ALICANTE. Leer no suele ser una actividad fácil. Cómo advertía al inicio de uno de los poemas de su colección Aquí la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska A las obras de Proust / no les añaden en la librería un mando a distancia, / no podemos cambiar / a un partido de futbol / o a un concurso donde ganar un volvo. Pero regalar rosas o, en su defecto, cualquier otro ornamento floral, desde un clavel a una delicada orquídea o una plantita del dinero, de esas que requieren poca dedicación, porque aguantan la desidia de los lectores más ultramontanos, esos que se sumergen en mundos de papel (o tinta electrónica) y olvidan derramar en su tejida tierra artificial el poco líquido necesario para sobrevivir, regalar junto con estos elementos de vívido enganche con la vida un anzuelo ligado a la imaginación, la reflexión, la conciencia o el placer de saborear las palabras, se hace más llevadero. Para eso Sant Jordi mató al dragón de su imaginación, para eso el dragón ensartó al Sant Jordi de su entelequia, y lo hicieron ambos el 23 de abril para que las librerías se pudieran engalanar y los libreros y las libreras pudieran exponer a la luz del sol sus pieles curtidas por las iluminaciones artificiales de los santuarios del papel.
El domingo será Sant Jordi, 23 de abril, Día del Libro y, adoptando la tradición balompédica dominical, vamos a ofrecer una alineación de 11 títulos de heterodoxa factura, en busca de entrenador. El preparador o preparadora que se atreva, tendrá que echar mano de un buen ojeador, ya que algún que otro crack de contrastada solvencia encontrará, pero también apuestas de futuro o algún que otro veterano que mantiene el tipo.
Seis han sido las canteras que han aportado títulos y nombres a esta lista de convocados: Sexto Piso, Bandaàparte, Gallo Nero, Alpha Decay, Pre-Textos e Impedimenta.
Empezaremos con dos pesos pesados, el centroeuropeo Gregror Von Rezzori, nacido en 1914, en Chernivtsi, Bucovina, parte oriental del Imperio Austrohúngaro, en el momento de su desintegración, y ejemplo paradigmático de la mejor prosa hipnótica alemana. Se edita su Caín. El último manuscrito, tras la gran acogida por parte de crítica y lectores de su ambiciosa y casi definitiva La muerte de mi hermano Abel, esta última obra del elegante autor europeo, con todas las minúsculas, con todas las mayúsculas, funciona como coda de aquella. Una última delicia de experimentación sobre el yo. También en Sexto Piso, no podemos dejar pasar la oportunidad de recordaros que leáis, que paséis sus páginas con deleite plástico, que os dejéis caer, como uno de sus ángeles en desgracia, en cualquiera de sus viñetas durante largos minutos, El Paraíso Perdido de John Milton, de Pablo Auladell, una novela gráfica, un poema ilustrado, un libro de arte con historia.
También de ilustración va el siguiente de la lista, ahora desde los campos de Impedimenta, El viaje de Shakleton, de William Grill, una hermosísima y verdadera historia ilustrada del cómo Shackleton y sus hombres lograron sobrevivir a la épica aventura de atravesar a pie el helado corazón de la Antártida. 73 páginas de gran formato con una reproducción perfecta del trabajo a la cera del autor británico. También ilustradores son el colectivo Monobloque, que acompañan con sus trabajos a los textos del cuentista argentino Eduardo Berti en Inventario de inventos (inventados). Breve catálogo de invenciones imaginarias. La máquina de no hacer nada, los pendientes despertador, el GPS sentimental, Juan José Arreola, Raymond Queneau, Italo Calvino, Alphonse Allais, son algunos de los referentes que se encuentran en los textos de apenas una página del autor bonaerense.