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Académica de la Real Academia de Doctores de España

Blanca Lleó: “Serían oportunos interlocutores en la Administración con capacidad de decidir sobre el territorio”

ALICANTE. El nombre de Blanca Lleó en el mundo de la arquitectura actual es sinónimo de sostenibilidad y vanguardia. Muy reconocida en la actualidad tanto a nivel nacional como internacional, desde 1985 dirige su propio estudio, consolidado desde su fundación gracias a numerosos concursos de arquitectura ganados con sus primeros proyectos, como el pionero Bibliobus de la Comunidad de Madrid a mediados de los 80, o el Faro de Nules, Primer Premio Nacional de Arquitectura 1988 concebido ya en su día como un espacio interactivo con los habitantes de la ciudad.

Discípula de grandes arquitectos como Moneo y Oiza, su obra es variada y abarca prácticamente todos los campos de la disciplina, siendo sus edificios residenciales los que le han otorgado mayor reconocimiento internacional por plantear espacios comunes de relación social que forman parte de los elementos compositivos del edificio, todo ello sin dejar de lado conceptos como la sostenibilidad y la eficiencia energética. Sus obras más reconocidas son los controvertidos edificios ubicados en Sanchinarro, Madrid, proyectados en colaboración con el estudio holandés MVRDV: el Edificio Mirador (2001-2005) y el Edificio Celosía (2001-2008); en ambos casos viviendas sociales de diseño singular con terrazas integradas como espacios comunes.

Blanca Lleó visitó Alicante como invitada del ciclo de conferencias Mujeres y el Mediterráneo, organizado por la sede diplomática Casa Mediterráneo, donde desgranó la actualidad de la arquitectura, los efectos de la crisis y explicó su visión de los edificios residenciales.

La arquitectura cumple un importante papel social como agente dinamizador del territorio. ¿Cómo afrontas el reto de diseñar un edificio público, un bloque de viviendas o una casa, conjugando diseño, funcionalidad y eficiencia?

Todos los arquitectos tenemos el reto de conjugar diferentes intereses: los públicos de la sociedad a la que servimos con los personales o los aspectos estéticos, los emocionales con los funcionales, los técnicos con los artísticos…la arquitectura es maravillosa, cada proyecto es un reto y hay que mantenerse en forma mental y estar muy despierto a todo lo que nos rodea, la sociedad y sus retos, que cambian tanto a cada momento y de forma acelerada. Nuestro trabajo no lo pueden hacer las máquinas.

En nuestro caso, ¿cómo crees que ha gestionado el levante español este desafío?

No me siento capaz de contestarte, pues no lo conozco con detalle. Estoy segura de que se han hecho cosas interesantes a la par de intervenciones no tan oportunas, con exceso de edificación. En ese aspecto, creo que sería fantástico tener interlocutores en la administración con esa capacidad de decidir el lugar idóneo para construir, y entre ellos promotores y arquitectos que pudieran señalar dónde se agota la edificalidad, o bien se pudiera hacer un trueque para que una operación sea rentable pero no perniciosa.

Uno de tus primeros proyectos premiados está precisamente en la Comunidad Valenciana, el faro de Nules. ¿Cómo abordaste el reto de hacer un edificio tan singular?

Fue una experiencia muy bonita a mediados de los años 80 y en ella tuvimos que trabajar de forma conjunta arquitectos e ingenieros, pues formaba parte de la señalización de la costa española con el fin de adecuarse a la normativa europea. Al ser un proyecto tan singular, lo elegimos para convertirlo en un punto de encuentro entre los habitantes de una zona donde encontramos que no habían espacios públicos ni servicios al tratarse de construcciones muy cerca de la costa sin normativa, destinadas al veraneo.  

Decidimos entonces construirlo como un recorrido abierto al publico con un paseo en vertical para que se pudiera disfrutar de las vistas del mar y de los campos de naranjos de la zona, con el fin de dotar un espacio público a esta ciudad fantasma. Pero una vez construido, lo cerraron y no permitieron que se visitara hasta hace poco, cuando se puso de moda dotar de vida a los faros y se dieron cuenta de que éste ya estaba pensado para ello, así que lo abrieron y ya se puede visitar.

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