Su vida bien podría ser el guion de una película. Por sus anhelos, por sus éxitos, por sus fracasos, por sus oportunidades como la que le permitió salvar la vida, por su huida, por emprender su profesión en tierras lejanas, así como por su regreso.
Un avatar tan activo, tan lleno de sentimientos, de temores, de una gran voluntad de servicio… Y tan desconocido. Su vida fue puro propósito. Me refiero a José Amador y Asín. Nació en el número 1 de la calle Carmen, en Alicante, el 14 de marzo de 1882. Fue buen estudiante y pronto despertó su vocación que pondría en práctica toda su vida. Se licenció en Medicina y Cirugía en 1905 y ejerció su profesión tanto en España como en Argentina. Ya verá.
Además de médico, fue escritor, político, conferenciante y amante de la naturaleza. Coincidió con Gabriel Miró en Polop, donde vivieron largas temporadas y desde donde recorrían los pueblecitos del valle de Guadalest. Compartieron buenos momentos disfrutando del paisaje, de largas conversaciones con las gentes del lugar que labraban la tierra, de asuntos relacionados con la medicina y la salud de sus familiares, pero diferían en su compromiso social e ideológico con posiciones diferentes.
Amador y Asín era de una pasta especial, esa que no se arruga antes las adversidades, sino todo lo contrario. Eligió ejercer su profesión como médico rural. Estuvo destinado en varias poblaciones como las de Confrides, Guadalest o Torremanzanas atendiendo a sus pacientes donde era requerido, fuese el día que fuese, fueran las condiciones climatológicas que fueran. Se fue curtiendo con cada servicio, experiencia que le vendría muy bien para cuando tuvo que ejercer su profesión en otras latitudes.