VALÈNCIA. Tradicionalmente se piensa que hay un único infierno, ese lugar donde la gente sufre el castigo justo por su pecado, pero en realidad hay más de un infierno y, a veces, más cerca de lo que imaginamos o queremos creer. Infiernos que llegan en forma de desigualdades, injusticias, amores no correspondidos, mentiras, guerras… y llegan de forma improvisada, cuando la cortina de las ilusiones muestra la realidad más dura y descarnada. Un submundo de dolor, oscuridad y violencia que atrae a Carmen Mola o mejor dicho, el trío compuesto por Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz, que hablan de su último libro, Infierno (Planeta), como una única voz, exenta de egos y bien equilibrada.
Un título ambivalente, al igual que ya ocurrió en La Bestia, que hace referencia a un manuscrito que alude a un lugar en el oriente de Cuba, una hacienda azucarera —también llamada ingenio—, donde se están produciendo torturas a los esclavos. Como explica Antonio Merecero ese es el infierno literal, pero el figurado es “el infierno de la esclavitud, de la desigualdad social, del amor, del amor no correspondido, de los celos… porque el amor en esta novela tiene una parte importante”.
En esta nueva novela Carmen Mola no deja el siglo XIX, que como ellos mismos dicen “es un chollo para encontrar historias que desencadenen una novela”. Eso sí, salta 32 años —La Bestia empezaba en 1834— para centrarse en 1866, en ese Madrid bullicioso en el que los seguidores de Juan Prim querían derrocar a Isabel II y se celebra la revuelta de San Gil. Un hecho que, explican, permite enlazar con La Havana y denunciar la esclavitud que todavía funcionaba allí pues España era una potencia esclavista —“cosa poco conocida”, enfatiza Mercero—, y fue el último país europeo en abolir la esclavitud.
Una novela… ¿romántica?
Un contexto al que “solo nos faltaba urdir una trama que llevase a nuestros dos personajes hasta ese horror”, como bien dice Mercero. Y es que, en Infierno Carmen Mola ha introducido una historia de amor protagonizada por una bailarina llamada Leonor y Mauro, un estudiante de Medicina. Una historia en la que se ven envueltos en un homicidio que marcará sus vidas y cuya historia transcurre al más estilo Carmen Mola. “Sí, Carmen Mola se ha enamorado, era nuestro titular cuando la gente nos preguntaba qué íbamos a hacer y les contestábamos que una comedia romántica”, comenta Agustín Martínez divertido. Lo hace destacando que “no nos ha salido comedia por ningún sitio, pero romántica sí”.
Una historia que no construyen como la novela policíaca de La novia gitana, por ejemplo, sino con una forma de narrar más propia del folletín. “Nos apetecía probar con un relato clásico decimonónico, que es el folletín, pero mezclado con elementos propios del thriller. El resultado es una historia de amor, porque es el núcleo del relato, pero con unos giros distintos y una manera de evolucionar diferente a lo que sería un folletín normal”, explica Agustín.
Esa manera de narrar la historia bebe también de la televisión, tal y como destaca Jorge Díaz: “Sí, porque hay que tener en cuenta que la mayor parte de la narración televisiva está muy basada en el folletín, aunque no necesariamente sea una historia de amor. Hay que recordar que el folletín era un modo de contar las cosas en la que cada día salía en el periódico un episodio y había que dejarlo en alto para que la gente comprara el periódico el día siguiente. Y eso es lo mismo que pasa con la mayor parte de las series; y no te digo nada con las telenovelas”.
"Nos apetecía probar con un relato clásico decimonónico, que es el folletín, pero mezclado con elementos propios del thriller"
Una forma de narrar en la que afirman sentirse cómodos pues “esa manera de contar del folletín constituye la mayor parte de la ficción actual”. Y en la que no dejan su identidad: “cuando montamos una trama queremos sorprender. Es decir, tú plantas una historia de amor y en las 50 primeras páginas ya sabes que van a pasarlo muy mal, pero al final van a estar juntos, pero quizá en el caso de Carmen Mola no”.