ALICANTE. Si hay un sector económico que continúa arrojando resultados positivos en la provincia de Alicante, pese a las dificultades que conlleva la ausencia de suelo disponible, el retraso en la concesión de licencias, la inflación y la subida de los tipos de interés (que ahora comienza a atenuarse), es el de la promoción inmobiliaria. Las estadísticas oficiales sobre el número de visados para proyectos de nueva construcción, y los números que arrojan los balances de ventas, dan buena cuenta de ello. Solo hasta el primer semestre de este 2024, la superficie visada para nuevos proyectos subió un 18,3% respecto a 2023, y un 17,1% en proyectos de obra nueva, lo que permite augurar el inicio de mayor número de promociones en el margen de los dos próximos años. O lo que es lo mismo: las grúas continúan picando en una mina que parece seguir teniendo un rédito incalculable por extraer.
Así lo confirman los propios protagonistas de la actividad, desde ámbitos como la Asociación Provincial de Promotores de la Provincia de Alicante (Provía). "Es cierto que el sector va como un tiro", señala su secretario general, Jesualdo Ros. Eso sí, desde la prudencia, matiza el diagnóstico general al tener en cuenta varias vicisitudes que siguen salpicando el desarrollo de la actividad. "El sector va como un tiro, pero menos tiro que los años anteriores. En 2023, el número de viviendas iniciadas fue inferior respecto al del año precedente, y en 2024, calculamos que también será ligeramente inferior, aunque las ventas continúan con una evolución positiva", explica.
Esa situación es posible, fundamentalmente, gracias al empuje del turismo residencial: la franja de población extranjera que sigue apostando por adquirir una segunda vivienda en la provincia para pasar unos meses, con la posibilidad de rentabilizar la inversión alquilándola en el resto del año. O incluso por comprar su vivienda principal aquí, para fijar su proyecto de vida en la Costa Blanca, ya sea por motivos laborales o para disfrutar de los años de su jubilación. "El turismo residencial sigue siendo predominante", apunta Ros. Y, en consecuencia, "representa el mayor porcentaje de ventas" y de la facturación de las promotoras. En concreto, su peso coparía el 60% de las operaciones «y un porcentaje todavía mayor en términos de facturación para las promotoras", abunda.
Todo, con el aliento que supone disponer de una infraestructura como el aeropuerto internacional Miguel Hernández de Alicante-Elche, que garantiza la disponibilidad de enlaces prácticamente a diario con algunas de las principales ciudades del Reino Unido, Holanda, Bélgica o Alemania. No obstante, para el sector, esa situación continúa empañada por algunos nubarrones disociados de la fluctuación macroeconómica que se registra en el escenario internacional. Se trata de factores que sí dependen de la gestión política nacional, autonómica o municipal. Y que, por consiguiente, se interpreta que podrían tener una solución hasta cierto punto asequible en términos de inmediatez y de certidumbre en su realización. Son cuestiones como el desbloqueo en la generación de nuevos suelos aptos para construir, el estímulo a la promoción de vivienda pública o la reforma de la normativa que permita acortar tiempos de tramitación, desde la presentación de un proyecto, hasta la concesión de licencia efectiva para que las máquinas y las grúas puedan comenzar a trabajar sobre un solar.
Los empresarios de la construcción y de la promoción inmobiliaria llevan años lamentando las trabas que se encuentran en ese camino, con la sucesión de varias legislaciones o modificaciones normativas distintas con la impresión de que, en último término, se habría llegado a limitar la posibilidad de impulsar nuevos desarrollos urbanísticos. Con todo, afrontan con cierto optimismo la posibilidad de que se esté iniciando una nueva etapa que procuraría cierta flexibilidad. Nuevos tiempos con nuevas reglas del juego, acompasadas ahora con las nuevas prioridades del plan de recuperación tras la catástrofe de la Dana de Valencia.
"Creo que estamos en un momento distinto respecto al último periodo reciente", apunta Ros. Y lo argumenta: "Acabamos de ver la puesta en marcha de un Plan Vive, con un decreto de vivienda de protección pública, con el que esperamos que se comience a movilizar la oferta a un precio asequible", sostiene. "Los concursos de suelo y de vivienda en los que se está trabajando también van en esa línea y, me parece que son concursos razonables capaces de propiciar que haya respuesta", añade. "Diría que [los responsables del nuevo Consell] están pisando el suelo, no como en otros gobiernos anteriores, en los que se planteaban algunas propuestas en las que el sector no participaba porque resultaba imposible". "Ahora sí", enfatiza. "Así que el panorama que se avecina es ese desarrollo de potenciación de vivienda asequible", recalca.
En esta línea coincide la Federación de Promotores Inmobiliarios y Agentes Urbanizadores de la Comunidad Valenciana, Feprova, en sus primeros análisis sobre el Decreto de Reglamento de la Vivienda de Protección Pública. Sus representantes ya manifestaron —durante el periodo de exposición pública del decreto— que podría generar una mayor oferta de vivienda pública y facilitar el acceso entre los sectores con mayores dificultades, como los jóvenes y las familias monoparentales. Es más, ya entonces, auguraron que las medidas incluidas en esa regulación harían factible crear "entre 1.500 y 1.600 viviendas a corto y medio plazo en el conjunto de la Comunitat", que empezarían a construirse entre finales de este 2024 y, sobre todo, principios del próximo ejercicio.
En cualquier caso, para el sector, siguen existiendo otros retos a los que se debe dar respuesta. Entre ellos, la nueva situación que, a juicio de los empresarios, va a deparar un factor aparentemente positivo. Se trata de la senda de recortes en los tipos de interés que se comenzó a materializar desde el tercer trimestre de este año. "Es un nubarrón más. La bajada de los tipos es muy buena para el sector inmobiliario, porque permite que bajen los importes de los créditos" y que, por tanto, fluya la financiación para iniciar la obra. Sin embargo, Ros añade que el menor coste del dinero "también va a requerir un esfuerzo por contener los precios", apunta. Y lo fundamenta: "Con los tipos de interés bajos, o empiezas a sacar viviendas a precios asequibles, en un esfuerzo a asumir entre todos para contener los precios, o empezarán a escalar", apunta. "Si hay poca oferta de vivienda y se facilita el acceso al crédito, no se podrá cubrir la creciente demanda" que se augura que podría generarse, "lo que puede repercutir en los precios de venta", avisa.