ALICANTE. El año 2019 está marcado como el del despegue definitivo de Las Cigarreras: el centro cultural que el Ayuntamiento de Alicante comenzó a plasmar en planos hace dos mandatos sobre las restos de la antigua Tabacalera. Las instalaciones de aquella fábrica ya reciclaron un uso precedente: se levantaron sobre los cimientos de la Casa de la Misericordia, cedida por el Obispado al Estado en 1.801 precisamente para que se destinase a la fabricación de tabaco. Y esa fue su función, tras pasar por varios avatares (incendios y reconstrucciones incluidas) hasta que las necesidades logísticas (y, en parte, también el deterioro del inmueble) llevaron a su última operadora, Altadis, a requerir otro espacio distinto con otras funcionalidades.
Ahora, casi 19 años después de que el conjunto arquitectónico pasase a ser público a través de una controvertida operación de permuta, se pretende dar el impulso crucial para convertirlo en el gran polo cultural polivalente que Alicante aún no tiene y que sea capaz de revitalizar un entorno especialmente falto de dotaciones públicas, con una orientación a la manera de las experiencias desarrolladas en otras ciudades. ¿Cuál es la referencia a seguir? Los ejemplos son múltiples: desde l'Escorxador de Elche hasta el Centro Cultural La Nau de València... Pero, en especial, se piensa en modelo del CaixaForum de Barcelona (también levantado sobre los vestigios de una fábrica textil) como mejor espejo en el que mirarse. Eso sí, enteramente bajo el impulso y la gestión pública.