Hace meses que cambié de peluquero/estilista y la verdad es que lo hace muy bien. Lo de estilista suena fatal, como de pijo. El caso es que se llama D. y es de origen guatemalteco: no me había dado cuenta ni por su deje en el hablar ni por sus rasgos. Tampoco es que me fije mucho en esas cosas. “¿Te vas de veraneo a algún sitio?”, le pregunte allá por julio. “Sí, me voy a mi país Guatemala”. A los pocos segundos le suelto un discursillo, muy propio en mí cuando me pongo en modo 'el repelente niño Vicente' sobre los grados de violencia que hay en este país centroamericano: “Sí, es verdad, necesitamos a un Bukele”. La primera en la frente.
El presidente de El Salvador no es santo de mi devoción aunque haya encarcelado a miles y miles de pandilleros y erradicado, de momento, la violencia salvaje que copaba todo el país. Los problemas estructurales pueden requerir a veces de medidas de choque siempre y cuando haya un plan B: educación, educación y educación. Y redistribución justa de la riqueza con frenos y controles para que no haya trampas en el libre mercado. Para evitar la ley de la selva. Y encima Bukele se quiere perpetuar en el cargo, a la manera de Daniel Ortega, Maduro, o Putin.
También hay una corrupción galopante en Guatemala con unas elites enriquecidas de forma espuria y en connivencia con el Ejército en ocasiones. Corrupción: “Pues anda que en España....” me replica D. todo convencido. Le iba a soltar el rollete de que no es comparable, que aquí el que la hace la paga, bla, bla, bla. Pero no: la reciente historia democrática de España no se entiende sin los casos de corrupción desde finales de los 80. Lo explica muy bien Daniel Calparsoro en su película El Correo que acabo de ver: tráfico y blanqueo de capitales en Marbella y alrededores, políticos corruptos dispuestos a reclasificar terrenos a cambio de una buen mordida, mafias organizadas....Salen muchas imágenes y citas de contexto, desde Jesús Gil en Marbella y Julián Muñoz, Pantoja incluida, ....sale hasta Carlos Fabra como presidente de la Diputación de Castellón, pasando por los Eres, la Gürtel....
El inspector que investiga la trama en la película (brillante Luis Zahera, como siempre) le pregunta al joven que ejerce de 'correo' si es consciente de que el dinero negro con el que trajina no contribuye a mejorar un país y sus servicios básicos. Por un oído le entra y por otro le sale. El Gobierno acaba de lanzar una campaña en términos idénticos a los del inspector. Qué cosas. Mejor harían imponer un decálogo contundente, no sé si una ley, contra los “chorizos”. Y que devuelvan hasta el último céntimo.
Ahora estamos en pleno rebrote de corrupción con el triángulo Ábalos/Cerdán/Koldo y Navarra, con María Chivite al frente, como la zona cero de este entramado de saqueos (presuntos) y puterío. Todos los citados amiguísimos hasta hace nada de Pedro Sánchez. Ábalos, todo un ministro de Fomento. Cerdán, todo un secretario general del PSOE. Cito de tapadillo el asunto de la esposa del presidente (y un fiscal general del Estado procesado) y de su hermano musicólogo ya que mis amigos socialistas se ponen de los nervios.

- Archivo - El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro durante la comisión de investigación sobre la denominada ‘Operación Cataluña’, en el Congreso de los Diputados, el pasado abril. -
Pero estamos donde solíamos estar casi siempre: en el rebrotón del trinque. Faltaba el ex ministro de Hacienda Cristóbal Montoro que montó un chiringuito/asesoría privada para hacer caja con todo empresario que quisiera un cambio de normativa para beneficio de su negocio, básicamente gasísticas y renovables. 17 imputados.
Este verano he hecho un periplo por Países Bajos y otro, mini, por Francia. No es de buena educación hablar de política y aún así un par de amigos me preguntan: ¿qué pasa con la corrupción en España? Tierra trágame. Mi honor patrio por los suelos. The Times dio el pistoletazo de salida el pasado mes de junio con una exhaustiva crónica abriendo el periódico sobre la corrupción en España y editorial incluída: “Los españoles se merecen algo mejor”. Nada que ver con la dimisión del primer ministro portugués Antonio Costa en noviembre de 2023 cuando se vio envuelto en una investigación por tráfico de influencias por parte de algunos de sus allegados (ninguno ministro, como Ábalos, aunque sí su jefe de gabinete). Luego salió absuelto de toda sospecha pero el caso es que tardó minutos en dimitir “por la dignidad del cargo”.
Hablamos de la corrupción sonora, valga la expresión. Luego hay corrupciones generalizadas que van desde colocar como personal eventual a gente inepta a funcionarios que cobran a inmigrantes pequeñas mordidas por tramitar los empadronamientos. O funcionarios también que piden favores por desatascar una licencia de obras. O. Claro que España no tiene los niveles de corrupción de Centroamérica (salvo Costa Rica). Ahora le salen sapos hasta a Milei, El Salvador de Argentina. Pero mal de muchos jamás de los jamases puede ser consuelo de tontos.