestación.

El gentío recorría las calles con sus proclamas, sus gritos y sus reivindicaciones. Incluso con canciones que los acompañaban y les daban el valor que necesitaban para ser una sola voz que pidiera el cese de las hostilidades y el alto el fuego.

Una vez que la cabeza de la manifestación llegó frente al Gobierno Civil, una representación de los manifestantes entregó al Gobernador un resumen de sus reivindicaciones solicitándole que lo elevara a la autoridad que considerara pertinente.

Finalmente, Lorenzo Carbonell se dirigió a los allí congregados desde el balcón de dicho Gobierno Civil. Calmó a los más exaltados, tranquilizó a los más indecisos y dio esperanza a los más incrédulos. Todos tenían la misma aspiración: terminar esa guerra y negociar las condiciones de paz.

Los alicantinos también se echaron a la calle para celebrar el fin de la sublevación militar republicana de Jaca del 12 de diciembre de 1930. Este hecho es poco conocido por lo que, quizá, se lo cuente en otra ocasión con más detalle. Permita que le diga las manifestaciones de alegría del pueblo alicantino ante el fracaso de ese golpe de estado. Las calles se llenaron de gente de toda condición que disfrutaron con júbilo de la paz. Un desfile militar por la actual calle Rafael Altamira y plaza del Ayuntamiento fue el acto oficial en ese ambiente festivo. Se terminó ese pronunciamiento militar con la detención de sus participantes. Podían haber traído a esa España convulsa reacciones violentas de consecuencias impredecibles.

Todos los conflictos armados llenan de víctimas los hospitales, las ciudades y los pueblos, por lo que no entiendo cómo se pueden criticar unos y no otros. Por eso es cuestionable la actitud de Podemos. Su silencio, su falta de iniciativa para reivindicar la paz, como hizo en otras ocasiones, junto con otros partidos políticos. Curioso. Lo expresó muy bien Manuel Marín en su columna del ABC del pasado 1 de marzo en el que manifestaba de los de Podemos que "ahora que el comunismo de verdad va de invasión, de imperialismo y miseria, se nos quedan callados. (…). Su comunismo de mentirijilla creía que las muertes dictatoriales en directo, el aplastamiento de un pueblo libre y soberano, y el odio de unos perturbados a todo lo que suene a legalidad y libertad, eran pura retórica. Ahora que lo ven en vivo, balbucean acobardados porque no saben qué decir". Está muy claro, ¿verdad?

Con estos podemistas en el Gobierno de coalición, ¿cómo los aliados van a confiar en el Gobierno español? Me preocupa la irrelevancia política a la que Pedro Sánchez ha convertido los Asuntos Exteriores de España. Cuando hace unos días se entrevistaba al Presidente del Gobierno en TVE (28.02.2022), se celebraba al mismo tiempo una reunión on line entre todos los líderes europeos y Joe Biden, presidente de EEUU. A esa reunión España no fue invitada. Esto lo contaba con pesar uno de los tertulianos de la Ser el pasado lunes en el programa de Àngels Barceló. Lo escuché, tan sorprendido como los tertulianos de ese coloquio, condiciendo el coche camino de un encuentro laboral.

En esa reunión on line trataron asuntos de interés como las gestiones de acogida de los refugiados ucranianos que vendrán a países europeos huyendo de la guerra.

Diversas instituciones están preparando la recepción de los refugiados. Así, desde Alcaldía del Ayuntamiento de Alicante se publicaba un mensaje de solidaridad con los ucranianos residentes en Alicante y de rechazo a la guerra, así como se producía la constitución de un plan local de contingencia y acogida de los ucranianos huidos de la invasión rusa que lleguen a Alicante. A su vez, la Universidad de Alicante se moviliza con el pueblo ucraniano con una ayuda humanitaria de 10.000 euros de cooperación internacional, acompañamiento psicológico y proyectos de acogida de refugiados ucranianos, una vez estén en Alicante, con fórmulas de integración en la Universidad a alumnos, profesores e investigadores de esa nacionalidad, activando un servicio de traducción con voluntarios lingüísticos, entre otras acciones, que coordina la Plataforma Alicantina por Ucrania (PAU). Por su parte, la Diputación de Alicante destina dos millones de euros extraordinarios de la partida de Emergencias destinados a los refugiados de Ucrania que lleguen a la provincia.

Ya sabe, los españoles somos solidarios y acogeremos a estos ucranianos, víctimas de la barbarie de un tirano que ha invadido su país con el uso de la fuerza, produciendo ya horrendos crímenes contra la humanidad que está investigando el Tribunal de La Haya.

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