Opinión

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La centrifugadora electoral de la Comunidad Valenciana

Publicado: 29/08/2025 ·06:00
Actualizado: 29/08/2025 · 06:00
  • El 'president' de la Generalitat, Carlos Mazón.
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Salvo que Carlos Mazón decida jugársela antes, las próximas elecciones autonómicas llegarán cumplido íntegramente el mandato salido de las urnas en mayo de 2023. Los valencianos, por tanto, no volverán a votar unas Corts hasta mayor de 2027, es decir, dentro de algo menos ya de dos años. O no…

Cuando empiece septiembre tendremos sobre la mesa si Sánchez es capaz de sacar adelante presupuestos para 2026, pretensión manifestada públicamente a finales de julio y harto complicada a la vista de las exigencias que ya anuncian nacionalistas vascos y catalanes, sobre todo estos últimos, conscientes de la aparente imposibilidad de avanzar en privilegios territoriales con un eventual gobierno de PP y Vox en Madrid. Consecuentemente quedará por ver qué de compatible tiene un fracaso del PSOE y de su apéndice Sumar en aprobar unas cuentas públicas con la continuidad de la legislatura, toda vez que el compromiso del Presidente del Gobierno es dual: presupuestos y legislatura completa, pero sin vincular realmente la una a los otros. Y siendo cierto que la experiencia nos dice que al actual inquilino de La Moncloa no le preocupa nada realmente gobernar sin presupuestos, también es verdad que hoy tiene un entorno, el suyo socialista, que empieza a mostrarse hostil a seguir estirando como un chicle una situación que, de lamentable, empieza a parecer esquizofrénica.

Pero más allá de las circunstancias que puedan provocar un adelanto electoral en toda España, que quien escribe estas líneas se atreve a situar en el primer semestre de 2026 -y les confieso que más por corazonada que por una razón plausible- resulta tan interesante lo anterior como saber qué acontecerá en la Comunidad Valenciana, donde los partidos y sus liderazgos son hoy eso: una auténtica máquina centrifugadora que no permite adivinar qué, quién o cuándo.

Si Carlos Mazón aparecía como un político totalmente amortizado a finales de 2024, contestado por su nefasta gestión de la dana desde sectores de su propio partido, tan desaparecido y mudo en tantas ocasiones como torpe en muchas de sus explicaciones, maniatado por el mismo Vox con quien nunca habría pactado antes de mantener aquel talante liberal que ha resultado de interesado quita y pon, la inexistencia de una alternativa seria y fiable lo convierten hoy de nuevo en la cara del cartel de los populares simplemente porque nadie ha sido capaz ni desde la izquierda de armar un discurso coherente, ni desde la derecha de encontrar un sustituto solvente.

Que hoy corra más tinta en la Comunidad Valenciana para contar qué hace y qué dice el auto postulado a candidato, Francisco Camps, cada vez que organiza un sarao de fieles para hablar de su proyecto para esta tierra que la que se necesita para explicar la alternativa del PSPV-PSOE y de su candidata in pectore, Diana Morant, para dar relevo a la ineptitud demostrada del Consell da idea de la ausencia absoluta de un proyecto serio, renovado, reformista, capaz e ilusionante para la sociedad valenciana.

Enormemente decepcionante resulta que la última referencia de Morant al principal problema de la Comunidad, de hecho, este mismo verano, haya sido decir que "el modelo de financiación que necesita la Comunidad Valenciana es que salga Mazón por la puerta y que entre una socialista". Y hasta ahí. Intentar convencer de que la solución a un problema que debió solucionarse en 2014, hace más de once años ya, de los que ha habido gobierno socialista siete años en España y ocho en Valencia, pasa porque Morant simplemente atraviese ahora el dintel de una puerta es faltar al respeto puerilmente a cualquier inteligencia media.

Pero si además resulta que todo va a depender del poder político que PP y PSPV-PSOE alcancen a tocar de la mano, respectivamente, de Vox y Compromís, los primeros titiriteros de su jefatura en Madrid y que ya han demostrado ser más eficaces fuera de un gobierno que dentro, algo que no llama, precisamente, al voto del ciudadano que quiere que los suyos tengan mando en plaza, y los segundos rotos internamente y tratando aún de digerir ser el nacionalismo valenciano de izquierdas que más ha conseguido en Madrid para el nacionalismo de derechas catalán y menos para los valencianos en su conjunto, ya me dirán ustedes a quién le apetece que le llamen a votar, ni mañana ni en 2027.

Difícil papeleta de cara a trabajarse a la ciudadanía resolviéndole sus problemas para luego pedirle el voto, sea cuando sea, que en esta Comunidad ya sabemos bien que quien lo ha hecho mal es seguro aspirante a hacerlo peor. Será, en todo caso, cuando toque en 2027 salvo que Mazón decida atarse los machos y adelantarse si lo hace Sánchez. Y si Feijóo lo estima oportuno, claro, porque una vez más el futuro de los valencianos no lo decidiremos ni nosotros ni aquí.
 

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