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EN LA FRONTERA

Los ultras vuelven a la carga contra el valenciano en Alicante

Publicado: 29/06/2025 ·06:00
Actualizado: 29/06/2025 · 06:00
  • La diputada de Vox, Julia Llopis.
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Cada cierto tiempo la ultraderecha  saca a pasear uno de sus axiomas políticos: que Alicante capital quede fuera de la Ley de Usos y Enseñanza del Valenciano donde se declara a la capital de la provincia de raíz valenciano-parlante. Tienen obsesión con ello y de hecho van a trasladar a Les Corts una proposición de Ley con la citada finalidad, asunto que ya está trajinando la diputada autonómica de Vox Julia Llopis que en el anterior mandato estaba de concejala del PP en el Ayuntamiento de Alicante. Muy poco le costó dar el brinco de un partido democrático a otro ultramontano.

 

El alcalde de Alicante, el popular Luis Barcala, ha tenido a bien aceptar una declaración institucional promovida por los de Vox, con Carmen Robledillo a la cabeza, para que la capital sea declarada como de predominio castellano-parlante. Ya lo hizo en 2020 aunque sin éxito: Cs se opuso (alguna cosa buena hizo). Don Luis traga porque necesita a los ultras para gobernar y sacar adelante, como acaba de ocurrir, el Plan de Ajuste y corregir el puazo de 30 millones de euros de la regla del gasto; y para ello acepta una bajada de impuestos, fundamentalmente en la contribución urbana (IBI), condición de Vox, para equilibrar cuentas. Hay que ser más austeros aún bajando impuestos. Ni el que asó la manteca. Y en todo el proceso, un cadáver en el camino: el ya exedil de Hacienda Toni Gallego. Me da que es un cadáver injusto y desproporcionado.

 

  • El conseller de Educación, José Antonio Rovira. -

 

Alicante tiene una raíz valenciana innegable, desde la toponimia, al folclore popular (Les Fogueres) al margen de que algunos barrios hayan conservado la lengua autóctona. El Pla, Raval Roig... La lengua. La Ley de Usos se aprobó nada más ni nada menos que en 1983 y desde entonces no ha provocado mayores disgustos salvo incidentes puntuales en las zonas castellano-parlantes como Utiel-Requena, la Vega Baja de Alicante, algunas ciudades del Vinalopó como Elda y Villena, y algunas comarcas de Castellón como el Alto Palancia. Hubo hasta tractoradas (Pilar de la Horadada) en contra de impartir valenciano en colegio e institutos.

 

Esto se solucionó, más o menos, con el decreto que promulgó a principios de año el conseller de Educación José Antonio Rovira para que las familias pudieran elegir la lengua base en la que querían educar a sus hijos: valenciano o castellano. El decreto puso de uñas a toda la izquierda nacionalista, incluida la sindical, Escola Valenciana, y un sector del PSPV-PSOE... bueno, para gustos los colores. No he percibido ni terremotos ni huracanes por el 'decreto Rovira' salvo los ajustes, algunos engorrosos que se tuvieron que llevar a cabo en algunos centros. Por lo tanto la demanda de los ultras, esa especie de fobia al valenciano, carece de todo sentido. Carlos Mazón ya ha deslizado sus serias reservas ya que en su criterio haría falta un estudio riguroso lingüístico y sociológico para la excepción alicantina y el mapa lingüístico de toda la Comunitat. El jefe del Consell mareará (mucho) la perdiz dejando en evidencia a Barcala. Además, Vox quiere llevar la excepción alicantina a otros municipios sin especificar cuáles.

 

  • El edil de Vox en Elche, Samuel Ruiz. -

 

Cuando Vox se pone cafre lo hace sin miramientos. Siempre en la batalla ideológica como es el caso de la lengua autóctona. Traigo a colación una anécdota de una declaración institucional que quiere llevar Vox en el Ayuntamiento de Elche, a través del edil Samuel Ruiz, en apoyo a los enfermos de esclerosis múltiple. Muy bien. Pero atentos a la jugada: en el texto se incluyen que se finiquiten ayudas a inmigrantes y ONGs que trabajan por sus derechos porque son los culpables de consumir recursos sanitarios en detrimento de las personas afectadas por la ELA. Hay que tener mucho cuajo o ser muy retorcidos para mezclar las churras con las merinas. Y muchas ganas de malmeter.

 

El problema es que esos discursos (de odio) calan en muchos ciudadanos corrientes y molientes. Por eso Vox está donde está: en casi todas las instituciones y con expectativas demoscópicas de rozar los 70 diputados en el Congreso (ahora son 33, la edad de Cristo). Algunos amigos y conocidos, también lectores, me preguntan el porqué de ese rechazo radical a Vox. No es fobia: simplemente es que no me veo viviendo en un carlismo ultramontano, iliberal hasta decir basta. Ni me conformo como pretexto el hecho de que la extrema derecha esté enquistada en toda Europa, con la Hungría del troglodita Orban a la cabeza. No y mil veces no.

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