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Los empresarios de Alicante y la CEV

Publicado: 12/10/2025 ·06:00
Actualizado: 12/10/2025 · 06:00
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Hay un cierto desconcierto entre los empresarios de la provincia de Alicante con el pacto que supone aupar a César Quintanilla como nuevo presidente de la patronal CEV en la provincia. Algunos han dado por buena la operación dentro del contexto de mantener la estabilidad en la propia CEV autonómica, ahora con Vicente Lafuente como futuro líder en sustitución de Salvador Navarro, pero no acaba de convencerles. Posiblemente, el perfil de César Quintanilla sí reúna la idoneidad para una parte —aunque persisten dudas en algunos sectores, insisto—, pero lo que cuesta de aceptar es que sea la patronal provincial UEPAL quien lidere ahora el relato de la nueva etapa por una decisión vertical. De ahí que su éxito pase por la agilidad que tenga el propio Quintanilla para unir, de nuevo, a todas las patronales —y otros colectivos empresariales— en la futura organización.

Conviene recordar, para quienes no lo sepan, que UEPAL nació tras la constitución de la nueva CEV autonómica, allá por 2017, como un proyecto provincialista de Alicante, heredero de la antigua COEPA, y que no fue hasta dos o tres años después cuando se incorporó a la CEV con seis representantes. Tuvo una vicepresidencia, pero su titular fue cesado por unas declaraciones contra la línea oficial.

Desde entonces, UEPAL y CEV Alicante han convivido con altibajos en las relaciones: la entidad de Quintanilla con cierta autonomía para organizar actos sectoriales, tener su propia actividad y querer presentarse como una alternativa. CEV Alicante ha ejercido de patronal porque tiene asignada la representación institucional en las negociaciones, con la adhesión de todas las patronales sectoriales, aunque es cierto que algunas han mantenido la doble militancia.

Tanto en sus inicios como hasta hace poco, los presidentes de CEV Alicante, Perfecto Palacio y Joaquín Pérez, han profesado un discurso y una actividad en consonancia con el que era su líder autonómico, Salvador Navarro, y han ejercido como principal y única patronal, pese a la existencia de UEPAL. Las rencillas y la convivencia se han mantenido durante todo este tiempo, pero todo dio un vuelco el pasado 23 de septiembre, cuando Salvador Navarro anunció que no optaría a la reelección (algunos sitúan esa decisión en la pérdida de confianza de Garamendi para ir a una elección entre dos aspirantes) y que había una especie de acuerdo para respaldar la candidatura de Vicente Lafuente, con nuevos actores provinciales, singularmente en Alicante, con César Quintanilla. En Castellón hubo acuerdo entre las dos facciones y en Valencia repite la presidenta actual.

Desde entonces, y pese al respaldo público que haya podido tener Quintanilla para afianzar la reelección, los movimientos no han cesado en Alicante sobre el futuro. El primero, contado ya la semana pasada, fue el intento de Joaquín Pérez por presentarse a la reelección, pero sin éxito. Después le han seguido muchos más que plantean numerosas incógnitas. Principalmente, dos. La primera: la duda de muchas patronales sobre el cariz de la nueva CEV Alicante. ¿Debe ser un elemento autónomo y con un mensaje diferente al de la propia CEV? Eso es algo que la mayoría no desea. El argumento es que no se puede vivir de espaldas a la organización autonómica y que el proyecto, tanto en estructura como en mensaje, debe continuar. En todo caso, salvando los defectos que tuvo la etapa de Joaquín Pérez y, por elevación, la de Navarro. A ambos se les achaca una actitud poco proactiva en actos públicos y en la actividad patronal; la inclusión de colectivos de directivos en el comité directivo, y la híperdependencia pública de Navarro en los actos de Alicante, algo que solapaba, en algunas ocasiones, la figura del propio Joaquín Pérez.

La otra derivada es si la nueva CEV Alicante tendrá, a su vez, un carácter más político y, por tanto, con un mensaje diferente al de la CEV, para hacerlo coincidir con los intereses de la actual Generalitat Valenciana, algo que otro grupo de organizaciones empresariales tampoco comparte. Hay quien ve una operación política que no se pudo llevar a cabo en la etapa de Navarro, porque este mantenía la independencia de la patronal, y que ahora, con Lafuente y Quintanilla, ven más factible.

Eso es lo que hay en estos momentos sobre la mesa. Sobre todo, muchos recelos. Algunas asociaciones han dado ciegamente el visto bueno a la operación Lafuente y, por tanto, a la operación Quintanilla en Alicante, pero otras no lo tienen tan claro. La votación para aupar a Quintanilla será la prueba del algodón, si su destreza y mensaje —dar más protagonismo a las organizaciones sectoriales— no lo evitan. Incluso es posible que una mayoría se tape la nariz por el bien común, pero el futuro más inmediato marcará el éxito de la nueva etapa. Es decir, si la CEV Alicante es como Moldavia, o una especie de Transnistria. No hay que ser un lince para ver qué Transnitria está envalentonada.

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