ELCHE. Desde que tomara posesión como alcalde el pasado sábado 17 de junio, Pablo Ruz, nuevo alcalde de la ciudad y segunda vez en que el Partido Popular ostenta la vara de mando, no ha querido perder el tiempo. El mismo domingo reunió a su equipo de trabajo para poner al Ayuntamiento en marcha. Una semana productiva en la que empieza a mostrar por dónde van o pueden ir los tiros en su gestión, o al menos en la forma, con varios gestos que generen ese relato que ha venido construyendo, su voluntad de "gobernar para todos". Siete días cargados de pequeños detalles e intenciones; una semana intensa en la que incluso ha habido tiempo para que rectifique con una de sus concejalías y para vivir su primera manifestación en contra.
En este inicio de semana, también para agradar a quienes no le han votado y mostrar altura de miras, quizá también intentando lanzar un mensaje a quienes miran con lupa al ser el primer pacto municipal en una gran ciudad con la extrema derecha, ha tenido varios gestos interesantes. O que como mínimo han sorprendido a diestro y siniestro —nunca mejor dicho, políticamente hablando—. Su primera reunión institucional, más que un guiño, no fue con la patronal, como se podría esperar de un gobierno del PP, sino de la otra parte de los agentes sociales: los sindicatos. El lunes se reunió con los mayoritarios, CCOO y UGT, a los que abordó sobre la cuestión de la economía sumergida, sobre qué se podía hacer —toda vez que la Mesa que se montó quedó en nada, con su última reunión en 2018—, así como la situación de las aparadoras. Y en segundo lugar, quizá más sorprendente a tenor de lo esperado en un gobierno de PP y Vox, la propuesta de aumentar las ayudas municipales que los sindicatos destinan para formación a migrantes. En cualquier caso, señalaba Ruz que no veía que fuera a haber problema con sus socios de gobierno porque sería un incremento de poco dinero.