ALICANTE.Aunque trabajó en Coca-Cola toda su vida, no se ha pedido una, ha preferido marinar la entrevista con un Monastrell cumpliendo esa máxima de “donde fueres, haz lo que vieres”. Marcos de Quinto (Madrid, 1958), ex vicepresidente de Coca-Cola y ex diputado en el Congreso de los Diputados por Ciudadanos, sabe de lo que habla, entre otras cosas, porque es un hombre hecho a sí mismo, con los pies en la tierra, unos que no tuvieron reparos en pisar el barro de Valencia para echar una mano en los pueblos damnificados por la Dana. A lo mejor es que como ya no era diputado se podía permitir el lujo de mancharse en un barrizal, ya dijo Aina Vidal, portavoz de Sumar, que los políticos no estaban para quitar barro. Con razón, de Quinto crítica a unos políticos demasiado acostumbrados a las comidas enmoquetadas y desconectados, como un servidor dice, de lo que cuestan los yogures en el supermercado. Sin saberlo, el que escribe esta entradilla, el entrevistador, se iba a convertir en un psicólogo al que nuestro invitado confiesa su frustración ante una sociedad, la española, que admira más a los que no dan un palo al agua que a los empresarios.
— Me he pedido una Coca-Cola, se quejará…
— (Ríe) Está muy bien.
— Ahora está inmerso en la asociación Pie en Pared ¿Cuáles son sus objetivos?
— Es una idea que tuvimos Juan Carlos Girauta y yo, además tenemos una junta directiva de lujo. Estamos enfocados en luchar contra la hegemonía cultural de la izquierda y contra el pensamiento woke. Es curioso, cuando estás en política de partido te salen enemigos de las otras formaciones e incluso de la tuya propia, en cambio, cuando sales de la vorágine partidista aparecen colegas que antes no se juntaban contigo, te tienen más respeto e incluso tienes más capacidad de convocatoria.
— ¿Ha hecho más amigos ahora que cuando estaba en Ciudadanos?
— Estamos ahora en la sociedad civil, hemos hecho manifestaciones en Madrid, y eso a los partidos les genera interés, la relación con ellos es mucho mejor que cuando estás en uno en concreto.
— ¿Ha perdido fuerza la agenda woke con la victoria de Donald Trump y el consiguiente apoyo de los tecnócratas digitales a sus postulados?
— Esos tecnócratas llevan décadas apoyando a los demócratas y a Joe Biden, el único giro se produce cuando Elon Musk respalda a Donald Trump a través de X. En Estados Unidos sí que es cierto que se está dando la vuelta a la agenda anterior, y es lógico porque lo que se estaba apoyando era contra natura, siempre buscan el enfrentamiento entre minorías, la gente anhelaba una transformación para cambiar semejante estupidez.
“Me cargué muchas campañas de marketing cuando era el responsable en Coca-Cola”
— Ha sido alto ejecutivo de Coca Cola, tenía mando en plaza en la sede de la compañía en Atlanta, ¿percibió los primeros coletazos de la agenda woke a nivel empresarial?
— Hay muchas campañas que me he cargado cuando era responsable, no las hemos autorizado ni aprobado, hemos seguido haciendo anuncios de Coca Cola, no hay que cambiar la historia, si quieres tener éxito debes ser fiel a lo que eres. En Zamora me preguntaron en una conferencia con empresarios porque todas las empresas del Ibex abrazan la agenda 2030, y pensé que todos los consejeros delegados buscan que su compañía haga el mundo mejor, contribuir a la sociedad, el problema es quien contribuye a que nuestro sistema mejore, y durante años eso lo ha dictado la izquierda sin ninguna alternativa. Ha habido incomparecencia de otras ideas. Debemos decidir qué es un mundo mejor desde diferentes perspectivas sin dejar que la izquierda lo decida.

- Marcos de Quinto -
- FOTO: RAFA MOLINA
— He leído que le sorprendió el bajo nivel que había en la política, hablando de buscar el bien común, ¿cree que las empresas hacen más por mejorar la sociedad que los políticos?
— Podría ser, lo que ocurre es que las empresas están sometidas de alguna manera a los políticos. Una empresa debe ser valiente y arriesgarse a romper con lo establecido en la política, por eso debe salir de ella la alternativa a la izquierda.
— Un día fui a una gala empresarial y el evento no empezó hasta que no llegó el alcalde de turno ¿Cree que desde las empresas son conscientes de que pueden tener más influencia que los políticos?
— En España, que somos una joven democracia, sigue la mentalidad de “usted no sabe con quién está hablando”, continúa la perspectiva de que un concejal, un alcalde o un portavoz parlamentario sin estudios como Patxi López, amedrenta a gente más preparada que ellos, con mucha más preparación. En Argentina Javier Millei ha sabido romper con esta casta, la gente ha despertado y espabilado. Un político debe tener respeto por su cualificación y por su capacidad de aportar a esta sociedad, y esa pleitesía me parece casposa, los empresarios deben despertar y los políticos deben pagar cuando hagan algo mal. En Estados Unidos una empresa puede litigar contra el Estado sin remordimientos, aquí en España sigue habiendo miedo a lo político.
“La política está llena de incompetentes”
— La gestión de la dana, o mejor dicho, la no gestión se estudiará en los libros de Ciencia Política ante tanto nivel de dejación de responsabilidades ¿Usted cree que nos sigue pillando por sorpresa la ineptitud de algunos dirigentes?
— La política está llena de incompetentes, y esto está generalizado a bastantes partidos. En la Dana me preguntaría quien tuvo una reacción que marcara la diferencia, no hay ningún héroe, los únicos que lo fueron son los voluntarios, la propia gente. El jueves de esa semana estaba con una furgoneta que tengo y un montón de material, y pensaba en qué político, desde el Estado, a la Generalitat y a los ayuntamientos, nadie tomó una decisión memorable. Cuando les sacas de pagar comidas con tarjeta de representación, de chupar del cargo, de no tener ningún lío, son todos ridículos, pollos descabezados.
— ¿Su experiencia política le cambió su perspectiva sobre la gestión de lo público?
— No tenía muchas esperanzas, la verdad. Lo que si vi es que no se premiaba la honorabilidad y la calidad humana, sino al contrario, se confió en su momento en un mentiroso patológico.
— ¿Qué ha hecho mal la derecha para no conseguir llegar al poder a nivel nacional?
— ¿A qué llamas derecha?
“El PP aspira a ocupar el espacio que antes ocupaba el viejo PSOE”
— (Risas) ¿Al PP?
— Alberto Nuñéz Feijóo ha dicho que el PP tiene que aspirar a conquistar la socialdemocracia. El PSOE ha pasado a ocupar el espacio que antes estaba copado por Izquierda Unida y el Partido Popular aspira a llevarse el espacio que antes lideraban políticos como Felipe González. Lo que pasa es que algunos no queremos ni comunismo ni socialdemocracia.
— Dijo una vez que la ambición es buena pero que la ambición desmedida no, me estoy acordando de un artículo de Salvador Sostres en el que señaló que siempre que al PP le entran las prisas por gobernar se queda un largo tiempo en la oposición, ¿tiene Feijóo una ambición desmedida?
— Creo que Feijóo quiere llegar al poder, pero más bien prefiere que le lleven al poder, que los jueces o la UCO o la sociedad civil le lleven en palio a La Moncloa. Alguien que quiera solucionar los problemas de España debería de ser mucho más beligerante, como cuando José María Aznar le dijo a Felipe González que se fuese. Necesitamos un líder de la oposición con el cuchillo entre los dientes. Hay un caso que me preocupa especialmente, lo llamo la ‘cantabrada’, el PP tenía 18 escaños y Vox 1, la mayoría absoluta estaba en 19. Sin embargo, Miguel Ángel Revilla, intuyo que de corrupción hasta las trancas, apoyó gratuitamente al PP para que no gobernara la extrema derecha. Entiendo que todo se condiciono en que no se levantaran alfombras, sino se hubiese llevado a cabo ese acuerdo seguramente hubiésemos visto a alguno desfilar hacia los tribunales.
— Le he escuchado decir que sus cómicas favoritas son Irene Montero y María Jesús Montero, ¿hay cómicos en la derecha? Teniendo en cuenta el ingenio con la inteligencia artificial…
— El PP tiene gente muy valiosa y preparada, tengo amistad con Miguel Tellado, portavoz en el Congreso de los Diputados, lo está haciendo muy bien. Me encanta también Cayetana Álvarez de Toledo. El problema es que la corriente dominante no me termina de convencer, esa liderada por personas como Feijóo, Bendodo, González Pons que intentan contentar a los socialdemócratas templados.
— Cuando entró en política, mucha gente percibió como hostil que una persona como usted, con un patrimonio superior al común de los mortales, estuviese representando a todos los españoles.
— Hay una equivocación, yo no trato de representar a todos los españoles, estoy haciendo un trabajo político, quizá representa mejor a los españoles José Luis Ábalos, que es un putero. Nunca voy a representar a los españoles, la gente no entiende esta demagogia. Quizá prefieran a Pablo Iglesias, que dijo una cosa y luego se fue a vivir a una mansión en Galapagar. Yo quería ayudar con mi experiencia a la sociedad, pero no soy representativo de la sociedad española, me gusta la Ópera, mi mujer es una conocida soprano, dudo que a muchos españoles les guste este arte.
— Con la llegada de Elon Musk a la administración de Donald Trump y con el apoyo externo de otros empresarios, muchos han criticado la influencia de dirigentes privados en la política. Ya ocurrió que cuando Rishi Sunak fue nombrado primer ministro de Gran Bretaña algunos vieron su abultada cuenta bancaria como un hándicap para la gestión de lo público, ¿de dónde cree que viene esa fobia?
— Cada uno en la vida hace lo que puede y lo que quiere. Hay gente como Fernando Savater que se dedica a leer y a estudiar libros sesudos y luego escribe tratados brillantes. Andrés Iniesta entrena y entrena y luego juega maravillosamente al fútbol. Pablo Iglesias se encarga de seducir a las alumnas. Mucha gente me tiene manía porque tengo dinero, si ese es el problema, que Savater me dé algo de su lucidez, Iniesta su calidad e Iglesias su sexapil.
— ¿Se admira más al que lleva toda la vida en política que al empresario?
— Iñigo Errejón, que mira lo que hizo, y le pagaron una beca en la Universidad de Málaga sin ir a trabajar. España admira más a un tío que no pega un palo al agua que a Juan Roig.
— Oye, ¿cuándo va a un bar y no tienen Coca-Cola, pide Pepsi?
— (Ríe) No, no, no. Aunque dejé Coca-Cola hace tiempo, y es importante esto que me preguntas, porque aunque tengo amigos en Pepsi, si un día me vieran tomando un refresco distinto me moriría de vergüenza, sería una falta de respeto a mis compañeros con los que he trabajado desde que tenía 23 años.