Opinión

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Parkinson, óxido y Mazón

Publicado: 10/09/2025 ·06:00
Actualizado: 10/09/2025 · 06:00
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Hay un hilo conductor que une la enfermedad de Parkinson con la oxidación del hierro y la respuesta de Carlos Mazón a las emergencias climáticas. Son procesos de reacción lenta. El Parkinson tarda al menos diez años en desarrollar todos los síntomas que convierten al paciente en lo que vemos en Michael J. Fox. El oxígeno se hibrida con el hierro para formar óxido en periodos que pueden durar años. Y el jefe del Consell dilata su llegada a los lugares en los que se le espera, o no, después de un fenómeno meteorológico unas cinco o seis horas. De media. Es lo que, según Maribel Vilaplana, se demoró en llegar al Cecopi durante la dana de octubre, desde que recibiera las primeras llamadas de alerta. Y también el lapso de tiempo transcurrido el pasado lunes entre el reventón de Redován, Callosa de Segura y Cox, que dejó temblando a toda la Vega Baja, y su llegada a este último municipio para “seguir de cerca la evolución del temporal”. Con estos problemas para encontrar el compás a los acontecimientos, se le quitan a uno las ganas de verle bailar. O quizá no.

Mazón acudió a la zona afectada por lluvias de 31 litros y vientos de cien kilómetros por hora con dos motivos, a mi juicio. El primero, claro, hacerse ver. La propia Generalitat activó el nivel 1 del Plan Especial de Inundaciones en la zona, el que marca que los daños pueden ser asumidos por las entidades locales. O sea, que, afortunadamente, no fue un episodio demasiado serio. Sí es cierto que, como declaró el jefe del Consell con una elocuencia cercana a la de Trump y Rajoy, fue un momento “de mucho susto”. El temporal duró quince minutos en torno a las 17 horas, arrancó árboles, cortó carreteras y puso un nudo en la garganta de todos los vecinos. Para cuando llegó la comitiva de Mazón, ya no llovía. Segundo motivo, arrearle a la Aemet. El fenómeno climatológico “fue totalmente inesperado” y se produjo “sin aviso por parte de ningún organismo”, afirmó. De donde se deduce que la alerta naranja establecida por la agencia meteorológica, los partes de todos los servicios informativos y los mensajes de, entre otros, el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA) son retratos cubistas, manifiestos dadá o guiones de David Lynch. Mazón buscaba redención y lo que se encontró fue un listado de recomendaciones para comer en restaurantes de la Vega Baja. “Unas peloticas, que con este tiempo apetesen”, como dice un amigo mío con toda la razón del mundo. Anda que no se come bien al sur del sur.

Que lo de Mazón con El Ventorro no tiene marcha atrás lo saben en Génova y hasta en Valladolid, donde las protestas por los incendios de Castilla y León armonizaron el grito de “¡Mañueco [presidente autonómico], Quiñones [consejero de Medio Ambiente, también desaparecido en un restaurante durante la emergencia], son nuestros mazones!”. Su nombre va a estar ligado para siempre, cortado, más bien, como la mayonesa en mal estado, a la catástrofe de Valencia y las 228 víctimas mortales. Hasta él lo entiende mucho mejor que lo de las alertas de la Aemet. Por supuesto que no se puede predecir al detalle un fenómeno meteorológico. Pero los avisos son como la obligación de circular con el cinturón de seguridad puesto. No en todos los trayectos por carretera se producen accidentes. No en todos los accidentes salen los conductores despedidos por el parabrisas. Pero puede suceder. De ahí que las recomendaciones pongan la tirita antes de la herida. Pues con el tiempo pasa lo mismo. Pero ve a explicarle tú lo que es un vals a un tipo que se cree por encima de Johann Strauss.

 

@Faroimpostor

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