ALICANTE. Aunque la tecnología evoluciona, día tras días, de forma innegable y vuelve realidad aquello que antes solo se atrevía a soñar, los viajes en el tiempo siguen siendo exclusivos de las películas más futuristas. Por el momento, el wanderlust de más de un inquieto o inquieta únicamente puede saciarse en el ámbito geográfico y no entre épocas. Ahora bien, aunque un cuerpo no puede transportarse físicamente en el tiempo, sí existe una manera de evocar el pasado, la cual deja conocer una realidad y da pie a imaginar la parte restante. Los objetos que han perdurado son la herencia de ese pretérito, un legado que se materializa en forma de cántaro, edificio o fortificación.
Concienciar a la sociedad de la importancia de estos recursos patrimoniales es, precisamente, el objetivo último del proyecto Terra, un trabajo colaborativo entre la ONG Arquitectura Sin fronteras y el Colegio Territorial de Arquitectos. "No se trata simplemente de un tema identitario, de quiénes somos, sino que ese patrimonio tiene un potencial enorme desde el punto de vista de la articulación del territorio para espacios lúdicos, culturales, deportivos, para complementar la oferta turística y gastronómica...", interpreta Miguel Martínez, miembro de la junta de Arquitectes pel Paissatge (agrupación dentro del Colegio de Arquitectos de la Comunitat Valenciana).
Esta labor de concienciación se consigue, según explica Martínez, "haciendo entender a las administraciones la necesidad de vincular este patrimonio, de tener una visión conjunta de él y saber venderlo bajo una misma marca. Además, se debe recuperar aquel que está en un estado deficiente y ponerlo al servicio del modelo productivo". En definitiva, se trata de un cambio de mentalidad para incorporar todos estos valores en los distintos municipios del territorio. "El problema es que la ley va por un lado y la realidad, por otro", lamenta refiriéndose a las obligaciones de conservación del patrimonio.