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conversación con el investigador JAVIER DE FELIPE OROQUIETA

Oroquieta: "Lo que se está intentando es frenar el alzhéimer, no curarlo

  • De Felipe: "No sabemos cómo funciona el cerebro humano, pero usamos el de rata por las propiedades parecidas"

ALICANTE. ¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Qué diferencia nuestro cerebro del resto de animales? Pese a tratarse de una de las preguntas más repetidas en la historia de la ciencia -y de la humanidad- sigue sin existir una respuesta concluyente para ella. Son 4.381 las especies de mamíferos que conviven en el mundo, las cuales "presentan estructuras distintas en la manera de organizar su corteza cerebral", explica Javier de Felipe Oroquieta, profesor de investigación en el Instituto Cajal (CSIC) y director del Laboratorio Cajal de Circuitos Corticales del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid. El científico, que este jueves impartió una conferencia en la sede Ciudad de Alicante de la UA sobre El cerebro humano: una perspectiva científica y filosófica, expone que están comparando "el hipocampo humano con el del ratón y la rata con respecto a unas proteínas especiales que se encuentran en un tipo de neurona" y los resultados prueban que "existen puntos comunes, pero a su vez distintos entre la rata, el ratón y el humano. Son especializaciones del cerebro. Por eso somos humanos, porque tenemos un cerebro especial", resume el investigador.

"Me gusta estudiar el cerebro de los animales exóticos porque todo lo que sabemos sobre este órgano lo basamos en el estudio del ratón y la rata -y un poco de los macacos-, pero cuando se elabora un esquema sobre la organización de la corteza común a todos los mamíferos se delata que la representación no es la misma para todas las especies", detalla. No significa esto que los científicos se encuentren investigando sobre los animales equivocados, sino que "lo ideal es estudiar directamente el cerebro humano, pero por razones éticas no se pueden hacer manipulaciones en ellos, por lo que se utiliza uno animal", argumenta. Aunque comenta que en cerebros de individuos que han fallecido pero que tienen menos de cuatro o cinco horas post mortem se puede "penetrar con una microaguja para visualizar la estructura de las células humanas y llevar a cabo luego una reconstrucción tridimensional. Como no sabemos cómo funcionan esas células porque no podemos manipularlas utilizamos los datos de la rata o el ratón, ya que se supone que presentan propiedades fisiológicas iguales o parecidas".

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