VALÈNCIA. Determinantes posesivos: un elemento del lenguaje básico, esencial, primitivo. Necesario para la supervivencia. Existe un juego, un experimento, que nos obliga a elegir tres palabras que en una situación hipotética, serían las únicas que podríamos emplear para comunicarnos en un entorno ajeno. En una situación así, el yo en tanto en cuanto nombre pierde el sentido. No es tan útil. ¿Qué lo es? Por ejemplo, dame. A mí. Aquello que nos sirva para obtener, para conseguir. El tú tampoco importa. Dame. Mío. Hemos evolucionado mucho desde los primeros balbuceos que nos sacaron de las tinieblas de la ingenuidad. Hemos evolucionado mucho, pero no tanto. El poseer sigue definiendo nuestras relaciones. Poseer, lamentablemente, es ser. También el poseer a las personas. El afán de poseer persiste como una dinámica fundamental de nuestra existencia, y sin embargo, es una de las ambiciones que más destructiva resulta, sino la que más.
Miguel Dueñas es autor de Mía, una novela publicada en Candaya que radiografía la maldad intrínseca en la posesión cotidiana. Lo ha contado en su historia, y lo cuenta además en esta entrevista.