La guerra de los títulos tiene pinta de serpiente de verano, aunque paradójicamente amenaza con estrangular a más de uno de nuestros políticos cual reptil demoníaco haciendo morder el polvo como condenó Dios a la serpiente a vagar deslizándose por la tierra como castigo por tentar a Eva en el paraíso. Así, el mundo de la política es un oasis en el que muchos han querido entrar cayendo en la tentación de adornar sus credenciales curriculares. Algunos se han obcecado en criticar el hecho de que haya políticos sin carrera, cuando por lo que en realidad son reo de culpa es por el hecho de haber mentido en su currículum. Se creían como dioses, iban desnudos como el rey y ahora se han avergonzado cuando la opinión pública ha descubierto que estaban en pelotas.
Dice Diana Morant que lo importante no son los títulos sino la hoja de servicios. Me parece bien, estoy de acuerdo. Jon Juriasti escribió el pasado sábado en ABC que la mayoría de periodistas del viejo periodismo no tenían ningún título y que eran mejores que los referentes de hoy. El problema que hay es que nuestra clase política, una vez descubierta la creatividad curricular, no puede ampararse en nada para justificar el cargo que ostentan. Quizá por eso se explique que Noelia Núñez tuviera que engordar su vanidad con dos titulaciones, porque no había hecho más cosas en la vida más allá de montar carpas del PP en Madrid. El gran problema de nuestros dirigentes no es que en algunos casos no tengan títulos universitarios, sino que no han hecho nada distinto a medrar en política, por eso requieren de medallas académicas para justificar una mínima hoja de servicios en el campo de batalla universitario. Quieren ser generales sin haber vivido ninguna batalla, quieren liderarnos en la guerra sin haber dado la vida por algo más que ellos mismos.
Buceando en el currículum de Diana Morant, tenemos que irnos hasta el año 2008 para ver una experiencia laboral en el sector privado que duró hasta el año 2011, curso en el que ya dio el salto a la política. Hay que reconocer que tiene más servicios que otros muchos políticos, sin embargo, permítanme que dude de la suficiencia teniendo en cuenta que estamos hablando de una ministra del Gobierno de España. Ya luego si nos vamos a Carlos Mazón, nos encontraremos con un rosario de trabajos de colocación en los que pongo en duda que el nivel de exigencia fuese el mismo que en el sector privado. En el caso de Joan Baldoví, que por lo menos sí que dio clases como profesor de Primaria durante un cuarto de hora, nos tenemos que ir hasta 1993 para encontrar su primera experiencia política como concejal en Sueca. Lleva 31 años sin saber lo que es trabajar en el sector privado, sin conocer la realidad de los trabajadores, luego querrá ejercer como su portavoz…
Si en España seguimos teniendo debates anacrónicos como el de la jornada laboral es precisamente porque los que deberían legislar sobre ello no se acuerdan o no saben lo que es trabajar ocho horas diarias. Si el Papa Francisco erradicó el clericalismo de una curia que vivía desconectada de los fieles, necesitamos erradicar el aburguesamiento de una clase política que no pisa el mismo suelo que nosotros.