ALICANTE. Metáforas te da la vida, y madres para corregirlas. Pintarse las uñas de negro, no trabajar de chispa, revolcarse por el escenario, desgañitarse, saber y no saber qué ser, vivir para tocar y ganarse el pan, les garrofes o la nada. Diez años que son casi un pasad por casa que tengo el vídeo en super 8 de mi último viaje y sabéis, le he dicho a mi madre que se lo mire primero y le haga el audio.
1, 2, 3, Stanstill “10 años y una zanahoria”. Largometraje autobiográfico sobre los 10 primeros años de Standstill. Hilado, en buena medida, por las crudas y entrañables voces de las madres de los componentes. Documental que trata la evolución íntima y a la vez compartida de un grupo de jóvenes, dirigido por Enric Montefusco, alma máter del grupo, y montado por Rosa Rydahl, con un cierto toque de cinema verité, enlazando tomas de diferentes formatos y dispositivos, aportadas por los propios miembros del grupo, amigos, compañeros y colaboradores, componiendo un puzzle visual y sonoro desde el post-hardcore al indie de autor. En un experimento de cruce entre realidades, de metaficción documental, las voces de las madres de los componentes del grupo acompañan el visionado, como si sobre el montaje final se hubiera sobrepuesto el montaje de un pase privado con los comentarios de las progenitoras y sus certeras críticas, comentarios y, por supuesto, oleadas de cariño envuelto en sentido común maternal.