AlicantePlaza

tribuna libre

Planificar y prevenir a largo plazo

  • Foto: PEPE OLIVARES

Mis primeras líneas han de ser para mostrar las condolencias de todo el colectivo que formamos el Colegio de Caminos, Canales y Puertos a las familias de las víctimas acaecidas en tan desgraciado suceso, así como trasladarles el apoyo y aliento tan necesario en estos terribles momentos.

Al respecto de lo acontecido, poca discusión encontramos en el hecho de que el cambio climático está provocando un aumento de la frecuencia e intensidad de los episodios de precipitación en nuestra tierra. Este fenómeno de “gota fría” o DANA -Depresión Aislada en Niveles Altos- ha tenido como consecuencia la peor tormenta de los últimos 140 años.

La alerta roja por fuertes lluvias declarada por primera vez en la provincia de Alicante ha derivado hacia el desastre, a la catástrofe, a la pérdida de vidas humanas. Hemos asistido a un episodio donde hemos sido testigos de numerosos sucesos con personas aisladas, evacuadas, rescates o desalojos por causa de desbordamientos de los cauces y extensas zonas anegadas. 

También han sido cuantiosos los daños en nuestras infraestructuras (carreteras, caminos, ferrocarriles, canales, redes de agua potable, de alcantarillado, de electricidad y de telefonía); daños en vehículos, viviendas, colegios, hospitales y centros de salud, como también en cosechas, en explotaciones agrícolas, etc. 

Como siempre, la respuesta ha sido extraordinaria por parte de Autoridades, Fuerzas Armadas, Administraciones, Organismos públicos y privados y colaboración ciudadana. Desde aquí manifestar el reconocimiento público a todos ellos.

Tenemos una memoria meteorológica muy corta. En 2012, sufrimos avenidas de agua sin precedentes en la zona del sur de Murcia y Almería. Acordémonos de Puerto Lumbreras, donde la rambla de Béjar hizo caer un puente de la Autovía A-7, o de la rambla de las Moreras en Mazarrón, con caudales de más de 1000 m3/s .Otro tanto ocurrió en 2016 tanto en los Alcázares (Murcia) como en Ontinyent (Valencia). Finalmente, en septiembre 2019, hemos vuelto a sufrir episodios dramáticos que con frecuencia se producen desde Valencia hasta Almería, concentrándose esta vez lo que se ha denominado la 2zona cero" en la Vega Baja, especialmente en Orihuela.

Son diversos los factores que han desencadenado las inundaciones, entre los que se pueden destacar los siguientes. Primero, el desbordamiento de la rambla de Abanilla, que ha provocado la inundación de Redován, el polígono de Puente Alto en Orihuela y la huerta. Además, las crecidas en la rambla Salada y la rambla de la Algüeda, -afectando a Granja de Rocamora, Cox, Albatera, San Isidro-, unido al caudal proveniente del río Segura y que ha presentado desbordamientos desde el Valle de Ricote en Murcia hasta Orihuela. Por último, la desgraciada rotura, entre otras, del encauzamiento del río Segura a su paso por Almoradí, ha generado los daños e inundaciones más que destacables en todos los municipios aguas abajo desde Orihuela hasta la desembocadura del río en Guardamar.

Mención especial queremos hacer desde nuestro Colegio al canal de Santomera. La presa ha ayudado a absorber 19 hmque de otra forma hubieran desembocado en el río Segura, habiendo desaguado por fondo y de forma controlada caudales escasamente comprendidos entre los 10 y 15 m3/s, por lo que no ha sido la causante de la inundación, sino que nos ha ayudado a contener y laminar el agua. Sin embargo, debemos analizar cuidadosamente el fallo de los muros de contención del encauzamiento del río Segura en Almoradí.

Preguntémonos: ¿se puede convertir un río en un canal? ¿es la transformación que hemos realizado de nuestro territorio la que está provocando situaciones más extremas que las que deberíamos vivir?

Desviamos y estrechamos los cauces, realizamos desarrollos urbanísticos desmesurados, construimos en zonas y áreas donde el riesgo de inundación es muy elevado, implantamos industrias en ramblas y territorios con elevado riesgo. No tenemos bien reflejado con estudios pormenorizados los graves problemas que pueden provocar estos fenómenos extraordinarios en los PGOU de muchos municipios, hacemos caso omiso a las recomendaciones de los profesionales expertos en materia de inundación y, por supuesto, asistimos a un grave problema administrativo en nuestra comunidad y nuestro país que agrava más si cabe la situación: la excesiva burocracia.

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