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LA LIBRERÍA

'Membrana', de Jorge Carrión, por las dudas y por las deudas

MURCIA. Por definición —o interpretación— el ser humano habita una antesala. La pregunta es la de siempre: ¿vamos montados en el tiempo hacia el futuro, o viene el futuro hacia nosotros como un tren en trayectoria inexorable? La respuesta no es sencilla. Las relativas al espacio son las dimensiones más evidentes: la cuarta dimensión, sin embargo, todavía tratamos de entender qué es. ¿Existe más allá de nuestra perspectiva? En caso de existir de forma inapelable: ¿es lineal, o como en esa película basada en un relato de Ted Chiang, La llegada, es más flexible de lo que actualmente podemos experimentar? Si uno logra abstraerse del pegajoso antropocentrismo aunque sea por un momento, parece lógico pensar que sería mucha casualidad que todo fuese tal y como lo contempla una especie en pañales como la nuestra. Sea como sea, nuestra relación con la temporalidad, con la caducidad, nos define. El ser humano nace al ser en una cuenta atrás que en sus primeras etapas pasa desapercibida, pero que a poco que tomamos conciencia de lo que nos rodea, se vuelve la certeza más absoluta en la que uno se puede apoyar. 

Vivimos en la época anterior a todo lo que vendrá. Todas las personas que han existido han protagonizado la precuela de importantes acontecimientos históricos. Con todo y con eso, lo cierto es que parece que últimamente las cosas se han acelerado enormemente: la explosión demográfica lo confirma. En cosa de dos siglos hemos pasado de unos discretos mil millones de ejemplares, a unos ocho mil millones. No solo eso: la cantidad de información que generamos es tan masiva, que a partir de cierto punto a mediados de los dos mil, comenzamos a producir tanta información en dos días como había producido la humanidad hasta ese momento. Pero hay más: el progreso ha pisado el pedal a fondo; hoy día se suceden los avances trascendentales a un ritmo nunca visto. La antesala jamás fue tan evidente: la revolución que supuso la radio o la televisión es una menudencia si se compara con los horizontes que abrió internet, o con los que se vislumbran desde que una inteligencia artificial nos dejó claro que nunca más volveríamos a ser los campeones del go.

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