Con más de un siglo de vida, Casa Rosita es un lugar de peregrinaje en el que confluyen paisanos, guiris y listillos del comer procedentes de toda la comarca y de mucho más lejos todavía.
Es difícil escoger una sola de sus especialidades. Su arròs amb ceba es delicioso, jugoso, diferente al de los arroces secos en paella que estamos acostumbrados a comer en Valencia, y sus cocas de dacsa son imbatibles, sobre todo por la consistencia y el sabor de la masa. El embutido de Gata de Gorgos y las chuletas de cordero siguen siendo clásicos imprescindibles de la carta, puesto que son los primeros platos que introdujo el abuelo de los actuales propietarios cuando Casa Rosita no era restaurante sino casino de pueblo.
De todas las exquisiteces que propone Casa Rosita, nos decantamos esta semana por la impresionante pilota de putxero que cocina Rosi, quien lleva junto a su hermano Luis las riendas de este negocio familiar de cuarta generación. Aquí sirven la pelota junto con un charquito de caldo de cocido potente y lleno de color que es una verdadera fiesta de aromas y sabores.