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¿Sabía que la primera alcaldesa de España era alicantina?

  • Matilde Pérez Mollá.

ALICANTE. ¿Sabía que la primera alcaldesa de España era alicantina? Así es, de Quatretondeta. Así lo contó, entre otros periódicos, El País, en su artículo titulado La primera alcaldesa de España, en la Corte de Alfonso XIII (27.10.2004) al celebrar los ochenta años de su nombramiento. Ahora habría que sumarle diecinueve años más a esa efeméride. Adelantados ellos, que me diría un amigo. Y ella, que se puso en primera línea al servicio de sus ciudadanos. 

Antes de seguir, permita le cuente dónde se ubica esa población, además de cómo y cuándo fue la elección de esta alcaldesa. Seguro que ahora se le suscitan muchas preguntas, no se apure que enseguida se lo cuento.

Quatretondeta es un pueblecito del Condado de Cocentaina, el Comtat, en la provincia de Alicante. Es una localidad montañosa de poco más de cien habitantes, que lucha por su supervivencia. Desde este pueblo se acceden a multitud de senderos que recorren la Serrella. Con els frares siempre testigos mudos que todo lo ven, no dicen nada, cómo iban a hacerlo si son formaciones rocosas pulidas por el viento y la lluvia a lo largo de los siglos, dignos de ver de lejos, o de cerca desde el sendero que lleva a sus pies. Luego le cuento algo más de ellos. Esta población es tierra de buena gastronomía donde destacan los platos de cuchara y el arroz al horno, no puede perdérselo, si recorre sus calles en casa Cañares lo hacen muy bueno, donde no falta el cariño y las buenas manos de Silvia y Rolando.

De allí era oriunda Matilde Pérez Mollá, así se llamaba esta heroína del servicio público, “primera alcaldesa de España”, según manifiesta el blog Mujeres Activistas 1920-1939 de la Universidad de Alicante. Ejerció de alcaldesa de Quatretondeta del 27 de octubre de 1924 al 1 de enero de 1930.

Bien viene darle unos datos sobre ella. De familia adinerada, casó joven con el notario Rafael Blanes Serra, nacido en la cercana población de Alcoy. Se trasladó con su marido a Cartagena donde tenía que tomar posesión de su notaría y ejercer su profesión. Tuvieron una hija. Al enviudar Matilde decidió volver a Quatretondeta con los suyos.

Cuando regresó a su pueblo comprobó que la mayoría de sus vecinos seguían dedicándose a la agricultura, sin inquietudes culturales. Les bastaba ir a trabajar al campo a partir de los primeros rayos de sol, y poco más, que todo el mundo sabe que es un trabajo muy duro. Ella sabía leer y escribir, que allí no era lo común, por lo que se propuso cambiarlo con sus propios medios dando clases a sus vecinos. Con algunos consiguió despertar interés en el teatro creando un grupo local. También dio clases de piano a quien quisiera recibirlas. Se hizo popular en el pueblo. A su vez, inquieta que era, fue columnista en el periódico Las Provincias con artículos costumbristas. A todo esto, hay que añadir sus actividades altruistas y solidarias con la leprosería de la localidad de Fontilles a cuyos enfermos confeccionaba y regalaba mantas de lana.

Doña Matilde, como la llamaban sus vecinos, entonces alrededor de quinientas personas, fuesen espentador o espentadora (así es el gentilicio de Quatretondeta), tenía una hija del mismo nombre por lo que sus vecinos también le llamaron “señora vella” (señora vieja).

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