VALÈNCIA. En 1994, el valenciano Gabriel Cualladó se convertía en el primer receptor del Premio Nacional de Fotografía, concedido por el Ministerio de Cultura. Tres décadas después, es el artista, investigador, editor y comisario Jorge Ribalta quien ha sido reconocido con el galardón, convirtiéndose en el receptor nº30 de una larga lista de profesionales. Fue precisamente hace unos días cuando el catalán recibió la llamada del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, con la noticia, un premio que le llega, curiosamente, en un momento en el que el fotógrafo valenciano está ocupando una buena parte de su tiempo.
Hace tiempo que el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) trabaja en una exposición que pretende sumergirse en el Cualladó más íntimo, a través de su obra, sí, pero también de su archivo personal y su biblioteca, compuesta por centenares de obras, entre libros especializados, tarjetas, cartas o listados de obra. La muestra, que abrirá sus puertas en noviembre, busca ofrecer una mirada completa en torno al autora que, además, contará con la colaboración de Rilbalta en una publicación complementaria a la exposición que generará un puente entre ambos creadores que, por lo pronto, este lunes se tradujo en un viaje del catalána las entrañas del museo para indagar en su obra.
Ribalta formó parte de la exposición New Photography 10, la influyente selección internacional anual de artistas emergentes que organiza The Museum of Modern Art (MoMA), y ha expuesto en centros como el Museo Reina Sofía de Madrid o el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), donde entre 1999 y 2009 fue director del Departamento de Programas Públicos y que actualmente acoge una muestra bajo su comisariado, Una ciudad desconocida bajo la niebla. Nuevas imágenes de la Barcelona de los barrios.
De su trayectoria destaca el jurado que le ha otorgado el Premio Nacional su “su contribución a la revisión de la fotografía documental” así como su “consideración del hecho fotográfico a partir de su historia política, estableciendo el vínculo de la fotografía con los movimientos obreros, la cultura del trabajo y la perspectiva de clase”. Antes de sumergirse en los documentos y fotografías de Gabriel Cualladó, hablamos con Jorge Ribalta sobre realidad, ficción y fotografía.
- Es Cualladó quien le trae por València, ¿cómo le interpela su obra?
- Soy muy fan de esta generación de fotógrafos españoles, Cualladó es un fotógrafo que me encanta. Lo que vamos a mirar sobre todo es su archivo, situándolo dentro de la perspectiva de la fotografía española, pues corresponde a una cierta edad de oro. Cualladó también me interesa porque escribe, es coleccionista, es alguien muy comprometido con la cultura fotográfica. También es alguien que sirve mucho para pensar sobre el proceso de construcción de unas instituciones para la cultura fotográfica en España, sobre todo después Franco, particularmente en los 80, cuando se conocen museos como este. A diferencia de otros fotógrafos de su generación, me da la impresión de que tuvo una relación fácil con los fotógrafos más jóvenes, que protagonizan esa reconstrucción de las instituciones. Era alguien con muchas ganas de apoyar a esa escena emergente de los 80, no creo que haya otros fotógrafos de esa generación con esa dimensión. Quizá es el contrapunto de Oriol Maspons, este más oscuro.