Se cumplen 10 años del 15M. Durante estos días, habrán leído muchos análisis y crónica de lo que fue aquello, que no fue otra cosa que un movimiento contra el bipartidismo, pero especialmente, contra el PSOE, que por aquel entonces -en mayo de 2011- ya contaba los días para dejar el poder, sobre pasado por las consecuencias económicas y sociales de la crisis económica de 2008. El ejecutivo de Rodríguez Zapatero agonizaba y no fue hasta unos meses después -tras un editorial de El País- en el que se vio obligado a convocar elecciones y por tanto, acelerar la llegada de Mariano Rajoy por mayoría absoluta.
Pese a haber nacido en 2011, el 15M no tuvo ningún impacto en las elecciones municipales ni generales de ese año. El PP llenó la mayoría de ayuntamientos y gobiernos autonómicos de mayorías absoluta. Es más, en el caso de la Comunitat Valenciana, el president Francisco Camps tuvo que dimitir después de revalidar el Gobierno por mayoría absoluta ante el escándalo del caso de los trajes, que fue el inicio de la múltiples causas del caso Gürtel.
En Alicante, el 15M no fue excepcional a cualquier parte del país. Todas las tardes, la plaza de la Muntanyeta se llenaba de gente, decepcionada con muchas de las medidas del Gobierno de Zapatero -más pendiente de la Troika y de las autoridades de Bruselas- y del afán embargador de las entidades bancarias, insensibles ante las dificultades por las que atravesaban muchas familias a los que les habían vendido el futuro feliz con un crédito hipotecaria con el que se pagaron el piso, el coche o los muebles.
El 15M alicantino también desembocó en parte en Podemos. Su fuerza cristalizó en las elecciones de mayo de 2015, que posibilitó la llegada de los alcaldes del cambio -como en Zaragoza, València, Barcelona o Madrid- y fundamentalmente, en las generales de 2015 y 2016. La coalición entre Podemos, Compromís y EU superó en votos y -en 2016, también escaños- al PSPV-PSOE. Un hito electoral, desde luego.