VALÈNCIA. A Isidro Ferrer (Madrid, 1963) le acompañan muchos más apellidos de los que le corresponderían por nacimiento. Hace ya algunos años que a su nombre le sigue la coletilla de Premio Nacional de Ilustración (2006) y Premio Nacional de Diseño (2002). También dicen de él que es un “poeta visual” y un referente del sector. También el de artista fallero, por cierto, tras firmar un proyecto para Corona en 2017. Todo eso y muchas cosas más dicen de él, pero, ¿qué dice Ferrer de él mismo? Hoy es el momento de la primera persona del singular aunque, a través de ella, también conoceremos la importancia del plural en su carrera. El creador recala en València con la exposición Animal Lámina, que acoge la galería de arte Set Espai d’Art (Plaça Miracle del Mocadoret, 4), un proyecto que hace un repaso desordenado por una de sus obsesiones, los animales, a través de distintos dibujos, pequeñas esculturas y una sorpresa final, una lámpara con forma de pájaro que firma en colaboración con LZF Lamps y el artista fallero Manolo Martín.
-No son pocos los que te ponen el apellido de "poeta visual". Ahora que te tengo delante, no me resisto a preguntarte si tú te ves reflejado en él.
-Yo no me siento reflejado en él porque respeto mucho a los poetas que trabajan con la palabra. Lo que sí que trabajo es de una manera muy sentida, aproximándome mucho al valor semántico de los conceptos y las palabras. Trabajo las imágenes casi con las mismas herramientas con las que se trabaja la oralidad, utilizando recursos literarios como metáforas o paradojas, que de alguna manera aproximan el territorio visual al territorio del lenguaje. En este sentido, puede ser que el trabajo que yo realizo pueda tener esa doble lectura desde fuera.
-¿Cómo se conjuga el estar exponiendo en un espacio clásico para el arte como es una galería y no querer entrar del todo en este ámbito?
-Hay una definición que me gusta mucho de la escritora Clarice Lispector que dice que ella se sentía una invitada a la literatura. De la misma manera, yo me acerco al mundo de la ilustración o del arte como un invitado. Un invitado es alguien que está de paso, que no pertenece, que está en tránsito. Lo que no quiero es usurpar un terreno que no me corresponde, que es el del arte. Mis mecanismos de trabajo, mi lenguaje, mi forma de actuar tienen que ver con otras formas de percibir y de entender, quizá más libres, sin las ataduras de tener que trabajar sobre el proyecto. Yo trabajo en el diseño y la ilustración de una forma muy personalizada y eso me permite una libertad enorme porque no tengo que ser yo necesariamente, puedo desprenderme de mi autoría. No necesito ser autor. El diseño y la ilustración te sitúa en un territorio en el que la personalidad se diluye y puedes ser muchos otros. Esto me resulta muy acogedor porque me da muchas opciones de jugar. Yo soy un invitado en Set Espai d'Art y lo que honestamente puedo proponer no es un proyecto artístico, sino un proyecto en el que se refleje toda esa tensión personal que se produce en mi forma de respirar el diseño y la ilustración.
"hay que saber escuchar y ser empáticos. No creo que el cliente sea el enemigo"
-No sé si este viaje que va más allá de la primera persona del singular tiene que ver con la existencia de un cliente, de colaboradores...
-En el diseño y la ilustración no tienes que generar un discurso personal, sino que prestas tu voz para ser altavoz de las necesidades comunicativas de los otros. De poco sirve que uno imponga su carácter por encima de estas necesidades, con lo que debes situarte en un lugar distinto en cada una de las situaciones. Eso te lleva al aprendizaje constante porque cada trabajo es diferente, aunque lo realices con las mismas herramientas. Eso abre el abanico de posibilidades. Uno dentro de ese abanico, claro, tiene sus preferencias, y esa caligrafía se entrevé. Es muy difícil ocultar el trazo, pero con una diversidad muy grande.