Opinión

Opinión

Es fácil tener una patria

Publicado: 08/10/2025 ·06:00
Actualizado: 08/10/2025 · 06:00
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

Dedicamos la semana a la celebración de una casualidad. De dos, en realidad. Las de haber nacido en un determinado lugar. En la Comunidad Valenciana, mañana, y en España, el domingo. No hay manera de escapar de ello, es fácil tener una patria. Basta con asomar la cabeza y respirar por primera vez fuera del líquido amniótico. Yo, de hecho, tengo varias. La sección de cuerdas de Strawberry Fields Forever, de The Beatles, por ejemplo, que escucho mientras escribo esta columna. El paseo marítimo de Dun Laoghaire, cerca de Dublín, donde vi de cerca por primera vez un cuervo. Dos butacas de madera que mi pareja y yo recuperamos de la calle, situamos a la sombra de nuestra higuera y convertimos en todo un imperio. Cualquier faro, cualquier mar, cualquier graznido de gaviota. Varios planos de la filmografía de Orson Welles y la escena del espejo roto de El apartamento, de Billy Wilder. Un cruce de dos arroyuelos en Uspallata, junto a los Andes. La ausencia de mi madre. Y los párrafos que relatan el crimen de Crimen y castigo, de Dostoievski, entre otras.

A mí, lo que verdaderamente me parece imposible es tener solo una patria. Ceñir tu sentimiento de pertenencia al cercado de una parcela. Pretender apropiarse de la esencia de un territorio y dictar sus preceptos como Moisés ante una zarza. Y, por consiguiente, anular las preferencias de los demás: sus sentimientos, sus tradiciones, su lengua, su cultura. Y más cuando anda revuelto el planeta, nuestra única patria, en realidad y de momento, en delimitar con trazos gruesos los contornos y en difuminar las fronteras pactadas con los vecinos. La política, en todo el globo, pero también en la España de la Hispanidad y la Comunidad Valenciana del 9 d’Octubre, está transformando nuestras calles en la antesala de un bingo, donde siempre hay un hombre con camisa a rayas claras de manga corta y vaqueros holgados fumando un cigarro en la puerta. O, peor, en la antesala de una casa de apuestas, donde siempre hay un hombre con camisa a rayas claras de manga corta y vaqueros holgados fumando un cigarro en la puerta y ofreciendo un préstamo con intereses de villano de Charles Dickens.

Me valdrían los fastos identitarios de esta semana si se declararan jornadas de puertas abiertas, como hacen los museos. Si facilitaran puntos de encuentro. Si no se utilizaran para ensalzar nuestras diferencias, que son muchas, incluso en el ámbito de cada territorio, sino para exponerlas a los demás con la intención de aderezarlas con las diferencias de los demás. Si no sirvieran para intentar encajonar en la misma cómoda a un ciudadano de Villena con otro de Vinaròs. A un granadino con un palentino. O, al menos, que se entendiera que son círculos, cuadrados, hexágonos y triángulos que forman un todo, como en los rompecabezas de los bebés. Mientras tanto, festejaré mis patrias otros días, si no les importa; vuelvo a ellas con frecuencia para sentirme en casa. Mañana andaré limpiando cristales. El domingo, como diría el Rick de Bogart en Casablanca, “no hago planes con tanta antelación”. Disfruten sus raíces.

 

@Faroimpostor

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo