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EVITA DINAMITA

Los calzoncillos de Leonardo Sbaraglia

VALÈNCIA. Les confieso que tenía serias dudas de cómo titular esta crónica. La primera opción era 'La ópera prima de Nacho Ruiperez intenta situar a Valencia en el mapa audiovisual gracias a la presencia del galán porteño por excelencia'. Pero me dije: ¡venga Evita, que tú puedes! Dale una vuelta. Y opté por un enunciado que me garantizara la atención del colectivo cinéfilo y femenino. Así, con más del 60% de la cobertura garantizada, me dispongo a desgranar los entresijos de uno de los rodajes más mediáticos que ha acogido Valencia en los últimos años, además de regalarles la anécdota que da título a esta crónica y que viví con uno de los actores que más me gusta dentro y fuera de la pantalla. Además, me infiltré en el cumpleaños de la estilista Sonia Vilar y en la fiesta con los 30 clones de Madonna, asistí a la exposición nipona de Cristina Peris, desayuné con perlas y monté un trueque de ropa con mis amigas del Club Español de Tenis. Y todo ello sin abandonar el mundo del celuloide. Movierecord ...apaguen sus móviles.

Los calzoncillos de Leonardo Sbaraglia

Conocí a Leonardo Sbaraglia el año pasado. Fue cuando pasó por Cinema Jove, que por aquel entonces dirigía Rafa Maluenda y en el que yo formaba parte del equipo de prensa, para presentar con Clara Lago la película Al final del túnel. Tras una comida dilatada con varios medios, y como queríamos exprimir al máximo su paso por el certamen, al actor aún le quedaban unas cuantas entrevistas más en el hotel y no disponía de tiempo para pasar por la habitación. Así que me pidió que lo hiciera yo en su lugar para cogerle el "mate" (bebida argentina). Como ya nos habíamos intercambiado alguna broma en el encuentro periodístico y le confesé que me encantaba, me dijo algo parecido a : "Por favor, subí al cuarto y me traés el mate, pero no me revisés los cajones, ¿eh?" y me entregó la tarjeta de su habitación. Mientras subía en el ascensor, ideé una maldad. Una vez dentro, buscaría una prenda íntima de Leo, a ser posible un calzoncillo, me haría una selfie con él y se la mandaría a mis amigas del chat 'divas y divinas'. Una vez en la puerta, intenté abrir con la llave de plástico aproximando un lado a la cerradura, el contrario, la puse de canto, la froté, la rasqué (hasta que casi me sale el premio) ...y nada. Me volví con el rabo entre las piernas y cuando se la entregué a Leo y le expliqué la jugada cayó en la cuenta de que se trataba de la llave del hotel de Madrid. Rebuscó en su bolsillo y sacó la de Valencia, pero esta vez la elegida para llevarle el brebaje sería su agente de prensa. Mi gozo en un pozo. Curiosamente esa infructuosa tarde de junio de 2016, al menos para mí, no lo fue en absoluto para Sbaraglia quién recibía la propuesta y la primera versión del guión del Desentierro de manos de su director Nacho Ruiperez y su productor Ximo Pérez.

Un año y pico más tarde volvíamos a vernos las caras en Veles en Vents. Aunque no sé si él reparó en la mía. Yo estaba escondida entre las más de cien personas que acudían a ver la iniciativa 'Talens' a La marina capitaneada por Mariola Cubells y que reunía al elenco de la película. Leo, iluminado por los focos y por los ardientes ojos femeninos -cuando comenté en mi Facebook que asistiría a la charla no menos de cinco amigas me propusieron secuestrarlo para cenar-. De cerca, volvió a demostrar que es "un buen tipo". Como comentó el director " hicimos un street casting (elegían a los actores entre gente de la calle) y uno resultó ser un gorrilla. Si vierais con qué paciencia y cariño Leo le explicaba lo que era un plano, cuál era su marca, los entresijos de un rodaje ..." También me habló de su bonhomía otro amigo, Nacho Ballester, en cuya casa familiar de Campolivar se rodó parte de la ficción durante 10 días. "Es fantástico, muy amable y cariñoso. La familia Ballester Vázquez está muy contenta de que se haya rodado en nuestra casa porque es una especie de homenaje a mi padre, Eduardo Ballester que fue Conseller de Cultura  y Deportes de Valencia y Director General de Cultura en España con UCD. Él estaba orgulloso de su biblioteca y así hemos logrado que quede inmortalizada".

Retomando el encuentro entre el público y el cine, éste comenzó - cómo no-con el reclamo de Sbaraglia, quién nos mantuvo hipnotizados con la cadencia de su acento y sus gestos "cuidadosamente descuidados". Pero como el argentino universal no destaca por su sentido del humor (pobre de aquel que lo fichara para El Club de la comedia), a los 45 minutos agradecimos que se rodeara del elenco técnico/artístico. Así pudimos conocer de cerca al actor Raúl Prieto (valenciano de nacimiento y salmantino de adopción) que sí que destacó por su comicidad desatando más de una carcajada entre los asistentes. Memorable también mi metedura de pata con él, ya que cuando me lo presentó Carmen Ponce -productora de la película- alabé su papel en La vida mancha (cinta que jamás interpretó y al que evidentemente confundí con Juan Sanz). Otros de los invitados a la versión del Chester que tan maravillosamente borda Mariola Cubells fueron el joven director valenciano Nacho Ruiperez, las actrices Vanesa Cano, Cristina Fernández, Isabel Requena, el director de arte Abdón Alcañiz y Ximo Pérez (quién además de productor ejecutivo es el encargado de la foto fija de la película y el cocinero particular de recetas valencianas que Leonardo ha degustado en su casa de Gaibiel). Entre los que disfrutaron descubriendo el oficio del cine, se encontraban Javier Andrés de La Sucursal y su hermana Silvana de Arquilecturas, Vicent Llorens y Ramón Marrades del Consorcio de la Marina, el diseñador Iban Ramón y la arquitecta Sonia Ramos, Marifé de Rueda, Paco Gascó, Quique Cubells, los periodistas Quique Medina, Vicent Molins, Izaskun Fernández y Arantxa Torres.
No muy lejos de allí, y unos pocos días más tarde, tuvo lugar la fiesta de fin de rodaje. Un total de 84 personas, una más (Leonardo Sbaraglia) y hubiese estado el equipo al completo. En este caso, también acudieron los actores Jan Cornet, el argentino Michel Noher y las actrices Jelena Jovanova, croata, y Cristina Perales, valenciana.

El cumpleaños con las 30 Madonnas

Y de la Albufera, al Battery Park de Nueva York; escenario clave de la película Buscando a Susan desesperadamente. Un viaje metafórico que en realidad se rodó en las calles de Cánovas y que en lugar de estar protagonizado por Madonna y Rosanna Arquette, descubrió el talento de la estilista Sonia Vilar y el de más de 30 clones de la cantante estadounidense. Al 40 cumpleaños de la valenciana, que eligió como leit motiv de la fiesta a la diva del pop, acudieron sus amigos más íntimos (y ya digo que superaban la treintena, para que luego me digan a mí que "hago amiguitos con mucha facilidad"). Sonia hizo su entrada triunfal ataviada con el modelazo que la rubia explosiva lució en la Super Bowl, cuya corona era una réplica exacta de aquella con la que brilló en el evento deportivo y en este caso era obra del artista Lluís Masiá y a cuyo "total look",  el diseñador de pajaritas Sebastián Chavarriaga también aportó su toque chic. 

La "cuarentañera", que actualmente trabaja como coordinadora del proyecto expositivo de moda Artenblanc y ha publicado redaccionales en Neo2, se rodeó de su gente: Raquel Silvestre, pareja de Paco Roca, que acudió ataviada de 'Like a Virgin'; el peluquero Rafael Moreno y su marido el personal shopper José Alandes, que eligieron la época de 'Vogue'; Óscar Vilar, hermano de la cumpleañera, de bailarín de Rebeal tour; María Aura, quién rescató la estética del vídeoclip 'Music', al igual que nuestra querida "hedonista" Paula Pons (aunque más de uno la confundió con Leticia Sabater, a su pesar); la ochentera Elvira Dominguez; Ana María del Amo del tour Confessions y su marido Arturo Rosalén, de su jefe de seguridad; la peluquera Ángel Ardan y Diana Esteban, extremadamente sexys de negro, que afirmaban ser integrantes de los coros de la artista; Sandra Ostacchini y el asesor inmobiliario José María Ramírez y algún "bomboncito masculino" que las malas lenguas femeninas aseguraban que era uno de los "yogurines" a los que a Madonna le gusta arrimarse. Y como suelo ser la reina de las pifias, el patinazo de la fiesta fue confundir a un invitado que iba caracterizado de Evita Perón con la abuela de Madonna. Un clásico en mis noches de vino y rosas.

Algunos disidentes como José Camacho -conocida como "la kilómetro" y que ha concursado en el programa Quién quiere casarse con mi hijo se disfrazó de la terremoto de Alcorcón, coincidiendo en atuendo con Lluis Macia que fue la sorpresa de la noche al interpretar en playback la canción 'Hang up' para una ojiplática Sonia Vilar. Eduardo Peris, el fotógrafo de moda, que parece ser que se equivocó de icono musical y se protegió del frío con un jersey de lana de los Rolling Stones.

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