Natalia Junquera (A Coruña, 1981), periodista de el diario El País ha publicado recientemente Nunca nos contamos lo que pasó (SUMA), una novela con tintes autobiográficos con trazas de memoria histórica entrelazada con el mundo del periodismo. En realidad, el título de su obra evoca a una realidad palpable de la sociedad española: no nos han contado del todo bien lo que pasó en la Guerra Civil y en el franquismo. Momento histórico que parece olvidado por los planes educativos en la asignatura de Historia, una memoria que sólo los atrevidos dan el paso de investigarla por su cuenta en un mar de bibliografías.
¿Cómo surge escribir la novela?
No es una novela biográfica pero sí que tiene bastantes elementos autobiográficos, y los temas de la novela son la memoria y el periodismo. En el libro relato un momento en el que mi periódico atraviesa una época en la que fue dirigido por la incompetencia y decido, al igual que la protagonista de la historia, cogerme una excedencia.
¿Por qué decide cogerse una excedencia y de qué período estamos hablando?
Es la época en la que lo dirige Antonio Caño, a mi me castigan y no me gusta lo que veo. Tengo que decir que en ese tiempo tenía mejor horario que ahora, pero me gusta mucho lo que hago y durante esa etapa no pude hacerlo. Dejamos de hacer las cosas como nos las habían enseñado. Gracias a Dios hubo un rescate y se echó a los que los habían secuestrado. La obra es una carta de amor al periodismo, una oda a todas las cosas buenas que aporta esta profesión a los lectores.
Es curioso como desde diferentes sectores se acusa a El País de ser un periódico sectario, de bailar el agua al gobierno y a Pedro Sánchez, incluso algunos lo han bautizado como Lo País. Sin embargo, es habitual ver a columnistas de diferentes visiones, unas que incluso discrepan con la línea editorial del periódico, por no hablar del sonado editorial contra el gobierno, ¿de dónde surge ese cliché?
La gente que usa la coletilla de Lo País no lee El País. Está todo muy polarizado, eso hace que haya un tipo de lector que lo que busca es que se le reafirme en sus opiniones más que informarse. Ha surgido un periodismo que le dice a la gente lo que quiere oir. Si ves mi periódico verás que hay firmas de todos los palos, e incluso editoriales críticos con el gobierno. Hay medios intentado complacer a sus audiencias por encima del rigor periodístico, respetar al lector consiste en contarle lo que ocurre de verdad, las cosas no son negras o blancas sino grises. Si el periodismo renuncia a contar las cosas como son está fracasando.
¿Cómo afecta la polarización a la memoria histórica?
Desde el año 2007 se ha aplicado la ley de memoria histórica, y desde entonces no consta que haya habido un enfrentamiento entre los familiares de los diferentes combatientes. Sin embargo, desde algunos sectores se dice que esto está generando fracturas en la sociedad. Los únicos enfrentamientos que hay son de escaño a escaño, en cambio eso se ha instalado en los discursos, que esta legislación se hace para dividir y no ha habido ninguna lucha, sólo se busca dar una sepultura digna a cierto sector de los caídos. El texto ampara a los descendientes de los dos bandos, lo que pasa que el primero en aplicar la ley de memoria histórica fue el propio Franco, porque se preocupó de velar únicamente a las víctimas de su bando. Se está reparando a los que nunca han sido reparados.
Dicen algunos que esto supone una voladura de la transición, sin embargo, los primeros párrafos de la ley son una alabanza a la transición, pero es complicado combatir estas mentiras y estos bulos, porque muchos se han convencido de que son verdad.
¿No cree que hay sectores que intentan dibujar que con Adolfo Suárez no había democracia, que hasta que no llegó Felipe González no hubo un régimen liberal pleno?
Es obvio que la democracia no llegó de un día para otro, por eso se llama a un período concreto la transición. Se van sucediendo diferentes hitos, desde la muerte de Franco a la celebración de las primeras elecciones democráticas. Los grupos que apoyaban la dictadura no se convirtieron a la democracia de repente, hubo crímenes en la transición, eso también hay que recordarlo, fue un periodo con muchas luces pero también con sus sombras, no pasa nada por describir ambas.
Para tener conocimiento de lo que pasó hay que estar informado, documentarse, paradójicamente hay que informarse para informar, ¿cree que los periodistas lo tienen claro? ¿Se puede informar sin tener una base más allá del periodismo?
Una de las cosas más bonitas que tiene este oficio es que te permite seguir aprendiendo cosas cada día. Si respetas al lector tienes que empaparte bien de un tema antes de contárselo, para eso hay que saber escoger las mejores fuentes que pueden hablar sobre un tema concreto, además de expresarlo de la mejor forma posible, para que esa información cale en el que está leyendo el texto.
Alicante fue uno de los últimos bastiones de la II República, sin embargo, actualmente la ciudad es sociológicamente de derechas, ¿por qué ciudades que han sido baluartes republicanos ahora son conservadoras?
Hay distintas derechas, una democracia que no tiene que ver con el fascismo. El caso de Alicante es muy significativo, de la ciudad en la que huyeron de Franco desde el puerto, en donde se apilaban las personas buscando escapar. Famosa es la escena del carguero Stanbrook en el que huyeron miles de personas rumbo al exilio. Alicante es una ciudad muy significaba para la memoria histórica. Hay un gran desconocimiento de la historia, no se ha hablado de la represión, de lo que era vivir en una dictadura. Ese desconocimiento está haciendo que no haya una vacuna contra los discursos más extremos. Las encuestas muestran que los chavales más jóvenes son los que tienen ideas más radicales, más cercanas a la extrema derecha. No ha habido en España una enseñanza de lo que supuso el franquismo. Abres Tik-Tok y te sale un chico cantando el Cara al Sol, no saben lo que supuso ese himno y todo lo que representó esa época.
¿Con qué te gustaría que se quedaran los lectores?
Escribo para que otro se ponga en el lugar o en las circunstancias del otro. La literatura y el periodismo pueden ser un entrenamiento para la empatía. Escribir y leer ayudan a comprender. Todo lo que tiene que ver con el periodismo en la novela es una carta de amor al periodismo, quiero que el lector se quedé con la pasión con la que hacemos nuestro trabajo. Hay una crisis de los representantes políticos y de sus mediadores, los periodistas. Me preocupa porque han aparecido determinadas especies invasoras como Javier Negre o Alvise Pérez. Hay una parte de la novela en la que quiero mostrar que no todos los periodistas somos Negres y Alvises.
También quería hacer una pedagogía de la memoria, he conocido a familiares de represaliados, historias conmovedoras. Quería que el lector se pusiera en el lugar de las personas, que no se creyeran todo lo que se dice sobre las leyes de memoria histórica, que no es ideológica sino humanitaria.
Hablando de empatía, hay una frase que se dijo durante la transición que es que la concordia fue posible, hemos hablado del cambio ideológico en lugares como Alicante, un lugar dónde hubo gente que pasó hambre durante la guerra y durante el franquismo pero que ahora es de derechas, ¿cree que estos cambios de tercio demuestran que esa concordia existe?
Creo que se ha pervertido bastante la palabra concordia, que es la palabra mágica que ha puesto Vox, y se basa en una mentira, que es que las leyes de memoria sólo amparan a un bando, y es precisamente lo contrario, fue Franco el que llevó a cabo su propia ley de memoria histórica. Las fosas que quedan por abrir son las del bando republicano. La gente tiene en la cabeza la muerte del dictador, no cuando se aprobó la Constitución más allá de que sea un día festivo. No entiendo la reticencia de ciertos sectores a conmemorar los cincuenta años de la desaparición de Franco o la memoria histórica. No reabre heridas sino que cierra las que hay.