ALICANTE. Apenas se cruza el umbral de Persica Alicante, el bullicio urbano queda atrás. Allí, a escasos metros de la plaza de Los Luceros, habita un universo de texturas y herencia cultural que convierte la decoración en algo profundamente personal. Colores intensos, rojos profundos, azules imposibles, dorados suaves. Un aroma delicado flota entre sedas y lanas orientales. Aquí no solo se venden alfombras exclusivas, se ofrecen fragmentos de historia.
Y para empezar el viaje, te ofrecen una taza de té: perfumado, especiado, acompañado de dulces árabes, dátiles, pistachos... Un gesto de hospitalidad que no solo da la bienvenida: te adentra directamente en ese universo exótico del que provienen las piezas que allí se exhiben.

- Hamid Jankouk, CEO de Persica en España
Referentes en Europa
Ubicada en la céntrica calle Pintor Cabrera, Persica no es solo la única tienda de Alicante especializada en alfombras persas auténticas. Es la puerta de entrada a una tradición que ha cruzado fronteras y generaciones. Con cinco tiendas en España —Alicante, Dénia, Santander, San Sebastián y La Coruña— y otras tantas en Alemania, además de presencia en Portugal y Bélgica, Persica lleva medio siglo como principal importador europeo de este producto único. Su secreto: conocimiento, pasión y una red de artesanos que, en muchos casos, llevan años trabajando una sola pieza.
“Cada alfombra es irrepetible”, explica Hamid Jankouk, CEO de Persica en España, mientras desenrolla una Gabbéh de origen iraní cuyo diseño abstracto parece pintado por el azar. “Aquí no hay catálogo cerrado. Hay diálogo. El cliente viene con una idea y nosotros le ayudamos a encontrar su alfombra”.

Deseos hechos realidad
Algunas esperan en sus tiendas. Otras hay que rastrearlas hasta Irán. Como aquella que encargó un cliente suizo, un óptico exigente y meticuloso: Una pieza de cuatro por cuatro metros, de diseño que le cautivara. La búsqueda duró escasos días. El resultado: una alfombra de 25.000 euros, fruto del trabajo de dos artesanos durante un año y que pudo disfrutar a las dos semanas. “La vio, sonrió y dijo: es esa”, rememora Jankouk.
En Persica caben todos los públicos. Hay alfombras sencillas, desde 39 euros —ideales para primeras decoraciones o detalles personales— y auténticas obras de arte que superan los 20.000 euros, creadas con lanas persas, sedas naturales, tintes vegetales y paciencia infinita.

Aliado de decoradores, y mucho más
La tienda no es solo un espacio de venta: es un aliado para arquitectos, decoradores, estudios de diseño, coleccionistas y, en general, amantes de lo exclusivo.
Mientras atiende en perfecto alemán una llamada de un cliente, Hamid muestra algunos diseños eclécticos. El límite es la imaginación de cada quien. Cierra una venta y sigue mostrando opciones, según colores y orígenes. “Al final, quien adquiere una alfombra de este tipo no solo busca decorar”, reflexiona.
“Busca identidad. Un vínculo. Algo que permanezca, como un buen reloj, una lámpara de autor, un cuadro”, atestigua y, a diferencia de muchos objetos de lujo, “una alfombra persa bien cuidada no se devalúa, gana valor, es herencia”.

Tradición e historia viva
Algunas se sienten suaves bajo los pies desnudos, otras parecen ideadas para colgarse como un tapiz en un salón imperial. No es casual: en Oriente, la alfombra es cultura, símbolo de estatus, refugio del espíritu y escenario de vida cotidiana. Desde rezos hasta celebraciones, la alfombra ha sido históricamente un objeto central en los hogares.
La tienda ofrece también asesoría personalizada: tamaño, origen, tonos, además de servicio de limpieza con tratamientos específicos para preservar el brillo de lanas y sedas. “Vamos a recogerla, la limpiamos con técnicas tradicionales, y la devolvemos a casa como nueva”, detalla Hamid. Es un servicio completo que garantiza la longevidad y belleza de estas piezas, muchas de las cuales acompañarán a varias generaciones.
No hay dos iguales
Hay alfombras tipo Kazak, de diseño geométrico y colores intensos; las delicadas Naín, que mezclan seda y lana; las rústicas Shiraz; las sofisticadas Tabriz y otras muchas. Kilim, Gabbéh, Punjab, Farahan,Nepal, Ziegler, Loribaft... Cada origen tiene su carácter, sus colores, sus símbolos. Los expertos saben reconocerlos a simple vista. Pies descalzos sobre lana y seda. La suavidad es el primer idioma que hablan.
Además de las gamas más clásicas, Persica ha incorporado líneas contemporáneas: estilos modernos, vintage, patchwork o reinterpretaciones abstractas que funcionan en espacios minimalistas o industriales. Porque se trata de hacer ‘match’, encontrar esa pieza que contribuya a que esas cuatro paredes en las que habitamos sean un espacio muy personal, que hable de su poseedor.
Un paseo por Persica Alicante invita a soñar, con diseños que recuerdan a leyendas orientales, a palacios persas, a memorias de Oriente próximo… historias de Saladino, de Aladdin, de Las Mil y Una Noches… “Son increíbles y prácticamente solo les falta volar”, afirma un sonriente Hamid, evocando la alfombra mágica que Aladdin encuentra en la Cueva de las Maravillas.
Lujo bien entendido
En definitiva, el eventual interesado en las alfombras de Persica encuentra allí una atmósfera serena, que invita a soñar despierto. El lujo aquí no grita, susurra.
Y lo hace con autoridad: la de una tradición viva, que ha pisado imperios, casas señoriales y palacios, mansiones burguesas, talleres de artistas… y ahora, también, ese proyecto de interiorismo que pide algo más que tendencia: reclama autenticidad.
Persica Alicante abre de lunes a sábado, de 10 a 14 y de 17 a 20 horas. Un horario amplio para dejarse llevar, sin prisa, por el arte de pasear por la historia.