ALICANTE. El gigante mundial de las oficinas flexibles, IWG, ha inaugurado esta semana su centro Regus en el Business World Alicante (BWA). El máximo responsable de la empresa para España, Philippe Jiménez, acudió desde Barcelona, donde tiene su base de operaciones, para la puesta de largo de un centro que, tras un año en funcionamiento, cuenta con una alta ocupación, mucha rotación y un crecimiento del 37% en los usuarios desde el pasado mes de mayo. Aprovechamos la presencia del country manager de IWG para hablar con él de Regus, de Alicante, de las oficinas flexibles y de sus planes de futuro.
-¿Qué tal está funcionando el centro Regus Business World Alicante?
-Hay que tener en cuenta que abrimos durante la covid, que no era seguramente la mejor época. Hemos sufrido con el confinamiento, igual que un hotel, pero le hemos dado la vuelta a la tortilla. Durante la pandemia trabajamos de hecho más que nunca, en digitalización, formación del personal, relaciones comerciales, hablando mucho con los clientes para atraerlos y retenerlos... Y la salida de la covid ha supuesto un boom, con la demanda superando a 2018 y 2019. Porque algo bueno que aportó la pandemia fue acelerar el cambio de modelo hacia el trabajo híbrido, que ya tiene hasta una entrada en el diccionario británico, a pesar de que antes del covid había mucho escéptico, partidario del presencialismo. Echando mano de una tecnología que ya existía, la gente se ha adaptado al cambio y no ha caído la productividad, sino al contrario, junto a la satisfacción de los empleados por una mayor conciliación y calidad de vida.
-Es decir, que el aprendizaje de la pandemia le ha venido bien a su modelo.
-Fíjese que con el trabajo híbrido aumentan las posibilidades de las empresas de encontrar talento, y de los trabajadores de encontrar un buen trabajo. Porque ya no estás atado a un territorio determinado, con lo cual se democratiza el mercado laboral. Las personas han cambiado la forma de trabajar, y las empresas reducen hasta 10.000 euros por persona y año los costes inmobiliarios, que muchas veces son el principal gasto de su cuenta de explotación. Además, este modelo beneficia a los colectivos de jóvenes y de mujeres, que son el 31% de la fuerza de trabajo, de forma que no tienen que abandonar su hogar o mudarse para buscar oportunidades. Y, por último, es bueno para el planeta porque se reduce el transporte y por tanto las emisiones.