Carlos Mazón sabe que se va a comer el turrón, que le van a regalar surtidos de ese manjar navideño por ser president de la Generalitat; le preocupaba más eso que su honrosa pensión presidencial. En Génova no lo tienen tan claro, en la planta noble del PP se debaten estos días si mandar o no a Mazón la cesta de Navidad. Me huelen raro los tintes que está cogiendo la trayectoria del jefe del Consell y todo lo que le rodea. Sigo pensando que va a seguir, tiene el ánimo suficiente y si bien es cierto que no tiene el apoyo explícito de los suyos, de momento no le están haciendo la cama de forma explícita.
Como digo, al menos aparentemente. Ya saben que en política son todo apariencias, que las mismas plañideras que lloraron en el funeral político de Pablo Casado fueron las que después fueron sobornadas para aplaudir a Feijóo. Antes de las vacaciones desde la plana mayor del PP se encargaron de dar calor a su presidente autonómico, de darle un voto de confianza. Sin embargo, ese amor de verano está evolucionando sutilmente en una especie de despecho frío y marchitado como las hojas de otoño. Como si el deshoje de la margarita hubiese determinado que Mazón está amortizado.
A día de hoy creo que seguirá al frente de la Generalitat e incluso me atrevo a afirmar que revalidará el cargo en 2027. El problema es que la aparición en la tragedia de la periodista Maribel Vilaplana con una especie de carta de despecho lo puede cambiar todo. Una epístola redactada con veneno político como el que ya mató a Cristina Cifuentes.
Ese movimiento procede de Génova, eso seguro. No estoy descubriendo América, esa ya la descubrió Compromís con su famoso cartel en Times Square. Los enemigos siempre están en tu partido. Quién sabe si a Mazón le han hecho confiarse, obligarle a bajar la guardia, regalarle un sosiego con forma de caballo de Troya en el que lleva galopando desde aquel día de finales de octubre. Mientras otros barones con mayor pedigrí como Juanma Moreno no se terminan de fiar del todo de Génova (acuérdense cuando Casado se la jugó en Sevilla), Carlos se ha arrojado a los brazos fraternales de Feijóo sin darse cuenta de que los líderes de los partidos tienen más de Saturno devorando a sus hijos que del padre evangélico aguardando a que vuelva el hijo pródigo.
Que no les extrañe que se termine sabiendo lo que hacía Mazón en esa comida en El Ventorro, empezando por los entrantes y terminando por el postre. No sean mal pensados. Desde que se cometió esa dejación de funciones en octubre de 2024, el president de la Generalitat ha sido un lastre para el PP. A su relato contra Sánchez le ha faltado forma por culpa de la deslegitimación que representa mantener en el cargo a una persona que no ha estado a la altura de sus circunstancias. Del mismo modo que el marinero espera al momento oportuno para soltar el lastre de carga, creo que en el PP están intentando hacer lo propio. De ahí a que les salga bien hay un trecho. Si nada cambia Mazón será el candidato en 2027, pero eso creo que no es del agrado de Génova y están intentado encontrar la forma de forzar su salida por su propia voluntad, que se marque una dimisión como la de Cifuentes cuando filtraron aquel vídeo de las cremas robadas. Para hacer caer a tu enemigo sólo debes revelar aquello que no quieres que se descubra. Si alguien de las altas esferas genovesas sabe lo que pasó aquel día en El Ventorro, Mazón está muerto.
El enemigo de Mazón no es Baldoví (Diana Morant ni está ni se le espera), es su partido y él mismo.