ALICANTE. TGYC ya tiene en formato digital “Awake” en las principales plataformas de venta online. Con este disco la banda da un giro copernicano a su carrera con un disco de pop electrónico. El gran salto de la banda alicantina marca un antes y un después no solo en su carrera sino en la de la música hecha en Alicante, con amplitud de miras y atrevimiento. Desgranamos aquí este disco que inaugura el año musical en la ciudad.
CAVES
Esta es la canción que en ningún momento hace presagiar el resto del disco. Un pesada melodía orgánica de sintetizador, espesa, pegajosa que tanto te lleva al interior de una iglesia vacía y en penumbra un día de resaca, como al fondo de una piscina cuando el sonido se hace todo más obtuso, confuso y aunque te parece que estás a punto de descubrir cual es la canción que suena afuera, eres incapaz de ello. Pero hay en esta canción un regusto a los moogs i los sintes que Stereolab gustaba de utilizar, sobre todo en sus primeros discos, los más difíciles de escuchar como “Transient Random-Noise Bursts With Announcements” o el EP “Bachelor Pad”... “Cave” es impotencia ante el movimiento que nunca consigue uno hacer cuando tiene un miembro escayolado o amputado. Una cueva de la que se sale gracias a los artificios sonoros, a trucos digitales que suenan a theremil junto a la melódica voz insertada como un instrumento más. Una canción que quiere estallar pero que nunca lo hace. “How to praise you, you came from up...” Quizás no es una declaración de intenciones, pero sí que quedan claros los conceptos que maneja Jose Carlos en sus composiciones.
I HOPE TO JUMP
Y así con anhelos y deseos inauguran TGYC su nueva etapa. Y de un anhelo a otro deseo en modo de transición. “I hope to jump” se cuela con un fade in cuando apenas ha habido tiempo para digerir “Caves”. Alerta... Una melodía y un ritmo tan ochentero que perfectamente lo podían haber firmado Tears for Fears en aquel mítico “Songs from the Big Chair”. De nuevo una base rítmica sencilla y unas melodías simples y efectistas con unos coros vocales muy del gusto de la década del flúor y las botas de baloncesto... Una canción de amor en curso. Un tema puente hacia la canción que de veras abre el álbum a un nuevo mundo, al sonido que al parecer andaban buscando TGYC.
LIGHT GUSH
La melodía de “Light Gush” es una de esas que se quedan impresas en las neuronas a los 5 segundos, un xilófono digital, infantil y persuasivo como la sonrisa de un niño, una melodía de altos vuelos. Un pelotazo que, como ocurre con el resto del disco, sin embargo, no acaba de explotar. Una de esas canciones de anuncio... como le gustaba decir a Fernando Alfaro. Y aquí empieza lo bueno en el inicio de la nueva vida de la banda alicantina. Una gran línea de bajo, algo soterrada bajo los sintes y los cachibaches de que hacen uso TGYC y de los que, vaya vd a saber por qué, no se hace referencia alguna en la funda del disco (cd), para abrirle el camino a la voz esta vez más difusa si cabe. Los apenas tres y minutos y medios de “Light Gush”, saben a poco, te dejan con ganas de más.
HOAX RIVER
Si “Light Gush” es lo que viene a ser una canción de anuncio, una canción redonda, no es más que el anticipo del “rompepistas” de Awake. Sí hablamos de aquellos The Grave Yatch Club, cuyos fans al escuchar “Hoax River” se echarán las manos a la cabeza y quién sabe si no les tirarían sobre las cabezas de estos nuevos TGYC todo lo que tengan a mano. Este es un perfecto tema de electropop, indietrónica que quisieron bautizar algunos a comienzos de este siglo. Con su inicio sintético y triste... “Once i had what i felt, were all those things a fake?...” Bienvenido a mundo feliz... para de repente ponernos a todos a bailar, al más puro estilo Fangoria o los mismísimos Family. Y nombrarlos seguidos no es demérito para ninguno de ellos. Sino que se lo digan a Alaska, quien la ha visto y quien la ve. “Hoax River” tiene todos los ingredientes de un hit. Puntos de inflexión, “subidón” controlado -no se vayan a hacer ilusiones que esto no es techno-, ritmo simple y bailable y un estribillo repetido las suficientes veces como para que el personal se lo aprenda. Muchos lo intentaron después de los ya citados, pero solo un experimento llamado Peanut Pie, al frente del cual estaba el malogrado Sideral, lo consiguió. Peanut Pie firmaron un disco tan bárbaro como posteriormente olvidado como fue su homónimo publicado a comienzo de la década de los 90. Se echa de menos en “Hoax River” un final de canción mucho más bailable, sin prejuicios (incluso diría que tirando de bombo y todo ¿por qué no?), a base de melodías y caja de ritmo a todo trapo.
A partir de este punto el disco entra en una deriva de densidad y misticismo electrónico.